¿Debió la UD Las Palmas echar a Diego Martínez antes de la hecatombe final?
Fútbol ·
La paciencia infinita con el técnico, pese a los malos resultados, terminó hundiendo al equipo | En el anterior descenso de 2018, se repitió lo mismo con Paco JémezLa pregunta resulta inevitable, aunque su respuesta sea ahora evidente y tampoco conduzca a soluciones en la situación irreversible que deprime a la afición de la UD: ¿Debió la directiva prescindir de Diego Martínez antes de la hecatombe final? Por resultados, motivos tuvo de sobra, porque desde el mismo comienzo de año, con el naufragio en Copa frente al Elche (4-0) como apertura de 2025, las señales que emitió el equipo no pudieron ser más alarmantes.
La confianza depositada en el preparador gallego, sustentada por su inmejorable inicio tras heredar un proyecto roto tras el paso de Luis Carrión, fue quebrándose con el paso de las jornadas. De hecho, se engancharon hasta doce consecutivas sin ganar y hubo momentos en los que el relevo en el banquillo estuvo sobre la mesa, incluso con perfiles de posibles candidatos al puesto, léase Sergio González, Pacheta o Francisco. Luis Helguera defendió siempre la figura de Diego Martínez escudándose en la competitividad que, a su juicio, mostraban los jugadores.
De igual manera, Patricio Viñayo, director general de la UD, justificó que siguiera al no haber caído a puestos de descenso pese a los malos resultados, planteamiento que se invalidó cuando la UD volvió al trío de cola. El presidente sí tuvo sus dudas, aunque pesó mucho el haber afrontado ya un finiquito, además de respetar el criterio del director deportivo. Y en mitad de ese debate sucesorio, lo que prevaleció fue dejar todo como estaba, tal y como aconteció en 2018 con Paco Jémez, al que también permitieron que se despeñara con toda la tropa durante varios meses calamitosos y en el anterior descenso a Segunda.
Por su parte, el entrenador mantuvo siempre un discurso invariable en el que la confianza y la rebelión a las sucesivas adversidades se imponía a todo. Una fortaleza más aparente que real porque desvarió en algunas comparecencias públicas evidenciando que no las tenía todas consigo. A nivel interno, además, fue perdiendo crédito a ojos del vestuario por su manera de gestionar el grupo, con decisiones algo controvertidas. Eso, sumado a las derrotas y a incidencias de índole negativo como la baja indefinida de Kirian o la última lesión de Fábio Silva cuando más se necesitaban sus goles terminó por lapidar las opciones de permanencia.
Por si fuera poco, jugadores que habían ofrecido un rendimiento excelente en la primera vuelta se fundieron y, a la par que el equipo, han terminado ofreciendo un rendimiento irreconocible para las prestaciones que habían dado. El caso de Essugo, ya traspasado al Chelsea desde el Sporting, es el más paradigmático. El mediocentro luso nada ha tenido que ver con el que deslumbró anteriormente. De hecho, en Sevilla fue hasta suplente en clara evidencia a su clamoroso apagón. Y entre la parálisis de unos y la incapacidad de otros, la Segunda División es ahora la realidad de la UD.
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