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Canarias ha sido testigo, en apenas dos meses, del suicidio de una niña de 12 años en Tenerife y del intento de quitarse la vida de otro menor, de 13, en Gran Canaria. La dimensión de estos acontecimientos, tan próximos en el tiempo, ha abierto una profunda herida en el conjunto de la ciudadanía y una cascada de interrogantes.
La investigación por ambos casos continúa abierta y aún no ha trascendido la motivación de la conducta suicida, aunque el entorno de los dos menores denunció que sufrían acoso escolar. Sin embargo, los expertos advierten del peligro que supone «atribuir el suicidio a una causa concreta o única, ya que es un fenómeno multicausal», tal y como repara el psiquiatra de la Dirección General de Salud Mental y Adicciones del Servicio Canario de la Salud (SCS), Francisco Acosta.
«Cuando se atribuye un suicidio a una única causa nos estamos alejando de la realidad de este hecho y se corre el riesgo de que las personas vulnerables que se encuentren en la misma situación, se sientan identificadas y puedan ver el suicidio como algo comprensible», profundiza.
La conducta suicida resulta difícil de encajar a cualquier edad, pero si la realiza un menor, se vuelve todavía más desconcertante. Acosta explica que «los modelos teóricos que tratan de ofrecer una visión global del suicidio son diversos, pero siempre incompletos», debido a la complejidad del fenómeno.
No obstante, existen elementos destacables como es el «intenso sufrimiento, unido a un sentimiento de que no hay ninguna ayuda posible que pueda ser efectiva, lo que los profesionales denominan 'desesperanza'». Como consecuencia, se puede desarrollar un problema de salud mental, siendo el más frecuente la depresión, que aumenta el riesgo de conducta suicida.
La estructura de la sociedad actual, hiperconectada y marcada por las múltiples pantallas, no ayuda. El acceso a internet y a las redes sociales a edades cada vez más tempranas «probablemente comporta más riesgos que beneficios», incide el psiquiatra.
«Más allá de los problemas de adicción y repercusiones directas en la salud mental, como problemas de sueño, merma en el rendimiento académico o síntomas ansiosos y depresivos, existen múltiples contenidos sin control, potencialmente dañinos. Incluso portales en los que se fomenta el suicidio», ahonda.
No existen estudios que acrediten que la ideación suicida entre los más jóvenes está aumentando, pero la Fundación ANAR, que dispone de líneas telefónicas de ayuda a niños y adolescentes (900 116 111), y a su entorno (600 50 51 52), asegura que el 'feedback' que recibe por parte de los menores es «preocupante».
«El primer motivo de consulta hace 13 o 14 años, en nuestras líneas, era la violencia, pero desde hace tres ha habido un cambio significativo y es la salud mental, mientras que la conducta suicida, ideación e intento, es el número uno en peticiones de ayuda», reseña Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la entidad.
Tanto es así que la fundación atendió 5.198 consultas por conducta suicida en 2023, en el conjunto nacional. La tentativa de suicidio ya se había iniciado en 1.278 de ellas. Solo en Canarias, el 27,8% del total de consultas, 2.642, correspondió a ideas suicidas y autolesiones en 2024.
Díaz repara en que esta tendencia se agravó con la pandemia por covid y enumera algunos de los motivos más recurrentes a los que se asocia la conducta suicida en menores: la violencia en todas sus formas, el acoso y agresiones sexuales y los problemas de salud mental previos.
El último año del que se tienen datos definitivos de suicidios es 2023, cuando 241 personas se quitaron la vida en Canarias, siete de ellas tenían entre 15 y 19 años, de acuerdo con el Instituto Canario de Estadística (Istac). Esto refleja un descenso con respecto a 2022, cuando un niño de menos de 15 años y ocho personas de entre 15 y 19 se suicidaron.
El psiquiatra Francisco Acosta señala que la prevención del suicidio es compleja, por su carácter multicausal, pero existen algunos aspectos esenciales que la hacen posible. Uno de ellos se manifiesta cuando la persona afectada «se siente incapaz de afrontar un problema y su estado anímico por sí misma». Se trata del principal indicador para pedir ayuda.
Si una persona se ve afectada por ideas suicidas tiene a su alcance diferentes recursos básicos como es la línea telefónica 024 y la red asistencial y web del SCS, stopsuicidiocanarias.com.
Los centros educativos no universitarios canarios disponen de un Protocolo de intervención ante riesgo suicida detectado en instituciones educativas de Canarias, desde el inicio de este curso, impulsado por las consejerías canarias de Educación y Sanidad.
Los sindicatos docentes se han mostrado críticos con este documento, ya que consideran que es complejo y deposita demasiada responsabilidad en el profesorado, ante una cuestión tan delicada como es la conducta suicida.
Sin embargo, Acosta pone en valor este protocolo que, ante todo, «es una necesidad», tal y como recoge la ley de Protección de la Infancia y la Adolescencia de 2021, además de que todas las autonomías disponen de una herramienta como esta.
A su vez, puntualiza que «no modifica la atención clínica que se debe prestar por el SCS, ya que los profesionales sanitarios siguen siendo quienes deben realizar la evaluación clínica y la intervención terapéutica». Lo que sí establece son «directrices claras» sobre «cómo actuar cuando el riesgo suicida es detectado en el ámbito educativo», algo con lo que hasta ahora no se contaba.
«Vivimos en una sociedad más individualizada, en la que hay un salto ante tu dolor, en la que te dicen: bloquea y carga». El psicopedagogo Calixto Herrera, que trabaja para el área de Salud Escolar de la enseñanza pública canaria, analiza el marco social actual, que dificulta la detección de las señales de quienes sufren. «La sociedad vende un modelo de felicidad que se le escapa de las manos a las chicas y chicos, y parece que, quien se reconoce vulnerado, desorientado y vacío, es un fracasado», expone.
Para el psicopedagogo «sería muy necesario reivindicar una cultura de la atención, en la que incorporemos temas radicales, en el sentido de raíces, como la atención, la conciencia y el cuidado de las personas y entre las personas».
En este punto, repara en «eso que está tan de moda», que es la salud mental, un término que se utiliza muchas veces de «manera corriente, pero no consciente, y tiene que ver con las distancias cortas». Esto es, «el cómo nos hablamos, cómo nos saludamos, el preguntarnos: 'Oye, que te noto triste'. Son cuestiones muy cercanas y ahí comienza la prevención de la conducta suicida», ejemplifica.
El experto denuncia que están creciendo los «no lugares» en nuestra sociedad, que son espacios donde se transita, como mera mercancía, pero no se dan diálogos ni encuentros: «Parece que estamos constantemente en otra parte, y la soledad en esos lugares se come a nuestra gente. Esto hace que se genere un caldo de cultivo, donde el suicidio sea una opción a edades cada vez más tempranas», arguye.
Herrera reseña que es importante inculcar a los más jóvenes que los dolores del alma se deben comunicar: «Tenemos que desarrollar con los niños y niñas el músculo de que, cuando tú pides ayuda a un adulto y compartes tu dolor, eres fuerte. Tú eres valiente. Eres un héroe». Se trata de una tarea que compete a la población en su conjunto: «Supone darnos la mano a nivel escuela, comunidad, servicios comunitarios...».
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