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david sánchez de castro
Lunes, 3 de octubre 2022, 12:43
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Todo divorcio tiene su periodo de gresca. Salvo contadas ocasiones, una separación en un matrimonio suele tener momentos en los que los cónyuges se tiran los trastos a la cabeza y se echan en cara esos fallos que han acabado por romper lo que parecía una historia feliz. Esto sirve para las relaciones amorosas y para las laborales: ¿acaso no hay rencor entre un trabajador despedido (o que decide irse) y su empresa?
En un mundo competitivo como es el del deporte profesional, más aún. Desde el momento en el que se anuncia la ruptura de dos partes hasta que se hace efectiva suele pasar un tiempo complicado en el que la tensión en el ambiente se corta con un cuchillo. Más cuando una de las partes se empeña en que esa separación no sea amistosa. Bajo esta premisa, se entiende perfectamente la reacción de Fernando Alonso después de abandonar otra vez por un problema mecánico en el Alpine A522.
Hasta el momento, Alonso había aceptado como parte de las circunstancias del juego el hecho de abandonar por una avería. De sus infaustos años en McLaren Honda sacó un endurecimiento de la piel que le hicieron antibalas ante esta situación, pero poco a poco se fue ablandando hasta sentir que el destino le estaba siendo profundamente injusto. Más allá de sensaciones personales, el piloto asturiano lo pone de manera numérica. Según él, son unos 60 puntos los que ha dejado de sumar por culpa de Alpine, por una fiabilidad nefasta y unas decisiones que le lastran a él y al propio equipo en su lucha por ser medalla de chocolate en el campeonato del mundo.
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David Sánchez de Castro
Con el de Singapur, Alonso ha dejado de puntuar en seis Grandes Premios. La realidad es que de esos, salvo algún detalle menor, los malos resultados se deben a Alpine. Se han marrado oportunidades de podio, incluso, por culpa de malas decisiones o una fiabilidad que será inherente al equipo hasta que consiga un 'equipo B' o cliente. Renault no podrá desarrollar en condiciones su unidad de potencia con un solo equipo, que además es el que tiene obligación de obtener resultados. Honda y Mercedes, en cambio, cuentan con varios laboratorios. Esa es una desventaja que Alonso no tendrá en Aston Martin, motorizado por los alemanes aunque no sea con producto 'pata negra'.
Pero más allá de lo que digan los números, la sensación de que ya no hay vuelta atrás en la relación entre Alonso y Alpine se deja translucir en una palabra: «Inaceptable». No pudo ser más contundente, y eso que se mordió la lengua, a la hora de resumir lo que está viviendo.
Alonso va a intentar ayudar a Alpine a conseguir ese cuarto puesto en el Mundial de constructores, pero no será su objetivo primordial. De hecho, será casi una consecuencia secundaria y hasta cierto punto indeseada si lo logra, porque su reto en las próximas cinco citas que quedan es superar a Esteban Ocon.
El piloto francés ya tenía fama de ser un poco presuntuoso en sus declaraciones. Compararse con el mismísimo Lewis Hamilton como el único piloto que había sido capaz de batir a Alonso antes de lograrlo, y además de manera errónea (ya se encargó Jenson Button, que lo hizo en 2015, de sacarle los colores), le ha granjeado numerosas críticas. Sobre todo porque no lo ha hecho aún.
No se puede negar que Ocon no es Vandoorne, y que el galo está siendo un rival mucho más duro que otros compañeros que tuvo Alonso en el pasado. Su fama de destrozar a los que llevan el otro coche del equipo se la ha ganado a pulso, porque los datos son los que son: solo Trulli, Hamilton (que empató a puntos pero le superó por más podios), Button y de momento Ocon han podido con él.
A falta de cinco carreras, una de ellas en formato sprint (más posibilidades de puntuar), Ocon tiene solo 7 puntos más que Alonso. Con que el español haga, por ejemplo, un sexto puesto y el francés no puntúe, habrá 'sorpasso' por primera vez esta temporada. En Alpine tienen claro que ante la duda van a beneficiar al piloto que se va a quedar con ellos en 2023 y sobre el que tienen puestas todas las esperanzas, algo que Alonso asume y hasta le gusta. Porque no hay nada más placentero en un divorcio que, a la hora de repartirse los enseres, puedas quitarle a la contraparte el coche, la vajilla y la televisión que tanto le gusta y que daba por hecha que es suya.
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