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(Post) electorales divertimentos

Jueves, 1 de enero 1970

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Hace menos de un mes cuestionaba en un artículo de opinión publicado en CANARIAS7, bajo el título Divertimentos electorales, el ejercicio de automático traslado de los resultados de las elecciones generales del 28 de abril a las autonómicas que se celebrarían apenas un mes más tarde. Lo llevaron a cabo muchos medios de comunicación del Archipiélago y, también, se produjo en el ámbito estatal. Planteando unos futuribles mapas electorales en comunidades y municipios completamente disparatados. Las elecciones del 26 de mayo confirmaron que eran eso, divertimentos, entretenimientos estadísticos sin la menor base sociológica y abocados a estrellarse frente a la realidad.

En nuestro caso, el de Canarias, esas periodísticas especulaciones proyectaban un nuevo Parlamento en el que PSOE y Unidas Podemos tendrían una justa mayoría absoluta, con 36 escaños, 23 del PSOE y 13 de UP. Quedando como sigue el resto de la Cámara de Teobaldo Power: PP 13, CC nueve, los mismos que Ciudadanos, Vox (tres) y Nueva Canarias (cero).

Señalaba entonces que la realidad que arrojarían las urnas se parecería bien poco a ese ejercicio tan poco riguroso. «No va a resultar tan fácil ese posible Ejecutivo de izquierdas con mayoritario apoyo parlamentario. Es posible que el PSOE se acerque a 23. Pero ni UP logrará 13 (probablemente obtenga la mitad), ni CC se va a quedar solo en 9 (con toda seguridad tendrá más de 15) ni va a ser superado por el PP ni por UP. Ni Ciudadanos llegará a los nueve, ni NC quedará fuera. Ni Vox que, con toda seguridad retrocederá respecto al 28A, obtendrá representación. Y los 2-3 de Casimiro, que obviamente no concurrió a las elecciones generales del 28A, parecen poco modificables», dije en el referido artículo.

pronóstico. Puedo afirmar, no era muy difícil, que no estuve muy lejos en el pronóstico, bastaba un pequeño conocimiento sociológico del comportamiento electoral en las Islas, respecto a lo que luego sucedió. Una vez más se equivocaban gravemente quienes trasladan los comportamientos electorales de unos comicios a otros. Cada uno tiene su contexto, sus niveles de participación, las razones por las que votar a esta u otra opción; en el caso de abril muy condicionadas por el fantasma de la ultraderecha, el trifachito andaluz y la terrible foto de Colón. Y, además, el electorado, o buena parte de él, es capaz de discriminar su voto en función de si es para elegir el alcalde de su municipio o para situar a un diputado en las Cortes.

Y, asimismo, afirmaba en aquel artículo de opinión del pasado mayo que los partidos nacionalistas o regionalistas obtienen mucho mejores resultados en las locales y las autonómicas que en las generales. En Cataluña, Euskadi o la Comunidad de Valencia, ejemplificando con el reciente caso de Compromís en abril en las generales y en las autonómicas adelantadas en la Comunitat de Valencia.

También ocurre, históricamente, en Canarias, donde los electores y electoras manifiestan un comportamiento significativamente diferenciado con relación a los partidos nacionalistas, que incrementan notablemente su apoyo electoral en las autonómicas y pierden bastante peso en las generales. O al revés, como ustedes prefieran.

Esto se pudo observar de manera nítida en los pasados comicios con relación a las dos formaciones del nacionalismo insular, CC, que obtuvo dos escaños en el Congreso, y NC, que perdió su representación en Congreso y Senado. Juntos alcanzaron más de 173.000 papeletas, algo más del 18%, de las que 137.196 correspondieron a CC y 36.193 a NC.

autonómicas. Ahora, en las recientes autonómicas, las organizaciones nacionalistas suman por encima de los 270.000 votos, más del 31% de los votantes, de los que más del 22% corresponde a Coalición, mientras que NC supera ligeramente el 9%. Si hiciéramos el mismo ejercicio de traslado a unas hipotéticas elecciones generales anticipadas quedaría de la siguiente manera en Las Palmas: PSOE (3), PP (2) NC (1), CC (1) y Ciudadanos (1). Bien distinto, como se puede observar, al que se produjo el 28A. Y, con toda seguridad, poco que ver con lo que se produciría realmente si los partidos, irresponsablemente, bloquearan la investidura de Pedro Sánchez y hubiera nuevas elecciones en otoño.

En el nuevo Parlamento canario, ahora con 70 diputados y diputadas, habrá 42 escaños de formaciones de obediencia estatal; tres de ASG, que son puramente insulares, y 25 de organizaciones que se reclaman del nacionalismo. El conjunto de los partidos estatales en la Cámara -PSOE, PP, Podemos y Ciudadanos-, aúna el 60% del voto en los recientes comicios, y los de obediencia canaria en torno al 31%; el resto corresponde a partidos que, por sus débiles resultados, se han quedado sin representación, de muy diversa índole, desde Vox a los independentistas de Ahora Canarias pasando por PCPC, LG-GV, PACMA, IUC o Nivaria.

Con relación al poder municipal en las islas, el PSOE es con diferencia la primera fuerza con 415 concejales y concejalas electos, seguido del PP con unos 240. Por detrás se sitúan CC, con unos 230, y NC, en torno a los 160, muy por delante de Podemos y sus múltiples denominaciones locales, 42, y de Ciudadanos, con apenas 32, lo que conforma su talón de Aquiles en estos comicios, con repercusiones en sus niveles de presencia en el resto de las instituciones. Para saber el cómputo global de alcaldes habrá que esperar hasta el 15 de junio: en muchos municipios todo se encuentra a expensa de los pactos. Hay numerosos municipios con mayorías absolutas, aunque estas son más escasas en el actual panorama multipartidario. En Gran Canaria, once, de ellas cinco de NC, tres del PP, dos de partidos afines a CC y una del PSOE.

En los cabildos, las propuestas nacionalistas o insularistas obtienen más de un tercio de los consejeros y consejeras elegidos el pasado 26 de mayo. Y presidirán inicialmente las corporaciones insulares de Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura, La Palma y La Gomera, al haber sido las más votadas. El PSOE, las dos restantes, Lanzarote y El Hierro. En definitiva, cada maestrillo con su librillo y cada elección con sus análisis y circunstancias propias y nada extrapolables.

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