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El plástico está matando al paraíso Chinijo

En silencio y haciendo mucho daño, el plástico se acumula en las playas del último paraíso canario, el archipiélago Chinijo. Formado por La Graciosa, los islotes de Alegranza y Montaña Clara, y los Roques del Este y del Oeste, aglutina un conjunto natural y paisajístico de valor único, que se está viendo seriamente amenazado por los más de 20.000 kgrs de plástico recogido por la Ong WWF en los últimos 20 años.

José L. Reina

Miércoles, 13 de junio 2018, 04:00

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La singularidad de los endemismos canarios, y la variedad, única en el mundo, de sus ecosistemas, hacen de las islas una de las zonas que presentan una de las más destacadas biodiversodades de la región templada del planeta. En concreto, el archipiélago Chinijo y los Riscos de Famara acogen en su territorio más de 2.000 especies que contribuyen de manera significativa al mantenimiento de la biodiversidad canaria, siendo las aguas del archipiélago Chinijo las que presentan mayor variedad de las islas, con una importante representación de los ecosistemas marinos canarios y de la mayor diversidad de especies de flora marina y peces de las islas.

Carencias y amenazas con mucho peligro

A pesar del esfuerzo de las diferentes administraciones en materia de prevención y protección, el espacio natural protegido marítimo terrestre más importante de Canarias, que a su vez es uno de los menos alterados por la actividad humana, presenta en la actualidad un panorama alarmante. Una serie de carencias y amenazas que ponen en serio peligro la continuidad de su frágil equilibrio. El plástico es, sin duda, uno de sus peores enemigos, por cantidad y por impacto. En términos numéricos, durante los 20 años que lleva WWF recogiendo plástico en la costa chinija, los más de 1.600 voluntarios que han trabajado en el proyecto, han recogido 26.100 kilos. En Alegranza, 15.500 kgrs, en La Graciosa 5.500 kgrs, y en el Risco de Famara, 5.050 kgrs, en estas zonas, sólo accesibles en barco o caminando sobre un sendero vertical de 400 metros de desnivel, según apunta la ONG.

El plástico puede entrar en la cadena alimentaria

Cada marea arroja sobre las playas de Canarias hasta 120 gramos de trocitos milimétricos de plástico por metro cuadrado de arena, testimonio de unos niveles de suciedad en los océanos que inquietan, porque el plancton puede incorporar esa basura (y sus contaminantes) a la cadena alimenticia. Diversos estudios llevan advirtiendo desde hace años de que los océanos están llenos de miles de toneladas de plástico que tardan décadas en degradarse y que, con frecuencia, matan de forma lenta y cruel a aquellos cetáceos y tortugas que se los comen pensando que se trata de calamares o medusas, porque les obstruyen el estómago.

Un estudio con resultado nada optimistas

Durante un año, entre 2015 y 2016, la doctora en Biología Alicia Herrera y otros miembros de su equipo visitaron dos veces al mes las playas de Famara (Lanzarote), Lambra (La Graciosa) y Las Canteras (Las Palmas) para recoger muestras de microplástico. La más contaminada de todas ellas, es sorprendentemente, la menos transitada, la de Lambra, en La Graciosa. El principal motivo, su ubicación. Ubicada al noroeste de La Graciosa, y al norte de Canarias, convierten a esa playa en un lugar tristemente privilegiado para ser uno de los basureros naturales más maltratados del planeta.

El mediterráneo, el gran perjudicado

Tal y como apunta WWF, Europa es el segundo productor mundial de plásticos, después de China, que vierte de 150.000 a 500.000 toneladas de macroplásticos y de 70.000 a 130.000 toneladas de microplásticos al mar cada año. La mayoría de estos plásticos llegan al Mar Mediterráneo, lo que supone una gran amenaza para la vida marina. Los grandes trozos de plástico hieren, asfixian y, a menudo, matan a los animales marinos, incluidas las especies protegidas y en peligro de extinción, como las tortugas. Pero son los microplásticos, fragmentos más pequeño, los que alcanzan niveles récord en el Mar Mediterráneo. La concentración de microplásticos es casi cuatro veces mayor que en la “isla de plástico” del océano Pacífico Norte. Al entrar en la cadena alimentaria, estos fragmentos amenazan a un número cada vez mayor de especies animales, así como a la salud humana.

Impactos económicos

Los sectores económicos clave del Mediterráneo, especialmente la pesca y el turismo, se ven afectados negativamente por la contaminación plástica. Se calcula que los residuos marinos causan una pérdida económica anual de 61,7 millones de euros a la flota pesquera de la UE. Esto se debe a la reducción de las capturas y daños a los buques, mientras que las playas contaminadas pueden desanimar a los turistas con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo en el sector.

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