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La directora de la oficina del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Nieves Sánchez, en su puesto de trabajo en la capital grancanaria. COBER

«En las coladas de La Palma se ha destrozado mucho»

La directora de la oficina del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Canarias, Nieves Sánchez, lamenta ver cómo se destruyen los nuevos valores geológicos del volcán palmero en pro de la reconstrucción

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 12 de diciembre 2023, 01:00

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A Nieves Sánchez la vida le cambió el 12 de septiembre de 2021. Desde entonces su trabajo al frente de la oficina del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Canarias pivota sobre el volcán de La Palma. Este miércoles se cumplen dos años del final de aquella erupción cuyos riesgos aún se mantienen.

- El IGME se ocupa de los riesgos asociados a la erupción. El semáforo por riesgo volcánico sigue amarillo, ¿qué riesgos perduran?

-En toda zona erupción hay varios riesgos. Las temperaturas siguen siendo muy altas. Hemos medido en el cono hasta 670 grados a cierta profundidad. Hay zonas del cráter donde se siguen viendo incandescencias. En superficie, a pesar del tiempo que ha pasado, sigue registrándose en muchas zonas hasta 200 grados. En la carretera del Cabildo tenemos 20 puntos donde monitorizamos las temperaturas. En la mitad de esos puntos las temperaturas han bajado un poquito, pero en la otra seguimos teniendo puntos con hasta 300 grados a un metro de profundidad y a 500 grados a tres metros de profundidad. Hay sitios con temperaturas muy altas en las coladas que no se han enfriado nada en los últimos meses. Hay una zona en la parte central de la carretera -donde hay lavas pahoehoe- que tiene la superficie más caliente, 200 grados, porque ese tipo de lava trasmite bien el calor.

- Más allá de las temperaturas, hay más riesgos volcánicos.

-Además de las temperaturas otro riesgo es la emisión de CO2 en Puerto Naos y en La Bombilla; aunque no llegaran las coladas hasta allí es una zona afectada por los gases magmáticos asociados a la erupción que mantienen a mucha gente evacuada, y la posibilidad desprendimientos en muchas zonas sigue estando ahí, y más con la cantidad de movimientos de tierra que se están haciendo, aunque es el menor de los problemas. Y también hay fracturación; hay dos fallas en el borde norte y sur de las coladas que se siguen midiendo. No es que vayan a producir un terremoto, como en las fallas tectónicas, pero sí se van moviendo lentamente y producen grietas en casas y vías. Es un problema para la reconstrucción de esas viviendas. Y otro problema añadido es la posibilidad de que se produzcan flujos hiperconcentrados, es decir, que las lluvias produzcan la removilización de los piroclastos que cayeron durante la erupción. En muchas zonas se acumuló mucho material y la lluvia fuerte lo puede movilizar. Estamos trabajando en modelizar la cantidad de lluvia necesaria para provocar esa movilización y qué daños causaría.

- ¿Han tenido ocasión de explorar el campo de lavas?

- Estamos explorándolo, sobre todo para hacer una cartografía detallada de las coladas, con el tipo de lavas que hay en cada zona, y para estudiar los centros de emisión que fueron apareciendo durante la erupción e identificar las fracturas y los trazados de los tubos volcánicos y sus accesos. Los tubos volcánicos son canales por los que la lava se movió durante la erupción y en muchos momentos no se podían ver, como ocurrió en los deltas lávicos que seguían creciendo con la lava que llegaba bajo la superficie por tubos. Estamos estudiando todo esto porque implica un peligro para las posibles infraestructuras que se puedan construir. Si se proyectan encima de una zona con tubos volcánicos, que tienen temperaturas muy altas, puede suponer un riesgo.

- Los gases de La Bombilla y Puerto Naos los vigilan IGN e Involcan, ¿cuál es el papel del IGME allí?

- Siempre hemos mantenido que era importante conocer qué proceso provocaba esas emisiones de C02 en Puerto Naos y La Bombilla y en qué puntos concretos. El acuífero está jugando algún tipo de papel en que esos gases estén en esa zona pero, como no se puede acceder al acuífero por los propios gases, estamos haciendo junto al Cabildo un estudio geofísico para saber a qué profundidad está el acuífero. Una vez sepamos a qué profundidad está, se podrán hacer sondeos hidrogeológicos para muestrearlo y saber si acuífero lleva C02 y cómo se comporta.

- ¿Han identificado las partes más valiosas del volcán?

- Aplicamos la metodología para evaluar los lugares de interés geológico para identificar los elementos volcanológicos de interés. Una vez identificados se cuantificó su valor científico, cultural y patrimonial y se hizo una especie de ranking de los lugares con un valor más alto y cuáles de esos lugares corren más riesgo de desaparecer. Con esa información, se propuso una serie de zonas a proteger para evitar que se pierdan atendiendo a que los valores sean los más altos posibles y a que se pueda compaginar la protección del valor geológico con las necesidades de reconstrucción de la gente. Básicamente propusimos tres zonas a proteger; una en el cono y dos en los deltas, aunque en el Decreto Ley de Reconstrucción han modificado esas zonas y al final no sabemos qué protección van a tener, si es que la van a tener.

- ¿Se protegieron estas zonas?

- La parte del cono sí, pero la zona de los deltas se ha recortado por las presiones, básicamente, de los agricultores. En la parte norte del delta sur propusimos la protección de un canal lávico completo que baja desde el acantilado, pero en la versión final del decreto no aparece. Las presiones han podido más que el valor geológico a proteger. Tampoco el decreto alude a las bandas de deformación -las fallas en los bordes sur y norte de las coladas- que entrañan un riesgo para quienes construyan en esa zona.

- En el Parlamento de Canarias, Carmen Romero, de la ULL, alertó de que ya se había destruido patrimonio geológico en la fajana. ¿Se ha destrozado mucho?

- Sí, mucho. A pesar de todos los intentos por advertirlo y a pesar de que el decreto en vigor impedía la construcción sobre las coladas, se ha movido mucho material. Hay palas excavadoras por todas partes. Se han abierto caminos donde estaban previamente. Esas vías estaban allí porque se adaptaban a la topografía previa que lo permitía pero esa superficie se ha modificado, pero ahora hay una realidad nueva con una topografía diferente. Empeñarse en abrir un camino donde estaba antes, no es la mejor forma de reconstruir, pero es lo que se está haciendo. Sería mejor adaptarse al nuevo territorio y ver qué necesidades hay y no recuperar las carreteras anteriores tal y como estaban. Se han abierto muchos caminos que se pueden ver en cualquier imagen aérea. Las fajanas es territorio nuevo, propiedad de todos y, sin embargo, se han hecho obras en virtud de una emergencia y se siguen haciendo obras. Han aparecido una especie de cantera y un vertedero que no tiene ni estudio de impacto ambiental ni nada. Al menos, no hemos conseguido información sobre eso. Cuando hemos visto algo, hemos hecho un informe y lo hemos enviado al presidente del Cabildo. Lo que haya sucedido después, no lo sabemos.

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