Borrar
Directo Sanidad aborda los programas de atención a la salud mental
Cuando caminar no es un capricho

Cuando caminar no es un capricho

Las personas con trastornos del espectro autista celebraron su día internacional confinadas y, aunque pueden pasear, sufren insultos desde los balcones. El encierro aumenta el estrés de quienes tienen párkinson, alzhéimer o discapacidad

Viernes, 17 de julio 2020, 03:26

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La «policía de los balcones» hace estos días su ronda increpando a todo aquel que se salte la cuarentena. Pero el confinamiento no hace mella en todas las personas por igual. Quienes padecen un trastorno del espectro autista (TEA) sufren más la ruptura de las rutinas y la falta de actividades en las que volcar su ansiedad. Ayer se celebró el día internacional de concienciación sobre el autismo y pidieron «comprensión» y medidas para que puedan ejercer sus derechos y libertades. De hecho, el Gobierno permite, pese al estado de alarma, que salgan a pasear cada día.

Eli Machín, de la Asociación Aspercan (atienden a 200 familias), relata lo «complicado» que es para las personas con Asperger este confinamiento. «El autista necesita a la sociedad para incluirse, y ahora tienen que estar aislados. Lo viven con más ansiedad y nerviosismo». Se han cancelado todas sus actividades, y aunque las asociaciones intentan mantenerlas telemáticamente se pierde el contacto físico tan necesario en estos casos. Además, añade, si salen a pasear «la gente las increpa. Lo han hecho con varias familias de la asociación», lamenta. «La sociedad nos ayuda siempre que sea solidaria y comprensiva. Deberían concienciarse», añade. «El Asperger se entiende como una discapacidad social. Por lo tanto la circunstancia es más difícil que antes».

Otros casos

En Alzhéimer Canarias el problema que detectan es el estrés de los cuidadores, señala Lorena Álvarez. La parte «positiva» de esta enfermedad es que quienes la padecen no recuerdan cuanto hace que no salen. Sus cuidadores, en cambio, sí, y ahora no tienen el alivio del centro de día, cerrado r la crisis sanitaria.

Luisa Alemán, de la Asociación Párkinson de Gran Canaria, recuerda que los enfermos han dejado de hacer fisioterapia y que aunque lo intentan por medios telemáticos, lo que mas les preocupa es que dejen de hacer los ejercidos de estimulación cognitiva. Además, explica, «según el estadio (de la enfermedad) les afecta más o menos, se ponen más nerviosos, les afecta a la movilidad...». También son días duros para mantener económicamente las asociaciones. Aún no han llegado las ayudas a cuenta del IRPF y eso obliga a las ONG a plantear eres y reducciones de plantilla, lamenta.

En Down Las Palmas también han apostado por la formación virtual, afirma la directora técnica, Fátima Peñate. «Lo más importante era seguir cerca de nuestras familias y personas con Down y lo estamos haciendo». Para ello generan «rutinas», añade, y ofrecen

1.700 familias

Carmen Laucirica es la presidenta de Plena Inclusión. La asociación que engloba a casi una treintena de ONG, atiende a personas con cualquier tipo de discapacidad intelectual, 1.700 familias en total en Canarias. Desde esa visión general Laucirica reconoce que las cosas «van bien dentro de lo que cabe» en este confinamiento impuesto por la crisis sanitaria. Recluirse con niños que requieren una atención especial no es fácil, explica, y cuando pero lo están pasando, «falta comprensión» por parte de la sociedad, en referencia a las personas que los increpan por salir a pasear.

Vídeo.

Nayra Cruz Corujo y su hijo, de 11 años, llevan «bien» el confinamiento. El pequeño tiene un trastorno del espectro autista (TEA), pero han logrado establecer «una rutina» nueva, adecuada a la situación. Cambiar los hábitos de vida afecta a todo el muno, pero en particular a quienes tienen algún tipo de discapacidad o enfermedad neurológica. «Los tres primeros días fueron un poco de incertidumbre, pero cuando nos aprobaron lo de los paseos fue mejor», reconoce. Sin embargo, este permiso de salir aún en un estado de alarma y confinamiento se convierte a veces en «un infierno» por la falta de solidaridad de algunas personas. «Es que no comprenden que es necesario. Los niños con TEA tienen un nivel de estrés por las nubes. Mi hijo, en su vida diaria, está mañana y tarde haciendo actividades. Por la mañana en el cole y por las tarde hace surf, nada en la piscina... está acostumbrado a hacer mucho deporte», comenta. Esto les ayuda a «tranquilizarse» porque si tiene una crisis «se autolesiona, es terrible».

Cruz afirma que a ella misma la han increpado cuando ha salido con su hijo. «Pido solidaridad, respeto y empatía. Yo he tenido problemas con la policía que viene a sancionarnos sin dejarnos dar explicaciones. Después nos piden disculpas, pero es un mal trago y con mi hijo delante». De hecho, abunda, «asustan al niño y convierten l que debería ser un paseo terapéutico en un infierno, una tortura», afirma. Es más, a algunas familias, comenta, «les han llegado a tirar lejía desde el balcón, o huevos», lamenta Nayra Cruz.

Para evitar estos encontronazos y que los vecinos los increpen Nayra Cruz lleva a hora a su hijo en coche hasta una zona en la que pueda caminar. «El problema ahora son los otros coches, que nos ven. El otro día un camión nos pitó y le metió un susto terrible a mi hijo», asegura. «¿Pero en qué cabeza cabe? Que razonen un poco. Qué madre sale con su hijo a la calle, con unen una situación como esta?», se pregunta.

Nayra Cruz ha grabado un vídeo para denunciar esta situación y también para difundir que está en contra de utilizar un distintivo que «marque» a las personas con TEA. «Me parece que es como si nos fuéramos a otra época marcando a la gente. Lo que tienen que hacer es meterse en sus vidas», afirma.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios