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Una de las novedades que presenta el proyecto de consolidación del Canarias 50 como centro de acogida de personas migrantes es el uso compartido de una parte de sus instalaciones. Aunque se trata de una parte mínima de la superficie constructiva, está previsto que dos módulos prefabricados destinados a biblioteca y gimnasio se abran a los vecinos de La Isleta. Así queda reflejado en la memoria del proyecto básico: «Estas dos últimas edificaciones serán compartidos con los residentes de la zona y tendrán libre acceso a las mismas».
Estos espacios de uso compartidos están localizados en lo que se conoce como sector público-logístico, que es el más próximo al centro de formación ocupacional que funciona en la calle Veintidós de Mayo de 1986.
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Este proyecto fue remitido al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que presentó un informe de disconformidad de la obra con la normativa urbanística vigente contenida en el Plan General de Ordenación (PGO) de la ciudad.
Esto implica ahora un pronunciamiento del Gobierno de Canarias, si bien la declaración como proyecto de interés general se impondrá sobre el PGO, que tendrá que asumir las determinaciones del Estado en cuanto el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria acometa una revisión de las normas urbanísticas.
Una portavoz del Ministerio de Inclusión del Gobierno de España explicó a este periódico que «el proyecto básico contempla dos actuaciones (la rehabilitación y adaptación de los edificios existentes a las necesidades de los servicios del centro; derribo de aquellos que no van a tener utilidad y construcción de nuevos). En el proyecto básico se contempla, como en todos los centros de refugiados y de migrantes del sistema de acogida, instalaciones de uso compartido con la comunidad de vecinos».
Entre los colectivos vecinales de La Isleta se entiende como un paso positivo, pero también se demanda una mayor implicación en labores de integración sociocultural de los migrantes para facilitar la convivencia. «Desde que llegan al barrio hay que trabajar con ellos», explica Gabriel Alpresa, coordinador del proceso comunitario abierto Volcányk para el desarrollo del Canarias 50, que comenzó su andadura hace ya tres años.
El Foro por La Isleta, que participa en esta iniciativa, recuerda los esfuerzos realizados para ayudar a los migrantes (entrega de ropa y alimentos, apoyo legal para arreglar sus papeles de tránsito a Europa, actividades conjuntas contra la xenofobia como encuentros deportivos o de concienciación ambiental) en un dossier que critica el modelo actual del Canarias 50 porque «recuerda a los contenedores de mercancías en tránsito, entre origen y destino», con unas normas, además, que hacen que algunos de los chicos acogidos «pernocten en la vía pública y el parque próximo, donde realizan sus necesidades fisiológicas, creando problemas de convivencia con los vecinos».
Por eso, concluyen, «el modelo de recogida de macroespacios no es el más humanitario ni el adecuado para la integración de estos jóvenes».
La iniciativa Volcányk ponía sobre la mesa la posibilidad de generar un espacio de encuentro abierto, que permita detectar y solventar situaciones de riesgo y necesidad social, así como promover y potenciar las riquezas y recursos de la comunidad desde el desarrollo integral del ser humano, en plena libertad y armonía con los demás y su entorno, mejorando su calidad de vida y la dinámica comunitaria, estructurando un sistema de formación continuo, autónomo e identitario».
En El Lasso se vive una situación similar a la de La Isleta. Se sabe que el Estado ha iniciado la obra de construcción de un centro permanente para atención humanitaria de madres migrantes y sus hijos, pero nada más. «Hemos preguntado por activa y por pasiva pero no sabemos nada porque no nos contestan», expone la portavoz de El Lasso se Mueve, Kely García, «deberíamos saber qué obtendremos barrios como La Isleta o El Lasso con la construcción de centros para personas migrantes y que también beneficie a los vecinos».
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