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La COP27 de Egipto encara la semana decisiva con la llegada de los ministros de medioambiente para negociar los puntos que han sido discutidos en los primeros días de la cumbre a nivel técnico. Antes de coger el avión de vuelta a Sharm el-Sheij, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, responde las cuestiones climáticas que le ha planteado este periódico.
-¿Qué papel quiere jugar España en esta COP27?
-Hoy tenemos más razones todavía para ir más deprisa en materia de acción climática. España viene a esta COP comprometida con África y con una COP que es clave para la estabilidad y la paz internacionales. Venimos con el objetivo de trabajar en una agenda solidaria de soluciones que pongan freno a las múltiples crisis a las que la humanidad se está enfrentando, en las que el cambio climático es potenciador común de todas ellas. Sabemos que reaccionar ahora, limitar el cambio climático a 1,5ºC y reducir sus impactos, es una obligación y es posible. No hay excusa para no cumplir el Acuerdo de París. Como nos dice la ciencia, tenemos las herramientas para descarbonizar los sectores y debemos compartirlas y hacerlas la norma común de las inversiones.
-Como dice, llegamos en un momento de crisis energética y geopolítica, ¿teme que los acuerdos que se consigan queden olvidados por la situación actual?
Al contrario. La gran lección de la guerra de Ucrania es que debemos acelerar la transición hacia energías renovables. Puede haber cierta flexibilidad, pero no puede haber excusas para cumplir con el Acuerdo de París. Si algo hemos aprendido es la elevada vulnerabilidad de nuestras economías por la alta dependencia de los combustibles fósiles. Estaríamos en una situación mucho mejor ahora si hubiéramos invertido más en energías renovables en el pasado. Sabemos que los combustibles fósiles no son la solución y los impactos del cambio climático, que son cada vez más evidentes en todo el mundo, han puesto la necesidad de que todos los países reforcemos nuestra capacidad de resiliencia y adaptación. No hay alternativa. El cambio climático no espera.
-El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en su discurso en la apertura oficial de la COP27 señaló a petroleras y gasistas. El Gobierno está alineado con esa tasa, pero choca con la subvención a los combustibles fósiles, ¿no?
-Son medidas coyunturales para hacer frente al impacto de la guerra en el aumento de los precios energéticos están diseñadas con la vista puesta en ayudar a los más vulnerables en un contexto concreto y coyuntural que no desvía el compromiso con los objetivos ambientales y energéticos. La transición energética, tan necesaria y urgente, tiene que ser hecha desde un marco de transición justa, que ponga en el centro a las personas y las comunidades que están afectadas por el proceso. El sector del carbón se encuentra en el centro de nuestro trabajo en transición justa. Al cierre de minas se une el cierre de centrales térmicas de carbón. En ambos casos debido a razones ambientales y económicas. Queremos además que la transición energética justa sea también una oportunidad para mejorar la igualdad entre hombres y mujeres. Este es un tema fundamental para nosotros.
-Dice también Guterres que tenemos el acelerador pisado hacia el infierno climático. ¿Qué falta para que se dé el punto de inflexión en las emisiones que todo el mundo espera?
-Es cierto que es necesario acelerar el cambio de modelo. Todos los países debemos tener un compromiso real con las agendas que generan una prosperidad sostenible. Las agendas de seguridad alimentaria, de energía, de agua, de energía, de conservación. Frenar el cambio climático exige un consenso para no explotar los recursos fósiles, dañinos para todos, un consenso que permita, apoyándose en la cooperación internacional y bilateral a todos los niveles, avanzar de forma decidida hacia el desarrollo que todos merecen.
-Per España cerró el 2021 con las mismas emisiones que en 1990. ¿Qué medidas son necesarias para revertir la tendencia?
-En 2021 las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron un 0,5% respecto a 1990 y un 34,7% respecto a 2005. El año pasado aumentaron, como cabía esperar, como consecuencia de la recuperación de la movilidad y de la actividad económica tras las restricciones impuestas por la pandemia COVID-19. Pero hay que destacar por segundo año nos mantenemos por debajo de las emisiones de 1990 y están por debajo de la senda marcada en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Además, somos el sexto país con emisiones per cápita más bajas de la UE. No obstante, seguimos trabajando para cumplir con nuestros objetivos de reducción de emisiones.
-¿Cómo va a suplir España el porcentaje de energía generada por las centrales nucleares tras su cierre?
-La receta es la misma que ya nos habíamos fijado: seguir avanzando en el despliegue de energías limpias como renovables y fotovoltaica y al mismo tiempo impulsar y ampliar tecnologías prometedoras como el hidrógeno verde, en la que nuestro país se está convirtiendo en una potencia.
-¿Llegan a tiempo las renovables y su despliegue para ese momento?
-Sí, pero no podemos dejar de avanzar en este campo. La implantación de solar fotovoltaica se ha multiplicado por prácticamente 4 veces desde que hemos llegado al Gobierno, la eólica se ha incrementado en un +27% pasando de 22.000 MW a 29.000 MW y la instalación de autoconsumo se ha incrementado en un +409%. Todo esto son muy buenas noticias, pero también necesitamos que los productores de petróleo comprometan una acción de transformación de sus propias economías. La dependencia que tienen de esos recursos para su bienestar debe ser progresivamente sustituida por alternativas más limpias. Así que, en este momento de grandes turbulencias en los mercados energéticos, el cambio climático, pero también las causas de impacto sobre las personas, de pérdidas económicas, nos obligan a acelerar la transformación.
-Un hito de los primeros días de la cumbre del clima ha sido incluir en las negociaciones las discusiones sobre «Daños y Pérdidas». ¿Qué postura tiene el Gobierno?
-Es una de las claves de esta cumbre y una demanda muy legítima y entendible de los más vulnerables. Se necesita una respuesta que integre la necesidad de hacer frente a unos impactos que están haciendo mella en todo el mundo, pero sobre todo en los países más vulnerables que están sufriendo catástrofes naturales que conllevan pérdidas y daños que requieren de soluciones efectivas y rápidas. Es un tema muy sensible cuya solución va mucho más allá de foro de la Convención de Clima ya que, en muchos casos, las respuestas a desastres naturales cuentan con la participación muchos actores. Para nosotros es evidente que en esta COP es necesario que se reconozca que es necesario reforzar la cooperación y la financiación para las pérdidas y daños. En este sentido, el Presidente del Gobierno ya anunció el lunes pasado el compromiso de España de aportar 2 millones de euros a la Red de Santiago que se ha puesto en marcha para catalizar asistencia técnica a los países que ya están sufriendo estas pérdidas y daños.
-¿Cuánto dinero destina España al Fondo del Clima? ¿Prevé aumentar el dinero destinado?
La financiación climática es un elemento esencial dentro del esfuerzo mundial de lucha contra el cambio climático. Tanto es así que los países nos hemos comprometido no solo a promover la coherencia de los flujos financieros con los objetivos de París sino a movilizar recursos a países en desarrollo para facilitar esta transición y mejorar su resiliencia. En particular, España se ha comprometido a aumentar los recursos destinados a la financiación climática a países en desarrollo de forma progresiva hasta movilizar 1.350 millones de euros en 2025. Vamos a aprobar una Estrategia de Financiación Climática Internacional para cumplir con estos compromisos. El Presidente anunció a principios de semana 30 millones de euros para la Alianza Internacional para la Resiliencia ante la sequía, para la Red de Santiago, para el Fondo de Adaptación y para la Organización Meteorológica Mundial: 3 millones de euros.
Lo que buscamos con estos compromisos es, en primer lugar, minimizar los impactos del cambio climático en los países más vulnerables; en segundo lugar, identificar a tiempo de los riesgos climáticos en estos países y establecer las bases que les permitan un desarrollo económico y social justo y sostenible. Por último, debemos fortalecer la capacidad de resiliencia y seguridad climática. Y muestra de este compromiso son las contribuciones realizadas al Fondo de Adaptación este mismo año con 30M€. En cuanto al Fondo Verde para el Clima, España aportó 120 millones en la movilización inicial de recursos para la puesta en marcha del Fondo. En la primera reposición hemos aumentado este número hasta los 150 millones de euros.
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