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juan cano y Melchor Sáiz-Pardo
Algeciras
Jueves, 26 de enero 2023, 06:44
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Recorre la calle de arriba a abajo mientras charla con alguien por teléfono. Habla en una lengua árabe. El chaval, menudo, apenas deja ver su rostro entre la mascarilla negra y la capucha de una llamativa sudadera de color rojo. «Ya es la tercera vez que pasa por aquí. Si vuelve, lo identificamos», le dice un policía a su compañero, escamados por las vueltas que está dando el joven.
Los agentes recelan de él porque hace apenas cinco horas un muchacho de una edad parecida a la suya apuñaló en este mismo lugar -la barriada de San Isidro de Algeciras- al párroco de la capilla del mismo nombre y, poco después, mató al sacristán de la iglesia Virgen de la Palma. Lo que no imaginan es que, en realidad, el chico de la sudadera roja es la primera víctima del hombre que esa tarde sembró el pánico en la ciudad gaditana.
El joven, que reside en la barriada y estudia en un instituto de la zona, salió de casa sobre las 18.40 horas de este miércoles 25 de enero y empezó a caminar en dirección al centro de la ciudad. Al llegar a un tramo de escaleras, se topó con un chaval y se miraron a los ojos, aunque no se dijeron absolutamente nada, según cuenta. Él siguió su camino, pero notó que aquel muchacho, que vestía una chilaba entre gris y negra, había empezado a seguirlo.
Ataque en Algeciras
Melchor Sáiz-Pardo Juan Cano
Melchor Sáiz-Pardo juan cano
Cuando estaba ya cerca de la plaza Alta, el individuo se le acercó y le propinó un puñetazo de forma sorpresiva, desde atrás, sin mediar discusión previa. El golpe le alcanzó en el lado derecho de la cara y le rompió las gafas, causándole una herida inciso-contusa a la altura de la ceja.
Tras propinarle ese primer golpe, el sujeto se llevó la mano al cuchillo que guardaba debajo de la chilaba. «Pensé que me iba a atacar con él», apostilla. Por las palabras que dijo, y que la víctima trasladó a la policía, la agresión también tendría tintes religiosos. «Lo único que me dijo fue: 'Tú trabajas para Jesús y María'», relata el joven, que prefiere preservar el anonimato para proteger a su familia y evitar que sufran al enterarse de lo que le ha pasado.
El agresor siguió su camino y el joven acudió al hospital comarcal para que le curaran las heridas. Tras ello, se dirigió a la comisaría de Algeciras para formular una denuncia en relación a estos hechos. Allí se enteró del resto. Y comprendió que él, al menos, había vivido para contarlo.
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