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El recuerdo de Carin sigue presente

Por encima de los destrozos materiales, del recuento de pérdidas y el daño ambiental, el incendio de 2017 de la cumbre de Gran Canaria siempre estará marcado por la terrible pérdida de Carin. Sus vecinos, que cuidan de sus animales, aún siguen consternados por la trágica pérdida.

Miércoles, 11 de octubre 2017, 20:34

El recuerdo de Carin Birgitta Ostman sigue muy presente en el entorno de Las Mesas de Ana López, donde vivía hace dos décadas dedicada a sus animales. A escasos 600 metros de su casa, intacta a pesar del entorno carbonizado, apareció su cuerpo junto a sus ovejas a las que trató de salvar tras avisar a los vecinos de la amenaza del fuego aquel miércoles 20 de septiembre. Mientras el resto de lugareños huyeron a toda prisa animados por la ciudadana sueca debido la cercanía de las llamas, Carin decidió quedarse tratando de llevar a su rebaño dirigiéndolo a una poza que hay al fondo de un barranco cercano. Sin embargo, allí encontró la muerte creyendo que su vivienda, que finalmente no se vio afectaba, iba a ser pasto de las llamas.

Ya nada volverá a ser igual en aquel lugar. Las laderas volverán a teñirse de verde con las primeras lluvias, el trasiego de sus vecinos vuelve a ser rutina en el cuidado de las bestias y sus tierras de labranza, pero semanas después de la desgracia, el recuerdo de Carin, por su cercanía y generosidad, es un vacío difícil de llenar.

Así lo admite, con la voz entrecortada Juan Mayor, que tras horas de incertidumbre, fue el que se encontró el cuerpo de su vecina cerca de su casa. «Semanas después de lo ocurrido sigo sin poder hablar del asunto. Es muy difícil olvidar algo así. Una cosa es que pierdas cosas materiales, incluso animales, todo eso se repone y vuelves a empezar de cero. Pero es muy complicado superar la pérdida humana. Y más una persona como ella con la que convivíamos a diario», asevera Mayor, que aún se ocupa de los animales de Carin que se salvaron junto a su casa. «Nadie ha venido por aquí y nosotros nos hemos ocupado de los animales poniéndoles de comer. Carin era una persona que se desvivía por sus ovejas y gallinas, por lo que no es extraño que se quedase para tratar de salvarlas. Lo que pasa es que nadie pensaba que el fuego llegase aquí tan rápido. Ella misma fue la que se encargó de avisarnos a nosotros», recuerda agradecido su vecino, que sí tuvo tiempo para salvar a sus caballos antes de marcharse del lugar. «Ella era una mujer muy generosa, muy querida por todos los vecinos. Yo la conocía desde hacía unos seis años y nos ayudábamos a diario en el cuidado de los animales. Estamos todos muy afectados por su pérdida. Algo así te marca para siempre», resumen visiblemente afectado Juan que, como todos, vuelve poco a poco a la rutina tras el incendio.

El precinto policial aún corta el paso a la casa de Carin. Entera, sin daños, con los corrales como los dejó. El silencio, antes sonido natural de este pago de San Mateo, torna en macabro por el entorno ensombrecido del fuego. La quietud solo es interrumpida por el balido de las ovejas y otros animales de los rediles cercanos. Como si, en forma de homenaje, recordasen su ausencia.

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