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Rosa Rodríguez y / Santa Cruz de Tenerife
Lunes, 2 de julio 2018, 08:45
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Las altas temperatura del agua del mar -más de 23 grados-, la ausencia de alisios y las calimas continuas originaron el verano pasado la más intensa de las acumulaciones masivas (bloom) de Trichodesmiumerythraeum que se recuerda en Canarias. Este año las condiciones climáticas son otras y nada apunta, de momento, a que se vuelva a repetir una floración masiva de cianobacterias en el océano que rodea a las islas. Sin embargo, el catedrático de Ecología de la Universidad de la ULPGC, Javier Arístegui, advierte, como ya hizo el año pasado, de que este fenómeno se producirá «cada vez con más frecuencia», por lo que «habrá que acostumbrarse a convivir con él».
Arístegui cree que este verano es «bastante improbables» que se produzca un afloramiento, pero recuerda que Trichodesmium está presente en Canarias durante todo el año, como filamentos (tricomas) aislados en las aguas turbulentas frecuentes en las islas, aunque las colonias más abundantes y densas solo se forman cuando las condiciones sea las adecuadas, y eso puede ser «en cualquier momento».
«Cada año es diferente y habrá variaciones, pero la temperatura del agua del océano», explica, «ha aumentado en la región de Canarias y la tendencias es a que siga aumentando y esto, claramente, va a conducir a que haya condiciones favorables al desarrollo de cianobacterias». De hecho, el Panel de Expertos sobre el Cambio Climático (en ingles IPCC) de Naciones Unidas, del que Arístegui forma parte, está indagando en qué especies dominarán los océanos en el futuro «y las cianobacterias son una de ellas».
Y como ya hizo el verano pasado, cuando las mal llamadas microalgas provocaron una crisis sanitaria y política en las islas, Arístegui recuerda que los bloom «son un fenómeno natural» que se produce en muchos lugares del mundo. Lo que hay que hacer es «estar preparados para cuando lleguen» y eso, avisa, no quiere decir que se pueda luchar contra los boom, porque no es así. Se trata de «monitorizar el fenómeno para poder generar modelos mínimamente predictivos y, para eso, hay que ver la tendencia del fenómeno, no en eventos temporales», como el del año pasado.
De igual opinión es el director del Comité de Expertos para el Estudio del Cambio Climático en Canarias, Aridane González, que llama la atención sobre la necesidad de tener «series enteras de distintos parámetros para poder tomar decisiones». Se trata, dice, de monitorizar los y hacerle seguimiento «para saber por qué se produce, dónde está y hacia dónde va y, así, año tras año, «para ver su evolución». Esta es la línea que ha marcado la comisión del Observatorio del Cambio Climático de Canarias en la que se están abordando las estrategias para hacer frente a futuros alforamientos de cianobacterias. Arístegui y González están esa comisión.
Estudiar el fenómeno es fundamental, dicen Arístegui y González, y también trazar estrategias para abordarlo, pero en paralelo, y aprovechando que el mar está en calma, ambos abogan por «hacer pedagogía con la población», como ocurre en el resto del mundo donde los bloom son más frecuentes.
«Es la única manera de poner freno a los bulos», afirma Arístegui, que junto a Mar Benavides, oceanógrafa del Instituto de Investigación para el Desarrollo del Instituto de Oceanografía del Mediterráneo, en Francia, está a punto de publicar el estudio que descarta «absolutamente el mayor de los bulos difundidos el pasado verano: la vinculación de las cianobacterias a los vertidos. «No tienen nada que ver», sentencia. Tampoco son tóxicas, ni agreden a los ecosistemas marinos.«Se han demonizado, pero son buenísimas porque son las grandes fertilizadoras de los océanos», concluye.
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