El Cabildo sana los árboles singulares con más achaques de Gran Canaria
La Unidad Phoenix cuida la salud de los ejemplares del Catálogo Insular, testigos mudos del paso del tiempo que ayuda a conservar y a mantener en buena forma
La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo ha acometido en los últimos años distintas acciones para mejorar el estado y contribuir a la conservación de una quincena de ejemplares del Catálogo Insular de Árboles y Arboledas Singulares de Gran Canaria, un inventario de leyendas de madera aprobado en noviembre de 2021 para intentar garantizar la supervivencia de estos testigos mudos del paso del tiempo que, por distintos motivos, sobresalen entre sus congéneres.
Y los cuidados se le han dado bien porque todos esos árboles y arboledas están hoy mejor que cuando se empezó a intervenir en ellos, con una única excepción, los Laureles de Indias de El Pajar, dos gemelos que no superaron la depresión vegetativa que sufrían pese a los tratamientos a los que fueron sometidos para esponjar el suelo en el que se hicieron gigantes, eliminar la plaga de hongos que les invadía y asegurar su riego.
Las acciones comenzaron después de hacerse en 2019 una evaluación del estado de 40 ejemplares preseleccionados para el Catálogo para tener una radiografía de las urgencias con el fin de evitar que aumente la lista de 36 árboles singulares muertos en lo que va de siglo XXI. Entre ellos están, por ejemplo, el pino de Pilancones y el drago de Las Meleguinas, dos abuelos legendarios con varios siglos de antigüedad a cuestas.
El plan de actuaciones del servicio de conservación y mantenimiento de palmerales y árboles singulares, dirigido por un equipo técnico de la Consejería de Medio Ambiente, se ejecuta con un contrato plurianual (2021-2025) con Gesplan que tiene un coste anual de 240.000 euros y cuenta con una cuadrilla especializada, la Unidad Phoenix, conformada por personal técnico, un capataz y cuatro operarios con diversas especialidades.
Las actuaciones realizadas en árboles y arboledas singulares desde 2021 y hasta la fecha, entre ellos dragos, encinas, acebuches y madroños, representan el 65% de esa inversión, un total de 626.442 euros y unos 157.000 euros anuales.
La próxima se llevará a cabo en el Pino Bonito -o Pino Casandra- de la presa de Las Niñas, dentro del Parque Rural del Nublo, un anciano con problemas de salud porque el suelo en el que posa está muy compactado y tiene dañadas las raíces y otras partes.
Tras la actuación en los Laureles de El Pajar se intervino en el drago de Luis Verde, que figura en el escudo oficial del municipio y está en una propiedad privada. Estaba lleno de lapilla, una plaga que se lo estaba comiendo, cuando Medio Ambiente le metió mano. Fue sometido a dos tratamientos fitosanitarios, se amplió la poceta que lo rodea con piedra volcánica y tras casi un mes de trabajos recuperó la vitalidad.
La sabina de Tirma
Especial empeño, durante varios años y varias fases, se ha puesto en sanear la sabina de Tirma, en la finca del Parque Natural de Tamadaba que le costó al Cabildo mil millones de pesetas. Es la más grande de Gran Canaria, donde se estima que quedan 400 ejemplares de esta especie en muchos sitios inaccesibles, y de las mayores del archipiélago.
Ha sobrevivido en un barranquillo denominado de Los Pilones o Piloncillos, rodeada de vegetación, sobre todo pinos y palmeras canarias, dándose la curiosidad de que en la finca se han descubierto muchos almácigos -el único árbol caducifolio de Canarias- de grandes dimensiones, con copas de 20 metros de diámetro y 4 de perímetro de base.
La actuación en la sabina de Tirma consistió, entre otras acciones, en desbrozar el entorno, sobre todo de cañas y, con ayuda de cuadrillas Bravo y Presa de Medio Ambiente, de pinos demasiado cercanos. El puente aledaño y a punto de venirse a bajo se trasladó 40 metros más abajo, se reconstruyó otro y se instaló un banco de piedra a su sombra y otros cuatro de madera a cierta distancia para contemplarla.
Además se señalizó toda la finca, incluso desde el camino ascendente que nace en El Risco, así como en la entradas desde Artenara y La Aldea, y se puso cartelería explicando el interés de la sabina. Y para que no se sienta sola se plantaron otros 30 ejemplares de una especie cuya madera, por calidad y dureza, ha sido tan deseada durante varios siglos.
Acebuches, encinas, palmeras, madroño
Los cuidados especiales han beneficiado a tres acebuches. Al de Llano Parra, en Guía, de unos 400 años, se le quitó una rama fracturada. Al de San Lorenzo, al borde de una urbanización junto al barranco del Pintor, se le quitaron ramas muertas y fracturadas, eliminándose las cañas que crecen cerca y suponen un peligro de incendio. Y del de Cercados de Espino, uno de los más grandes y desconocidos de esta especie, se han sacado hijos para repoblar el barranco de Arguineguín, retirándose un camión de basura de su entorno.
La asistencia ha llegado también a varias encinas: las cuatro grandes de la finca de Samsó, en Agaete, que se han aislado de los pinos que crecen cerca y que en el incendio forestal de 2019 hicieron que se quemara una; y la de Los Picachos, en La Atalaya de Santa Brígida, un hermoso ejemplar con muchos retoños en la base sobre el que un italiano de paso intentó okupar para montarse una casa, un capricho que se consiguió abortar para devolver la zona a su estado silvestre.
Se ha intervenido asimismo en la palmera de las mil hojas del casco de San Mateo y el madroño de El Madroñal, en Santa Brígida. En la primera, la dueña de la parcela estaba a punto de podarle las hojas, que no se le caen ni muertas, porque tenía ratas. Bastó un anillo para impedirlo. En el segundo, que tenía las raíces al aire y en mal estado, se reconstruyó un muro para que el árbol tenga futuro.
Un palmeral y un eucaliptal
Las arboledas singulares en las que se ha actuado son el palmeral de La Sorrueda, en Santa Lucía de Tirajana, y los eucaliptos del barranco de San Miguel, entre Valsequillo y Telde.
En la primera, un bosque maduro de palmeras incluido en el catálogo macaronésico de arboles singulares, se hizo un desbroce para reducir el peligro de incendio y se habilitó un camino perdido hace 30 años que abrió el paisaje de la parte de atrás, entre otras acciones.
La segunda destaca porque los árboles están ramificados desde la base, señal de que se aprovecharon cuando eran chicos, pero son de gran porte, evidencia de que ese uso dejó de hacerse y los ejemplares, entre 30 y 35, crecieron sin amputaciones durante décadas.
En este caso se llegó a un acuerdo con los pastores que llevan su ganado a la zona para que la vegetación acompañante de los eucaliptos rojos sea respetada, se señalizó el aparcamiento y el paseo y se colocaron avisos de posible caída de ramas.
Además de las acciones de la Unidad Phoenix, por otros medios se ha intervenido desde 2019 en el drago de Pino Santo, en Santa Brígida -el último silvestre de Dracaena draco-, y con la Consejería de Cultura y el Centro Atlántico de Arte Moderno se colabora en la conservación de la Cycas circinalis de San Martín, localizada en el patio principal del futuro Museo de Bellas Artes de Gran Canaria.
El Servicio de Medio Ambiente del Cabildo ha colaborado en la confección de los catálogos de árboles y arboledas singulares de Telde y Guía, ha aportado información para elaborar los de Las Palmas de Gran Canaria y Gáldar y ayuda al de Santa Brígida en su posible ampliación.
Sin Ley de Biodiversidad no caben ordenanzas
Las ordenanzas que redactó para el Catálogo Insular nunca se aprobaron porque un informe jurídico del Cabildo concluyó que la corporación insular carece de competencias para aplicar esa normativa. Es así porque el Gobierno de Canarias no ha aprobado todavía la Ley de Biodiversidad y Recursos Naturales, que debe dar cobertura jurídica a los catálogos regional, insulares y municipales y ser el paraguas de las ordenanzas para su gestión.
Las especies más repetidas en el Catálogo Insular son palmeras, dragos y pinos. 55 de sus 77 fichas son de ejemplares de especies autóctonas, 30 no están en espacios protegidos y 11 no son visitables.