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Cristina Pérez Cabrera / Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 1 de enero 1970
Cada año se encuentran en las playas de Gran Canaria tortugas en mal estado que han tragado bolsas de plástico, poteras, o han sufrido algún golpe con un barco. Las instalaciones del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo, en Taliarte, tiene un papel fundamental en la recuperación de estas tortugas, pero sus piscinas son de dimensiones muy limitadas. Por ello, una vez han pasado la fase crítica y se han recuperado adecuadamente, Poema del Mar las acoge en su piscina-hospital para que pasen la fase final de su rehabilitación.
La exhibición les proporciona corrientes de agua para que las Caretta caretta cojan fuerzas, una piscina amplia que les permite realizar subidas y bajadas más profundas, el alimento de su entorno natural (medusas, erizos, cangrejos, pescado...), y la interacción con otras especies marinas. En esta etapa final de recuperación acompañan a las tortugas ejemplares de tiburón tigre, tiburón cebra, tiburón de puntas negras, pez fusilero de cola amarilla, pez jorobado de penacho, y pez pargo de líneas azules.
La piscina «es un gimnasio para ellas, un hospital con agua de muy buena calidad al que llegan para nadar a contracorriente, y bucear a mucha más profundidad» explica Alberto Castellanos, director del acuario Poema del Mar. Además, en su estancia en el tanque se les realiza análisis de sangre, y se les controla hasta que están perfectas y el Cabildo considera que están en condiciones de volver al mar.
La primera tortuga que pasó por el hospital no tenía una aleta. «Llegó muy mal: la operaron y rehabilitaron en el Centro de Recuperación, y como tenían dudas de cómo iba a adaptarse al mar, la trajeron a esta piscina. Tras unos meses de recuperación, nadaba perfectamente» y ahora ya está libre en el mar. A algunas tortugas se les pone un dispositivo para su seguimiento, y se recibe información sobre su ubicación, su nivel de estrés, y hasta qué profundidades nadan.
En la temporada de verano aparecen más tortugas en mal estado, principalmente porque como la gente va más a la playa, hay más posibilidad de encontrarlas. Hay más barcos en el agua, más posibilidad de golpes, más gente pescando. «Una tortuga que recibimos se tragó una potera. Es increíble lo que estos animales pueden llegar a tragar» dice Castellanos, preocupado. «El problema del plástico que hay en los océanos es brutal. Una auténtica barbaridad. Las tortugas se comen bolsas de plástico pensando que son medusas, que son la base de su alimentación. Imagínate lo que supone expulsar esto... es el mayor problema de todos».
Por suerte, no todos los meses hay tortugas en la piscina. «A los visitantes les da pena, pero yo me alegro cuando no hay, porque significa que están bien, en el mar, que es donde tienen que estar» declara el director del acuario.
Esta piscina-hospital, que también tiene una zona de playa con una pendiente determinada y un tipo de arena específico, pronto abrazará a nuevas tortugas, esta vez sanas, de la mano de un proyecto de la asociación ADS Biodiversidad. Hace 17 años, trajeron huevos de tortuga y los pusieron en una playa de Fuerteventura. Cuando nacieron, la inmensa mayoría fue al mar, pero algunos ejemplares fueron llevados a Taliarte para un proyecto del Cabildo y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Pronto estas tortugas, de 17 años de edad, serán recibidas en el acuario para intentar que puedan reproducirse en cautividad, lo que sólo se ha conseguido en un acuario de Japón.
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