Razones y sinrazones del BIC de la playa de Las Canteras
La iniciativa para evitar el derribo de la casa del doctor Apolinario genera una cascada de argumentos a favor y en contra de la propuesta
¿Es la estética, desposeída de cualquier valor referencial, patrimonial, histórico o etnográfico suficiente para proteger un bien? ¿O hay valores intangibles al margen de la intervención humana en un conjunto urbano? Las respuestas a estas dos preguntas no las encontrará aquí. Pero en la dialéctica entre ellas se define el futuro de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), en su categoría de conjunto histórico, que el Cabildo de Gran Canaria incoó el año pasado una vez que se conoció que la casa del doctor Apolinario Macías iba ser demolida para construir, en su lugar, un bloque de cuatro pisos de altura y seis apartamentos.
La casa del balcón canario de Las Canteras, que nunca había sido protegida, que nunca antes había despertado el interés de ningún especialista de Patrimonio Histórico, se convirtió así en el eje de rotación de una iniciativa que trata de justificar su protección en la necesidad de conservar un frente ecléctico -una combinación de estilos e historias- en primera línea de playa que incluye también al hospital de San José (1895-1928); la Iglesia de San José, la escuela y la casa de los padres Franciscanos (1905); la Comandancia de Marina (1913); y la casa de José Mesa y López (1923).
De estos inmuebles, todos los edificios están ya catalogados excepto el que motiva la declaración de BIC, para el que hasta ahora nadie había visto ningún valor a proteger. Es más, tres de ellos (la Comandancia de Marina, la Clínica de San José y el edificio José Mesa y López) tienen la máxima que dispensa la normativa, aparte del BIC, que es la integral, es decir, que todos los elementos del inmueble se tienen que preservar; mientras que en el de la clínica, el nivel de protección es ambiental, esto es, que hay obligación de preservar la fachada por su importancia en el entorno urbano.
Qué valores protegen los BIC
Los bienes de interés cultural deben ostentar «notorios valores históricos, arquitectónicos, artísticos, arqueológicos, etnográficos o paleontológicos o que constituyan testimonios singulares de la cultura canaria», según consta en la legislación autonómica. Y en su categoría de conjunto histórico se valora que sea una «estructura física representativa de la evolución de una comunidad humana por ser testimonio de su cultura o constituir un valor de uso y disfrute para la colectividad».
Los arquitectos de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria justifican su iniciativa en la necesidad de mantener un frente arquitectónico que destaca por la «calidad» y el «carácter» de estos edificios, que se corresponden a los primeros momentos de la urbanización de la playa de Las Canteras, a fines de siglo XIX y principios del siglo XX.
En esta valoración, sin embargo, no se tiene en cuenta la investigación histórica que realiza la propiedad del inmueble que se quiere salvar de la demolición con la imposición de su categoría como BIC. Dichos argumentos señalan que la casa ni fue la residencia habitual del doctor Apolinario Macías, ni tampoco mantiene la fachada original, pues fue reformada en 1972, de modo que se eliminó gran parte de la tabiquería interior y se cambió la fachada, con lo que poco queda de la estructura original que ideó el arquitecto Fernando Navarro en el año 1904.
Qué dicen las universidades
Pese a estos argumentos, que son empleados por parte de la propiedad del inmueble que no está protegido, desde la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), se considera «adecuado, conveniente e importante» que se incoe el expediente de Bien de Interés Cultural para el frente ecléctico de Las Canteras por la dimensión paisajística del conjunto, según explica en el informe que elabora el arquitecto y catedrático de Proyectos Arquitectónicos en la universidad, Juan Manuel Palerm.
La doctora de la Universidad de La Laguna, Ana María Quesada Acosta, resaltó la importancia de que el hospital de San José formara parte del conjunto histórico denominado frente ecléctico de la playa de Las Canteras.
Sin embargo, esta opinión no es compartida por otras arquitectas. Desde el estudio de arquitectura Anca -que lideran Elsa Guerra y Noemí Tejera- se entiende que la inclusión en el BIC del hospital y la iglesia de San José es «injustificada, inadecuada e inconveniente» por su falta de integración en el conjunto propuesto; y porque menoscaba la preservación de los valores patrimoniales de estos inmuebles, entre otras razones.
Su argumentación es que la inclusión de los dos inmuebles en el BIC «provoca una afección de amplio calado en la gestión y mantenimiento de las mismas, con implicaciones que pueden derivar en problemas de mantenimiento».
De ello advierte también la Diócesis de Canarias, que exige que sus tres edificios -de los cinco que se han incluido en el frente ecléctico- queden fuera del BIC por la «imposibilidad de mejora de los edificios». Y apunta que se podría incurrir en un posible caso de desviación de poder, en el sentido de que se quiere articular un BIC para justificar la protección de la casa del doctor Apolinario.
La Diócesis indica que la declaración de BIC podría frenar la realización de obras de ampliación que son fundamentales para garantizar la continuidad del complejo hospitalario.
Desde su perspectiva, el nivel de protección que garantiza el catálogo municipal resulta más que suficiente para mantener los valores de sus inmuebles. Por eso, considera que la declaración de Bien de Interés Cultural sería una «sobreprotección injustificada».
También el Ministerio de Defensa rechaza que el edificio de la Comandancia de Marina se incluya en el BIC. «Tendría un impacto negativo en la operatividad militar de tales instalaciones de interés para la defensa nacional».
Desde esta parte se entiende que el Cabildo no es competente para tomar una decisión de este tipo en un inmueble de este uso. «La declaración de BIC impide, limita o debilita el efectivo ejercicio de competencias estatales en materia de defensa nacional», señala. Y recuerda que si fuera Bien de Interés Cultural tendría que abrir sus puertas a visitas públicas al menos cuatro días al mes, con el efecto que esto tendría en la operatividad del centro.
