Lesionados Medulares del Insular cumple veinte años con 1.600 personas atendidas
La unidad, centro de referencia regional, es uno de los hitos de la sanidad canaria
Un accidente inesperado, una caída fortuita o una enfermedad. Hay momentos en los que el tiempo se detiene, en los que hay que empezar una nueva etapa con metas y desafíos que requieren otro enfoque, disfrutar de esa otra vida, reconocer un cuerpo que ya no es el que se recuerda. 1.600 personas con lesión medular de todas las islas han reaprendido y rehabilitado sus cuerpos dañados por circunstancias imprevistas en el servicio de Lesionados Medulares del Hospital Insular, centro de referencia regional, durante dos décadas.
El próximo 17 de noviembre se celebra el 20 aniversario de la inauguración de este servicio que marcó uno de los hitos de la sanidad canaria, sobre todo, porque evitaba la derivación de los pacientes de las islas al hospital nacional de Parapléjicos de Toledo.
La unidad recibe desde entonces cada día a pacientes que no sólo realizan ejercicios físicos para fortalecerse y curarse, hasta donde se puede, sino para enseñarles a asumir la nueva situación, acercarles a la independencia y a reinsertarlos socio laboralmente dentro de sus capacidades, explica José Luís Méndez, responsable de la Unidad de Lesionados Medulares del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria.
«Enfrentarse a la silla de ruedas es muy duro. Es un proceso de adaptación doloroso» y requiere de la ayuda de psicólogos
En estos veinte años el número de camas no se ha ampliado porque la media de casos atendidos anualmente no ha variado, alrededor de los 80, no así el perfil de afectado -la edad media ha ascendido a los 50 años- y la tipología de la causa de la lesión -caídas- que ido evolucionando a medida que lo ha hecho la sociedad. Dispone de 25 camas, dos sala de rehabilitación -una que emula una vivienda con cocina, baño y dormitorio y un gimnasio- y de 54 profesionales de todas las categorías que atienden a los pacientes. No obstante a lo largo de los años el servicio ha mejorado su ya elevada calidad asistencial logrando unificar en la planta todas las consultas especializadas -médicas y enfermería- que necesita un paciente lesionado medular. «Los pacientes ahora acuden directamente a la unidad, a la planta, donde les atiende sin necesidad de esperar por nuestro equipo de profesionales», explica Méndez, quien recuerda que en enero pasado se logró abrir «por fin» la consulta de Enfermería para los pacientes que han superado la fase aguda y de rehabilitación en el centro hospitalario, una demanda «muy esperada y necesaria».
Ana Santana es la responsable de esta nueva consulta, un «área imprescindible» desde donde apoyar a los usuarios que inician su nueva vida fuera de hospital. «Nuestra labor es reforzar todo lo que han aprendido aquí», afirma.
Desde esta consulta se les realiza un seguimiento desde que «ingresan hasta un año después del alta hospitalaria» para controlar los problemas secundarios a la lesión medular, en especial, el hábito vesical e intestinal, el control de la vejiga y mantenimiento de esfínteres pero, también, los cuidados de la piel, posible llagas o úlceras por presión o vigilancia de la osteoporosis para «minimizar o evitar las complicaciones a corto y largo plazo, evitando el abandono de los cuidados», señala Santana.
«Tratamos de favorecer la adherencia al tratamiento porque los primeros años hay que vigilarlos muy bien para evitar su reingreso por infecciones o cirugía», agrega la supervisora.
Los pacientes a veces «se van con muchas dudas y temores a su casa porque retoman su vida después de dos o tres meses ingresados y en una nueva circunstancia porque la vida les cambia a todos los niveles con una silla de ruedas. Esta consulta es un vínculo con ellos», sentencia. «Les ayudamos a favorecer una vida plena en sus actividades sociales, de ocio, familiares o de pareja», asevera.
El responsable de la Unidad de Lesionados Medulares, que lleva en el cargo los mismos años de vida del servicio, hace hincapié en que la atención integral es «básica» en este tipo de pacientes que necesitan de médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, asistentes sociales, u urólogos (principal en estos pacientes), ginecólogos y obstetricia (para quienes desean tener descendencia), neurocirugía.... «Tenemos un alto grado de especialización -matiza Méndez- porque no podemos olvidar que la lesión medular es una de las afecciones que más incapacidad provoca, junto a los traumatismos craneoencefálicos» y lo que requiere de mucho personal.
El lesionado cuando ingresa le queda por delante un «lento proceso» de adaptación, la preparación a la nueva vida, horas de rehabilitación, esfuerzo y practicas, de superar y recuperar barreras física y psicológica para recupera la autoestima y romper la sensación de dependencia. «Enfrentarse a la silla de ruedas es muy duro. Reconocer que se va a tener que utilizar toda a vida lleva un proceso de adaptación doloroso» y requiere de la ayuda de psicólogos, comenta.
La estancia media en un hospital de un lesionado medular es de «dos meses, pero puede ser mayor, dependiendo de las circunstancias», apunta. «En todo este tiempo recibe todo el apoyo necesario para que ganen autonomía y ser autosuficiente y eso incluye trabajar la resiliencia para que tengan más esperanzas», agrega Méndez, que recuerda que la unidad de Lesionados Medulares cuenta con la figura del paciente experto, que apoyado en el equipo de psicólogos del hospital Insular, tiene un encuentro cada miércoles con los pacientes ingresados en la unidad en el que da su testimonio real de cómo es la enfermedad y cómo convive con ella y comparte sus conocimientos.
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