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Mayo del año pasado. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria procede al vallado perimetral de las ramblas de Mesa y López, el espacio físico destinado a una peatonalización combinada con un vial para la MetroGuagua que pretende reordenar la concepción de la movilidad de la ciudad. 15 meses después, vecinos y comerciantes denuncian vivir en una pesadilla de polvo y ruido sin final a la vista.
Ese es precisamente el problema. La paciencia se agotó cuando se cumplió el plazo de ejecución estimado por el Ayuntamiento. «Ya me da igual. Hemos estado nosotros desde el principio con la valla pegada a la puerta. Todo el ruido aquí durante todo este tiempo», explican desde la administración de loterías El Arsenal, uno de los negocios que más está sufriendo porque su segmento de calle fue el primero que se aisló por los trabajos.
Esa tónica es generalizada en una calle que parece un campo de batalla. Una de las obras insignia de la actual composición del grupo de gobierno municipal y que luce como las cicatrices de un campo de batalla. El trasiego de cada día en una de las zonas comerciales más relevantes de la ciudad se ve sonorizado por el trabajo mecánico en la construcción de la rambla.
Y eso ha marcado a unos comercios que, en algunos casos, piden auxilio. Especialmente los que no son parte de las franquicias que dominan la zona. «Nos ha afectado muchísimo, por ejemplo en la Navidad donde lo pasamos muy mal. Queremos creer que cada vez queda menos, pero ya ni sabemos. Cada vez que preguntamos cuánto falta nos responden que dos meses, pero los dos meses se van siempre prolongando», responde Juana María Jiménez Diufain, de la Bisutería Mesa y López.
Los responsables de negocios en la zona admiten el importante perjuicio económico que les supone. «Muchos clientes han dejado de venir, porque se les hace muy incómodo. Así es imposible», reiteran desde la administración; por su lado, Juana María Jiménez destaca que la pesadilla no solo se centra en la pérdida de clientes. «Estamos todo el día limpiando y recogiendo. Cada diez minutos salgo a limpiar porque el polvo se acumula enseguida y nos lo deja todo perdido», manifestó.
La zona se aísla. En buena parte de la rambla se acumulan los locales de negocios vacíos con el cartel de se alquila o se vende. La zona es una auténtica yincana y los testimonios aquí reflejados de comerciantes son compartidos por buena parte de los vecinos, como ven que ya se han pasado cuatro meses del plazo previsto y todavía no ven la hora del final próxima.
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