Justifíquense o ni se les ocurra volver
La UD visita al Rayo Majadahonda en alerta roja, hundida en una crisis total de juego y resultados, y con el imperativo de ganar para empezar a restituir la crebilidad perdida; Herrera no quiere excusas y exige desde ya un paso al frente de todos.
Hace tiempo que se agotaron los calificativos a propósito de la UD y sus crisis y curvas descendentes. Poco queda que añadir a propósito de un 2018 ignominioso de principio a fin y que dejó un solar como herencia. Hoy el equipo camina en zona de nadie por la Segunda División, se cuentan con los dedos de una mano los que todavía mantienen la fe en poder festejar algo en junio y se respira un descrédito de punta a punta. Son las consecuencias de hacer todo mal y, en cada solución aplicada, ir a peor. Si el proyecto en Primera acabó como acabó, se receta amnesia para evitar depresiones, el actual tampoco está para presumir. Resulta sangrante que la UD lleve sin ganar desde octubre, que ya ejecutara despidos en el banquillo y ahora se agarre al siempre dudoso mercado invernal para mejorar su panorama, algo, por otra parte, que tampoco ofrece demasiadas complejidades. Si esta noche gana ya se superará todo lo que se ha hecho desde mitad de octubre para acá. Y si gana y lo hace con ciertos argumentos, ya no se pide jugar bien, simplemente merecerlo, habrá que invocar al cielo. Es el listón de una UD impredecible, casi siempre en cortocircuito y que ni siquiera ha podido levantar todavía Paco Herrera, al que se acudió como amuleto y quien, camino de los dos meses de gobierno, sigue sin descifrar su vestuario.
La visita de hoy al Rayo Majadahonda, compromiso inaugural del año, tiene los mismos condicionantes que las actuaciones precedentes. Las Palmas ha perdido la referencia de la azotea de la tabla, sus urgencias figuran a la vista de todo el mundo y, lo que más le duele a Herrera, sufre en el campo de una manera mayúscula. Cada balón representa un desafío, son pocos los futbolistas que se atreven a aparecer y, en el colmo de las lamentaciones, hasta da la impresión de que el adversario siempre tendrá el viento a favor. Repasen las visitas al Cádiz, Lugo o Córdoba, siniestros en todos los casos, y admitirán que no ha exageraciones. Este clima de tremendismo, la sensación de que siempre queda algo por venir y no es nada bueno, supone una de las grandes batallas de Herrera, espantado por semejante derrotismo ya institucionalizado. Le toca al entrenador pellizcar el alma de sus chicos, hacerles ver que se puede, que no son ni más cojos ni más feos que el contrario, que la UD no puede permitirse estas historias. El primer paso llega bajo el invierno del Madrid periférico y frente a un anfitrión que, con todos los respetos, para encontrarlo en la tabla hay que escarbar. El respeto no equivale a vértigo y Las Palmas de aplicarse desde la autoridad y el rigor que impone su actualidad. Tiene que ganar y tiene, también, que ofrecer algo, reparar su honorabilidad, dar señales de vida como le corresponde.
De ahí que, a la hora de referirse a este encuentro, importantísimo por muchos motivos, privilegie fondo y forma. Todo lo que no sea sumar tres puntos y justifucarse puede tener consecuencias imprevisibles. Incluso para el propio técnico, que sabe que sus habichuelas pasan por reflotar la candidatura a Primera a base de victorias. Por mucho que le respalden en el club, por mucho que el presidente y la dirigencia le sostenegn, por mucho que la afición le vea como un salvador, esto funciona facturando. No hay otra.
El Majadahonda, que también lleva un tiempo interesante sin alzar los brazos (cinco semanas) ofrece el entusiasmo del advenedizo, corre como pocos y, recuerden, ya en la Copa se permitió torear a la UD en el Gran Canaria. Aviso de lo que puede repetirse si en esta ocasión no se pone lo que hay que poner. Por encima de suertes, esfuerzos y kilómetros, la actitud no se negocia.
La gran incógnita en la Ud viene en la retaguardia. Si habrá o no reválida para Eric Curbelo, recién promocionado del filial ya con ficha profesional. Herrera duda si darle galones ya o ir dosificando su protagonismo para no quemarlo. Cala, que forzará, es fijo atrás. A su lado, Deivid parte con más opciones por experiencia, no por otras historias. En el resto del armazón, cantado que Mir estará arriba con Rubén, a quien se le acabaron las suplencias experimentales, y para la medular, si arriesga Galarreta como parece, también hay boletos para Maikel Mesa. Salgan los que salgan, jueguen los que jueguen, hagan algo digno.