La salud mental flaquea: «Canarias apenas cubre la atención de los trastornos graves»
Afaes denuncia que no hay una planificación para atender la demanda actual y que la nueva dirección general ha supuesto un retroceso
En Canarias, los avances logrados en salud mental en las últimas décadas están dando un paso atrás. En los últimos dos años, tras la creación de la Dirección General de Salud Mental y Adicciones, se han unificado ambas áreas sin poner en marcha recursos específicos. El resultado: menos de la mitad de las personas con trastornos mentales de Canarias graves reciben atención, según advierte Andrés Mendoza, presidente de la Asociación Salud Mental Afaes Canarias.
Mendoza recuerda que 2020 marcó un punto de inflexión: aumentaron los trastornos graves, pero los recursos no crecieron al mismo ritmo.
Hoy, pacientes con esquizofrenia, depresión mayor o bipolaridad conviven en los mismos dispositivos con personas con patología dual y adicciones. «No solo no estamos atendiendo a las personas vulnerables con patologías y adicciones crónicas, sino que, además, las estamos colocando en recursos con personas con trastorno mental grave, con lo que estamos introduciendo el consumo de drogas en centros o en viviendas tuteladas, incluso en dispositivos de rehabilitación psicosocial, como el hospital Juan Carlos I», explica el presidente de esta asociación, pionera en Gran Canaria, con 36 años de experiencia en la atención de los problemas mentales graves.
«Este jueves, en una de nuestras viviendas tuteladas, se ha dado un caso de un paciente que le ha robado a otro las pastillas de Rivotril, que cotizan bastante en el mercado negro, para conseguir dinero con el que obtener una dosis de fentanilo y seguir consumiendo», relata.
Dispositivos escasos y compartidos
Los recursos disponibles para atender la salud mental siguen siendo escasos, tanto en las administraciones como en las entidades colaboradoras, como Afaes.
«Tenemos lista de espera en todos los centros y recursos residenciales. Contamos con 14 viviendas supervisadas y hay 80 personas en lista de espera», afirma el portavoz del colectivo, que lamenta que las plazas vacantes se cubran con personas con adicciones graves, cuando el colectivo no dispone de recursos ni formación para atenderlas adecuadamente. «Han colonizado los recursos de salud mental y no se les está dando el servicio que requieren, además de alterar la convivencia en los recursos residenciales. Nunca, hasta ahora, habíamos tenido estos conflictos, que son achacables a la gestión desordenada, discrecional y arbitraria que se viene haciendo desde hace tres años en el ámbito de la salud mental», señala el presidente de Afaes, entidad que actualmente dispone de 49 profesionales que atienden a 300 usuarios en cuatro centros de día y a través de distintos programas dirigidos a prevenir la dependencia, aumentar la autonomía personal y promover habilidades psicosociales.
Una hoja de ruta sin aplicar
La improvisación, denuncian, está rigiendo la gestión en este ámbito. Ni siquiera se sabe si el Plan de Salud Mental 2019-2023 va a tener continuidad. «El empeoramiento es notable porque el plan no se está ejecutando», lamenta Mendoza, quien recuerda que esta valiosa herramienta fue elaborada por 140 expertos en salud mental.
A través de alrededor de 140 escritos, Afaes ha pedido a la Consejería de Sanidad información sobre el desarrollo de las acciones previstas en el plan, pero ha recibido el silencio por respuesta. Mientras tanto, constatan cómo se refuerzan las campañas institucionales. «Aumenta el suicidio en Canarias, sobre todo en jóvenes. Tenemos la tercera mayor tasa del país. Automáticamente, se lanza una campaña de marketing para transmitir la idea de que se trabaja en ello, pero, tras un intento de suicidio, se atiende al paciente puntualmente en la unidad de internamiento de urgencias psiquiátricas y se le devuelve a casa porque no hay un programa adecuado para la atención y prevención del suicidio», se queja Mendoza.
Secretismo para tapar el trato indigno y arbitrario hacia los pacientes
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¿Por qué una persona con un trastorno mental lleva años esperando por una plaza residencial y otra, con un problema más leve, accede a ella en menos tiempo? Es algo que se le escapa a los gestores de Afaes. «Hay una notable falta de transparencia respecto a la salud mental en el Servicio Canario de la Salud. Esta opacidad permite actuar de forma arbitraria y discrecional en las derivaciones. Las listas de espera no son públicas. Ni siquiera el Instituto de Atención Social y Sociosanitaria del Cabildo de Gran Canaria las conoce», dice Andrés Mendoza.
La falta de plazas es obvia. «A diario atendemos a personas con trastorno mental o a sus familias que llegan pidiendo ayuda porque se ven desbordadas», dice Laura Pérez, gerente de Afaes, quien aclara que los usuarios acceden a la entidad derivados por las Unidades de Salud Mental, a través del Plan Insular de Rehabilitación Psicosocial de Gran Canaria.
La opacidad también afecta al Hospital Juan Carlos I. «No se atiende con dignidad a los pacientes; no se cumplen criterios básicos de limpieza, no se les da ropa adecuada ni una nutrición correcta. Todo es secreto. No te dejan entrar. Da pena ver cómo están allí, no se respeta ni su propia ropa», afirma Mendoza, que confiesa sentirse incómodo al denunciar esta situación. «Hay que decir la verdad».
Los recursos, insuficientes, no son exigidos por el Cabildo de Gran Canaria. «En esta isla, hace tres años que no se planea nada para la rehabilitación psicosocial. Por eso hay tanta gente pidiendo entrar a entidades como esta; no se ha creado nada», dice Mendoza, que cree que el excelso trabajo de las Unidades de Salud Mental se pierde al no revertir en una atención comunitaria, individualizada y continuada por falta de recursos.
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