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El último gran incendio, por la quema de rastrojos

El último gran incendio, por la quema de rastrojos

El próximo 20 de septiembre se cumplirá un año del terrible incendio de la cumbre de Gran Canaria, uno de los más devastadores de las últimas décadas en el archipiélago. Las condiciones de los últimos días, con altas temperaturas y fuerte viento racheado, son parecidas a las que condimentaron y alimentaron el fuego.

Alberto Artiles Castellano y Tejeda / San Mateo / Artenara

Lunes, 6 de agosto 2018, 00:31

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Entonces las llamas calcinaron unas 2.000 hectáreas en la cumbre de Gran Canaria, cobrándose una vida en las proximidades de Los Llanos de Ana López, la de Carin Birgitta Ostman, una vecina de San Mateo que trató de salvar a sus animales del fuego.

Tras casi un año de la pesadilla, aún con el susto en el cuerpo, lugareños, visitantes y comerciantes retoman el pulso de la rutina en la cumbre de Gran Canaria tras el voraz incendio que se inició el 20 de septiembre de 2017 y que arrasó campos de cultivo, derribó viviendas y acabó con la vida de una persona y cientos de animales en los municipios de Tejeda y San Mateo.

Momentos difíciles

«En las próximas semanas se cumplirá un año del incendio de la cumbre y aún no nos hemos recuperado por lo que supuso aquel fuego, no solo por la destrucción de parte de la cumbre, sino por la pérdida de una persona y los daños causados a muchas otras», recuerda Miguel Ángel Rodríguez, consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria.

La terrible huella del fuego

CANARIAS7 recorrió, con el fotógrafo Borja Suárez de testigo, las zonas más afectadas por el fuego en la zona cumbrera. Aunque la herida tardará en cicatrizar, pues la ceniza aún sepulta el verde de muchas las áreas calcinadas y el olor a fuego aún lo impregna todo, poco a poco se va volviendo a la normalidad en los pagos cumbreros a pesar de que el infierno sigue en la retina.

El incendio se originó en la cumbre, en un día en el que el termómetro superaba los 30 grados y el fuerte viento racheado facilitaba la combustión y el avance de las llamas sin control. Según la investigación, fue la imprudencia de una persona realizando una quema de rastrojos a la vieja usanza lo que lo desencadenó todo.

El culpable, indentificado y a falta de declarar

«En el caso del incendio de 2017, la investigación de la Guardia Civil y la Brigada de Investigación de Incendios Forestales del Cabildo de Gran Canaria señaló a una persona que aún no ha podido declarar porque sufre un grave problema de salud. La investigación sigue abierta, pero al parecer se trataba de una persona reincidente que recogía pastos para su ganado en la cumbre y realizaba quemas para eliminar la maleza del entorno a la antigua usanza. En estos casos hay que aplicar el sentido común y no realizar prácticas prohibidas como esas porque, como sucedió entonces, el señor hizo la quema en días con temperaturas muy altas y en los que hacía mucho viento. Lamentablemente su imprudencia la pagamos todos», afirma el responsable de Medio Ambiente.

Destrucción en un perímetro de 27 kilómetros

El incendio hambriento quedó controlado el 23 de septiembre y se dio por extinguido después el 2 de octubre tras devorar más de 2.000 hectáreas, principalmente pinar canario y monte bajo, afectando a un perímetro de unos 27 kilómetros.

«Hay que recordar que no se deben hacer quemas sin permiso, y menos en esta época del año en la que hace mucho calor, el campo está muy seco y hace mucho viento. También es muy importante que el entorno de las casas en el campo estén limpias en un perímetro de 15 metros de distancia, lo que evita que el fuego en caso de incendio se acerque. Muchas de las casas que se salvaron en el incendio de 2017 fue gracias a que sus propietarios habían cumplido con la recomendación y tenían el entorno limpio», recomienda Rodríguez.

Extremar las precauciones para evitar el fuego

Además de denunciar cualquier encendido de fogatas en lugares prohibidos y mantener limpios los entornos naturales, la mejor manera de prevenir el fuego es teniendo una actitud cívica y responsable. Está prohibido prender la pinocha o la maleza, el vertido de basura, la quema de fincas abandonadas, la preparación de suelos para cultivos, así como hacer fogatas en el campo o quemar remanentes de siembra.

«Es muy importante ser conscientes de la importancia de nuestro entorno natural y respetarlo. Aún está muy presente el incendio de septiembre del año pasado, todavía no nos hemos recuperado de aquella tragedia y la cumbre tardará años en curar la herida del incendio. Esperamos que este año y en los sucesivos no volvamos a padecer una tragedia igual por el bien de todos. La mejor manera de luchar contra el fuego es con la prevención y el sentido común por parte de todos», concluye Miguel Ángel Rodríguez.

Los últimos conatos, intencionados

Los primeros conatos de la temporada se han registrado en Risco Blanco, en el sur de la isla, Los Corralillos en Agüimes y esta misma semana en la Zona de Cazadores en el límite entre Telde e Ingenio. Un lugar en el que el fuego es habitual, por lo que se sospecha que, como los otros, fue provocado o como consecuencia de una imprudencia.

«Hay sospechas de la persona que provocó los conatos en Risco Blanco, pero la investigación sigue abierta para aclarar lo que sucedió. Nos preocupa la acción de los pirómanos que prenden fuego para hacer daño, pero también de las personas que provocan incendios de forma inconsciente o con conductas irresponsables como la quema de rastrojos o simplemente tirando basura u objetos que pueden provocar el fuego. Hay que recordar que estas acciones tienen consecuencias penales contundentes», afirma el consejero de Medio Ambiente de la corporación insular.

Amplio operativo del Cabildo de Gran Canaria

El Cabildo de Gran Canaria dispone desde el pasado 1 de julio, cuando empieza la temporada de alto riesgo, de un total de 235 efectivos para componer un operativo de diez brigadas terrestres, cinco patrullas, seis equipos helitransportados (Presas), un vigilante móvil, un equipo de logística, nueve técnicos directores de extinción, once agentes de Medio Ambiente como mandos intermedios de extinción, cuatro agentes de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) y diez mandos intermedios. Además, se cuenta con dos helicópteros con base en Artenara.

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