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Imágenes de una de las peleas en el barrio de Arenales. C7

Peleas y gritos en Arenales, lo 'normal'

CONVIVENCIA VECINAL ·

Los vecinos están «cansados» de una situación que se ha vuelto habitual para ellos, por lo que piden medios para solucionarla

Sara Toj

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 15 de octubre 2022, 23:51

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Los vecinos del barrio de Arenales, en Las Palmas de Gran Canaria, viven sin tranquilidad desde hace unos meses. Aunque esta situación se repite desde hace años, todavía no encuentran una solución definitiva para recuperar, de una vez por todas, la serenidad. Se trata de una zona céntrica de la ciudad con todo tipo de servicios al alcance: colegios, diferentes comercios, acceso al transporte público...

Sin embargo, en las vías que componen la el barrio, particularmente en la calle Molino de Viento y Carvajal, el día a día se ha visto frecuentemente alterado durante el último año. El motivo son las peleas y altercados que protagonizan algunos individuos a altas horas de la noche. Los vecinos, que están «cansados» de esta situación, han realizado llamadas a la policía para informar de los incidentes en su barrio, pero también han denunciado la situación a través de las redes sociales y los medios de comunicación.

Su ímpetu ha logrado que televisiones nacionales se hicieran eco esta semana de la realidad que viven a diario. En las filmaciones se pueden escuchar gritos e insultos que acompañan a agresiones físicas entre diversos individuos. «El origen de esta situación no es otro que la droga», comenta J.L., vecino de la zona que prefiere mantenerse en el anonimato. Reside en la calle Agustín de Bethencourt y es propietario de una vivienda en la que habita durante los meses de invierno. Sin embargo, él y su mujer han sido testigos en primera persona de las imágenes. «La última pelea que presencié fue a principios de septiembre, estaban todos en una azotea gritando», comenta.

En su caso, próximo a su vivienda existe un solar que durante mucho tiempo fue empleado para la venta de estupefacientes. En él se almacenaba bastante basura y se daban diferentes conflictos, pero finalmente consiguieron que quedara precintado el pasado julio, con lo que han conseguido «algo de paz», confiesa.

El ruido originado por los altercados ha hecho que tanto él como su pareja no puedan descansar en lo que es su hogar y que se haya generado en ellos un sentimiento de incomodidad a la hora de transitar por el barrio. Para T.G, vecina de la zona, ocurre lo mismo: «A cierta hora de la tarde, cuando todos los comercios cierran, es una zona bastante desolada, por lo que vas con un poco de respeto». Madre de una menor de 17 años, recomienda a su hija diferentes trayectos para no transitar las calles mencionadas.

Aunque reside en una de las vías del barrio desde hace un año, comenta que es «una buena zona para vivir», pero que se ve empañada por los conflictos registrados recientemente. «Es evidente que te puedes sentir insegura aquí como en cualquier otra parte de la ciudad», comenta.

A lo largo de la zona se puede encontrar variedad de comercios. La propietaria de uno de ellos, próximo al epicentro de los conflictos, confiesa que las peleas se pueden dar «a cualquier hora del día». No obstante, asegura que su locutorio no se ha visto afectado por esos incidentes y que sus clientes habituales continúan acercándose al local.

Falta de limpieza

El Centro Cívico Suárez Naranjo es un lugar de reunión para vecinos de la zona y residentes de otros emplazamientos de la capital. Según el responsable de este recinto, alrededor de 400 usuarios acuden para participar en actividades físicas, artesanas y formativas. Sin embargo, hasta la entrada principal de este lugar también se desplazan algunas personas para dormir o practicar «actos sexuales», comenta J.M., uno de los encargados de impartir talleres en este recinto. Comenta que, en más de una ocasión, se ha encontrado excrementos humanos y un intenso olor a orina.

«El personal de limpieza está cansado de esta situación, y tienen miedo de lo que pueden llegar a encontrarse cuando acuden a trabajar», asegura. La limpieza es otra de las cuestiones que echa en falta en esta zona la vecina T.G. «Cuando caminas por las calles, por lo general, hay mucha basura, muebles y porquería», asegura.

Este periódico informó a lo largo de la última semana de que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria había recomendado a los vecinos afectados que denunciaran ante la policía la situación. Todo ello, ya que aseguraron que no se disponen de medios para «realizar las inspecciones necesarias». Así lo pide, J.M., uno de los afectados, que se traslada habitualmente hasta la zona: «Lo vital es que hubiera más vigilancia y atacar a los centros de droga».

Por su parte, J.L., otro de los residentes del lugar, comenta que los responsables de la venta de drogas, que en ocasiones son los implicados en los altercados, operan en conjunto para avisarse de cuándo van a llegar los agentes de seguridad, por lo que cree que «se hace más difícil que los puedan detener».

De la misma forma, opina que con una mejor iluminación y con la instalación de cámaras de seguridad en funcionamiento se podría dar mayor seguridad a los transeúntes.

Las Calles Molino de Viento y Carvajal son el epicentro de los conflictos. Juan CArlos Alonso

En consonancia, desde el consistorio de la ciudad, el grupo de gobierno se ha comprometido esta semana «a estudiar la posibilidad de incrementar los recursos destinados a los proyectos especializados en el trabajo con mujeres víctimas de un contexto de prostitución» como las que se encuentran actualmente en viviendas del barrio de Arenales. Es en algunos de estos locales donde se originan los conflictos, sobre todo, entre las personas que acuden.

Con respecto al control del tráfico de estupefacientes, la Policía Nacional llevó a cabo una operación antidroga en el mes de junio en la que se detuvo a tres varones y dos mujeres en la Calle Molino de Viento. También en esta localización, la Policía Local detuvo a principios de este mes a un hombre de 45 años por poseer sustancias dañinas para la salud y por traficar con las mismas. Asimismo, se produjeron varias denuncias administrativas por infracciones a la Convivencia y a la Seguridad Ciudadana.

Movilización vecinal

Los residentes de las calles próximas al lugar donde se producen la mayoría de los conflictos tienen clara una cosa: «Solo queremos tranquilidad».

Sus llamadas a la policía, las denuncias presentadas y su movilización en redes sociales y a través de los medios de comunicación han dibujado en el mapa informativo la situación que viven. Ahora solo les queda esperar que lleguen las soluciones y que, como en el caso del vecino J.L., todos puedan encontrar «un poco de paz».

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