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Tenerife, el poder de ATI y las carreteras

Tenerife, el poder de ATI y las carreteras

Jueves, 1 de enero 1970

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Al presidente del PP de Canarias, Asier Antona, se le nota muy cabreado con Coalición Canaria, por el asunto de las carreteras. No es para menos. Los de CC miran para él y para Rajoy, los señalan directamente, ante sus fracasos. Coalición Canaria tiene un inmenso agujero de gestión en materia de carreteras. Su feudo, Tenerife, padece un colapso constante en sus arterias principales de acceso a Santa Cruz. Los ciudadanos están cansados de las horas que pierden cada día en las inmensas colas. Si hay que señalar un fracaso estrepitoso es el de las carreteras de Tenerife, atribuible a una escandalosa falta de planificación a largo plazo. Gran Canaria comienza a ser un auténtico problema. Los accesos a la ciudad en horas puntas se colapsan a diario, y la circunvalación, cuyas obras comenzaron hace 20 años y acaban ahora, se ha hecho pequeña.

Antona, reventado por el cruce de acusaciones que le llegaron desde el Gobierno de Canarias, dijo ayer en la Cope que el ejecutivo había introducido en la adenda y en el nuevo convenio de carreteras que se negocia en Madrid, obras fuera de catálogo, proyectos desechados por los cabildos, y otras que ya estaban finalizadas e inauguradas en la etapa de Paulino Rivero.

El vicepresidente del Gobierno, Pablo Rodríguez, responsable directo del asunto de carreteras, siguió echando leña al fuego señalando a Antona como un elemento distorsionador de las negociaciones con el Ministerio de Fomento, cuando lo que debió aclarar es que le estaban descubriendo las cartas en Madrid, donde, por cierto, suelen funcionar solos cuando negocian y llevan y traen papeles. No es mentira lo que ayer denunció Antona, tanto en la adenda con la que negocia Pablo Rodríguez, como en el texto del nuevo convenio de carreteras, existen obras ya inauguradas, cuya factura se quiere pasar a Madrid. No he examinado a fondo los documentos, pero se incluyen presupuestos de la I y II fase de la Circunvalación de Las Palmas de Gran Canaria, obras que comenzaron hace 20 años, en la época de Aznar, y que, a estas alturas, deben estar más que finiquitadas. En el propio convenio de carreteras, el que el ministro retrasa, quizás porque no se fía, se proyectan obras finiquitadas, inauguradas desde la época de Paulino Rivero, como la Vía Litoral a Santa Cruz de Tenerife Fase I o varias mejoras ambientales de la TF-1, de las que hay constancia gráfica en la propia página web del Gobierno de Canarias, que en eso de fotografiar a los presidentes es como la Tele Canaria, no se les escapa una oportunidad. La fama de tramposillo de este gobierno, se extiende y no me extraña nada que el ministro de Fomento esté muy mosqueado, y que se fie más del PP de Canarias que de los papeles del vicepresidente.

Este Gobierno, el de Clavijo, no ha estado acertado con el asunto de las carreteras. No hablo ya de la planificación, que según Pablo Rodríguez se ha establecido con acuerdo de todos los cabildos, lo que se traduce en «una obra por isla», o lo que es lo mismo, el insularismo como base de la gestión. Ni hablo de la planificación a largo plazo, con visión regional, ahí está el ejemplo de Tenerife, absolutamente colapsada por la falta de vías o carreteras de costes millonarios para La Palma o El Hierro, absolutamente injustificadas, pero con las que se pagan el insularismo que sostiene a Coalición Canaria. Hablo de desistir de los recursos contra el Estado, cuando por la crisis económica se suspendió el Convenio de Carreteras, a pesar de que el Tribunal Supremo estableció criterios y Canarias ganó los que presentó. Y hablo de esta última etapa, en la que queda la impresión de que las obras incluidas en las negociaciones no las veremos hasta dentro de diez años, entre otras cosas, porque muchas de ellas no tienen proyecto, y no están justificadas, otras han salido de la planificación por obsoletas y otras ya han sido pagadas y lo único que se adivina es la necesidad de recaudar dinero engañando al Estado.

No se puede ir así por la vida, de tramposos; o quizás sí, porque son muchos los consentidores y beneficiados de las trampas.

En este contexto, el de las carreteras, el caso de Tenerife merece una pequeña reflexión. Es el paradigma del paraíso de CC, el máximo ejemplo del poder insularista dominado por ATI y ejercido en el resto de las islas, pero, también, de la mala gestión, marcada por intereses puramente electorales y de enriquecimiento rápido. La isla quiso crecer económicamente, y creció. Han llenado las playas de hoteles, apartamentos, grandes complejos y atracciones de ocio. Millones de turistas y trabajadores se desplazan por sus menguadas carreteras mientras toneladas de aguas fecales se tiran al mar por falta de depuradoras. Coalición Canaria lleva gobernando esa isla hace 30 años, con competencias amplias en materia de planificación y con el mando en plaza en el Gobierno de Canarias, lo que se traduce directamente en dinero contante y sonante. A estas alturas a nadie pueden engañar cuando los ciudadanos piden responsabilidades.

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