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Un tuit de Edmundo Ventura en la jornada electoral del 26M advertía de que ya no se hacen análisis «usando el eje nacionalismo/centralismo sino que se limitan a izquierda/derecha. Sin embargo, el nacionalismo es una sensibilidad política bastante persistente. Al tiempo». A continuación, Ventura destacaba el error de «tratar a Canarias electoral y políticamente» como si fuera Ceuta o La Rioja, cuando aquí se dan unas circunstancias bien distintas. Y, en otro posterior, se atrevía a pronosticar que «el voto nacionalista conjunto no bajará del tercio del voto emitido hoy en Canarias». Estuvo muy cerca.

Lo que señalaba Ventura en sus tres tuits es fruto de un largo proceso histórico. De un fenómeno minoritario, pero de enorme relevancia política, en los años 70/80 del pasado siglo, el nacionalismo ha tenido presencia en Canarias con distintas formaciones. Pueblo Canario Unido (PCU) y, sobre todo, Unión del Pueblo Canario (UPC) en su fase inicial, definidos en torno a la exigencia del derecho a la autodeterminación de las Islas y con programas de transformación económica y social que los situaban en la izquierda del espectro político.

Entonces estaba muy localizado territorialmente, en las dos islas más pobladas, y limitado dentro de ellas a los entornos urbanos. Lo que no impidió una significativa presencia institucional en las dos capitales canarias (con la alcaldía en Las Palmas de Gran Canaria y siendo la principal fuerza de oposición, con seis concejales, en Santa Cruz de Tenerife), así como en La Laguna, en los cabildos insulares de Gran Canaria y Tenerife e, incluso, en el Congreso de los Diputados por la circunscripción de Las Palmas, con Fernando Sagaseta.

ican. Más tarde Iniciativa Canaria (ICAN) -tras otras experiencias, como Asamblea Canaria Nacionalista o Izquierda Nacionalista Canaria- ya desde el autonomismo y la máxima exigencia de autogobierno para el Archipiélago, ocupó ese espacio del nacionalismo progresista. De su confluencia con sectores moderados (muchos de ellos procedentes de la implosión de UCD a principios de los años ochenta), que decidieron apostar por proyectos de obediencia canaria, como las AIC, surge Coalición Canaria en 1993 y desde entonces ha presidido el Gobierno; y tenido un alto nivel de poder en cabildos y ayuntamientos de todo el Archipiélago.

En solitario o con coaliciones con el PP, en numerosas ocasiones, y con el PSOE, en la legislatura 2011-2015, con Paulino Rivero al frente, y en el primer año de Fernando Clavijo, antes de que defenestrara a los socialistas de su Ejecutivo, gobiernan Canarias desde la moción de censura a Saavedra de abril de 1993.

En este siglo se produce la ruptura del sector más de izquierdas y la constitución de Nueva Canarias. Casi toda su representación se encuentra en Gran Canaria (aunque en los comicios del domingo han crecido de manera importante en Fuerteventura), con una gran base municipalista que, tras los resultados del 26M le puede dejar al frente de una decena de corporaciones locales en la isla, la mitad de ellas con mayoría absoluta. Además de presidir el Cabildo insular y tener grupo propio en la Cámara canaria.

coalición. CC es mucho más fuerte, dirige el Gobierno y tiene mayores alianzas empresariales y mediáticas, así como presencia elevada en todos los territorios, salvo La Gomera, antaño indiscutible feudo socialista, hoy de Casimiro Curbelo y los suyos. Coalición es más débil en Gran Canaria pese al crecimiento que le ha supuesto su alianza con José Miguel Bravo, que le ha aportado unos 18.000 votantes que, fundamentalmente, integran un grancanarismo conservador, con escasos perfiles nacionalistas. Las siete estrellas, entre más lejos mejor.

Claro que alguno me puede objetar que lo de CC más que nacionalismo es regionalismo, más cercano a UPN que al PNV o CiU, referencias con las que ha mantenido históricas relaciones. O, incluso yendo más allá, que en Canarias no hay nacionalismos porque no están presentes auténticas reclamaciones soberanistas. Lo dejo para otro debate. Si lo prefieren hablo aquí de formaciones canarias cuyas sedes centrales se encuentran en nuestra Comunidad y que no deben obediencia a ninguna organización estatal.

Desde ese punto de vista, las recientes elecciones del 26 de mayo han confirmado la presencia de ese espacio que se mantiene desde hace años en torno al 30% de los votantes en los comicios autonómicos. La cifra, como se sabe, disminuye significativamente cuando se trata de elecciones generales.

Respecto al 26M, el nacionalismo se situó cercano al 31% (21,82% CC y 9,02 NC), un resultado superior al de 2015 pero inferior al de los comicios autonómicos de 2011, en los que alcanzó el 34,01%.Eso nos sitúa con datos similares a los de la Comunidad Foral Navarra, pero muy por debajo de los que se producen en Cataluña (por encima del 45%, incluyendo a la CUP, en diciembre de 2017) y el País Vasco (59% en las elecciones de 2016).

Esto supone casi duplicar el resultado que el nacionalismo consiguió conjuntamente en las generales de un mes antes, cercano al 16,50%. Y de los 192.000 votos de entonces a los más de 275.000 de ahora, pese a la notable reducción de la participación en las autonómicas con relación a las generales de abril.

Por islas, el mayor porcentaje de voto en ese espacio se dio en los comicios del 26M en El Hierro (38,98%) y Lanzarote (37,61%). Los menores en La Gomera (11,91%) y Gran Canaria (29,46%). En esta ocasión, con 25 diputados y diputadas (los mismos que el ganador PSOE), supera los 23 obtenidos en 2015, pero no hay que olvidar que en un contexto distinto: ahora se eligieron diez más, el añadido a Fuerteventura y los nueve de la lista autonómica.

En definitiva, el espacio nacionalista en Canarias existe. Y, elección tras elección autonómica, se mantiene en niveles cercanos a un tercio de las papeletas. Con todas las contradicciones, debilidades y fortalezas. Y un apunte final: el soberanismo. En esta ocasión concurrió bajo las mismas siglas, Ahora Canarias, la inmensa mayoría del espacio independentista, obteniendo el 0,3% y poco más de 2.500 votos. Lo que debiera animarlos a una serena reflexión y a un replanteamiento de la estrategia si quieren influir mínimamente en la sociedad de las islas y, al menos, en sus sectores nacionalistas o canaristas.

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