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Demasiado microplástico en nuestras playas

Demasiado microplástico en nuestras playas

Las playas canarias, sobre todo las que se orientan hacia el norte, tienen altos niveles de contaminación de microplásticos que se asocian a periodos de fuerte oleaje y viento. Las Canteras en la capital grancanaria, Famara en Lanzarote y Lambra en La Graciosa centran una investigación de la ULPGC que enciende las alarmas.

Teresa Artiles y / Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 8 de diciembre 2017, 10:13

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El trabajo de investigadores del grupo Eomar del instituto EcoAqua de la Universidad grancanaria incluye la primera monitorización de la playa de Las Canteras para analizar la contaminación por microplásticos. «Nuestras conclusiones suponen un toque de alerta a la sociedad, hay que tomar medidas a nivel global, pero también a nivel local hay que poner nuestro grano de arena», señala May Gómez. La investigadora de la ULPGC explica que los microplásticos analizados que llegan a las playas son basura procedente del norte de Estados Unidos y Europa arrastrada por la corriente del Golfo y la de Canarias, aunque también se detecta «contaminación propia».

Para realizar la investigación se analizaron muestras en la línea de marea recogidas durante 2015 y 2016. Como dato, en Las Canteras los investigadores llegaron a recoger una acumulación de microplásticos en una media de 5,4 g/m2, «lo que representa valores similares a los referenciados en países asiáticos como Hong Kong», alerta May Gómez.

La investigación Microplastic and tar pollution on three Canary Islands beaches: an annual study (Contaminación por microplásticos y alquitrán en tres playas canarias: un estudio anual) ha sido publicada en la revista científica Marine Pollution Bulletin y vuelve a encender las alarmas sobre el grave daño que conllevan los vertidos de plásticos al mar, que se desintegran en porciones muy pequeñas y son ingeridos por el zooplancton, que a su vez comen peces que consumen otros peces y el ser humano. Los investigadores han analizado pescado que se vende en cofradías de las islas y han encontrado algún microplástico en el estómago del 78% de los ejemplares estudiados, señala Gómez.

Además, los plásticos no se introducen en la cadena trófica solos, sino que vienen acompañados de multitud de contaminantes químicos que se adhieren a ellos. Aunque aún se está evaluando los efectos concretos sobre la salud, sí está contrastado científicamente que los tóxicos detectados –pesticidas, DDT o PCB, entre otros– actúan como disruptores endocrinos que alteran el sistema hormonal y pueden tener efectos cancerígenos o causar infertilidad en hombres.

«Todavía estamos a tiempo de revertir esta situación utilizando materiales no plásticos y biodegradables o que se puedan reutilizar y no vertiendo estos contaminantes», destaca la investigadora de la ULPGC. En el mundo solo se recicla el 20% del plástico que se produce y gran parte de estos residuos acaban en el mar. Una simple botella tarda 500 años en destruirse y en este tiempo actúa como un imán para todos los contaminantes tóxicos que luego entran en la cadena alimentaria.

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