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Bofetón majorero a Clavijo

Bofetón majorero a Clavijo

Jueves, 1 de enero 1970

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Fuerteventura manda Coalición Canaria, pero muy hartos deben estar los majoreros de las fotos oficiales del clavijismo para plantarle una protesta, bastante sonora, al presidente del Gobierno en su cara en una de esas visitas de laboratorio que le organiza su gabinete para quedar bien. Los majoreros tienen la sensibilidad a flor de piel con sus cosas, especialmente con lo que suene a petróleo y contaminación, pero además no dejan de organizarle manifestaciones a CC por algunas deficiencias en materia sanitaria.

El temporal de esta semana, el tercero en poco tiempo, entró como un toro por la Isleta sin tocar un barco de los que estaban atracados en el Puerto de La Luz, siguió para Fuerteventura y reventó las gabarras y remolcadores fondeados, no atracados, a la entrada del muelle pesquero de Gran Tarajal. En concreto, hay tres gabarras hundidas, sin pérdida de combustible, y una semihundida, con pérdida de gasóleo, mientras que el resto de embarcaciones (remolcadores) están a la deriva o varadas dentro del puerto, con diversos daños. Las embarcaciones implicadas en este suceso tienen en sus tanques cerca de 147.000 litros de gasóleo, la mayoría almacenados en las dos primeras en hundirse (50.000 en una y 47.000 en otra). Un desastre en toda regla que amenaza con ir a más cuando el tiempo cambie de norte a sur y saque del muelle el petróleo derramado.

Las gabarras hundidas son naves industriales, utilizadas para la construcción de puertos y para el transporte de áridos, pìedras o grandes bloques de hormigón. En este caso, se trata de embarcaciones que habían estado trabajando en África, cargadas algunas de chatarra, y que estaban a la espera de nuevas adjudicaciones de obras para regresar al continente vecino.

¿Qué hacen estas embarcaciones industriales en un puerto pesquero que administra el Gobierno de Canarias? Es la pregunta que se hacen muchos majoreros que nunca han visto con buenos ojos este puerto y el uso que le ha dado el Gobierno, relegando a los pescadores a una zona marginal. Es inexplicable que un puerto de este tipo se use para dar cobijo a plataformas industriales que tendrían que estar en puertos con mayores niveles de seguridad, como el de La Luz. ¿Cómo ha permitido el Gobierno de Canarias estos fondeos y atraques de embarcaciones de este tipo? ¿Por qué no se adoptaron las medidas de seguridad previstas? ¿Por qué no se amarraron a puerto ante el aviso del temporal? ¿Por qué no se comunicó su situación a Capitanía Marítima? Son demasiados interrogantes que deberá resolver Puertos Canarios, e incumplimientos de normas básicas que no sé si deben terminar ante la Fiscalía. Puertos de Canarias puede permitir el fondeo y el atraque, pero en situaciones límite, como la ocurrida esta semana, no es este, precisamente, un puerto que tenga grandes garantías de seguridad, y mucho menos en la entrada del mismo, donde se fondearon sin tomar las más elementales medidas de seguridad. Sobre el por qué estaba ahí esa chatarra industrial existen especulaciones múltiples, entre ellas el bajo precio que pone Puertos Canarios y que permite a las compañías atracar sin grandes desembolsos económicos, o por amistad. Lo real es que ahí estaban esas plataformas industriales, en contra del criterio de los pescadores, de algunos vecinos de Gran Tarajal, que conciben su puerto como un refugio familiar, no como un puerto industrial, que es en lo que lo ha convertido el Gobierno de Canarias permitiendo este tipo de atraques y fondeos.

Vídeo.

Ahora, Fuerteventura sufre uno de los mayores desastres ecológicos de la historia en sus costas, precisamente la que quisieron evitar cuando el Gobierno de España autorizó a Repsol las prospecciones petrolíferas. Con estos datos y con la sensibilidad majorera disparada, la responsabilidad apunta en una sola dirección, y no es la equivocada, el Gobierno de Canarias, como así se lo expresó un numeroso grupo de vecinos de Gran Tarajal al presidente del Gobierno, que, ante la tensión generalizada, tuvo que salir del pueblo, en su vehículo, casi huyendo.

El equipo de Fernando Clavijo sigue creyendo que el presidente vive en la Arcadia feliz y que sólo basta fotografiarse en un bosque arrasado por el fuego, como hizo en Gran Canaria, o tirar para Fuerteventura a compadecerse del dolor de los majoreros ante una mancha de fuel que amenaza con salir del puerto y contaminar la costa. La publicidad ya no basta al presidente, por primera vez se enfrenta a la cruda realidad, la de las responsabilidades exigidas por los vecinos. Se presentó en Gran Tarajal con una auténtica corte: el vicepresidente del Gobierno, Pablo Rodríguez, el consejero de Agricultura, pesca y Ganadería, Narvay Quintero, el presidente del Cabildo de Fuerteventura Marcial Morales, y una media docena de cargos de CC, siempre en la comitiva. Pero en esta ocasión los vecinos de Gran Tarajal le dieron un sonoro bofetón a Clavijo y le recordaron que la responsabilidad de lo que estaba ocurriendo en el puerto era de él y de su equipo. El presidente trató de hablar con la gente, pero no había nada de qué hablar, las protestas dejaban claro de quién era la responsabilidad: ¡fuera! ¡La mierda a su casa!, le gritaban.

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