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El cuento chino de Jonathan Viera

El cuento chino de Jonathan Viera

Por momentos, el jugador se quiere ir, por momentos no se imagina fuera del club

Jueves, 1 de enero 1970

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Va por ratos. Hay momentos en los que Jonathan Viera se ve ya montado en el avión rumbo a China y otros, también frecuentes, en los que no termina de imaginarse al otro lado del mundo pese a que le vayan a colmar la cuenta bancaria. Continúa el culebrón.

La oferta del Beijing Guoan tiene al jugador «con un cacao en la cabeza», según reconoció de manera textual, y corre el tiempo sin que se vislumbre un desenlace. La famosa perdiz que Viera no quería que se marease sigue ahí, con el partido ante el Sevilla a la vuelta de la esquina y afectando a sus niveles de concentración. «No soy una máquina», recordó el martes cuando le preguntaron por cómo está llevando las distintas posibilidades que se le han abierto con la ofensiva oriental para hacerse con sus servicios. A la UD le ponen sobre la mesa 23 millones en la última propuesta realizada. Y a él, 15 netos por tres campañas.

La negativa de Miguel Ángel Ramírez a plegarse a los números del Beijing mantiene al futbolista expectante. Jonathan se quiere ir. Pero también maneja dudas. Sabe que todo no depende de él al estar sujeto a un contrato y, poniéndose en el supuesto de que la operación no se haga, tampoco termina de disgustarle el escenario de seguir en casa y ver premiada la continuidad con una mejora y ampliación contractual, compromiso que ya tiene apalabrado desde hace meses. Ramírez se lo ha dejado muy claro: le valorará como merece si opta por mantenerse en nómina. «Está más cerca que siga con nosotros a que se termine marchando», considera el presidente, que no ha vuelto a tener noticias de los emisarios de la entidad asiática desde que rechazó la más reciente de sus tentativas.

Desde el entorno íntimo de Viera deslizan los cambios de humor y pareceres que marcan su rutina en los últimos días. Tan pronto quiere hacer las maletas como desea rubricar los documentos que le liguen de por vida a la UD. Postura ambigua, algo más que comprensible con el escenario generado. Nadie garantiza que el Beijing vaya a cubrir la cláusula de rescisión de 30 millones del futbolista. Tampoco que por menos se pudiera hacer un pacto.

O que a Viera se le acabe el cuento chino.

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