La Policía cree que el asesino actuó solo tras un proceso exprés de autoadoctrinamiento

En ese tránsito tan rápido, internet habría jugado un papel importante. El arrestado, de manera compulsiva en las últimas semanas, había almacenado en unos 'pendrives' propaganda yihadista de carácter «muy básico» que había recopilado en foros y redes sociales.

La tesis con la que trabajan los servicios antiterroristas de la Policía Nacional es que este ciudadano marroquí, con antecedentes psiquiátricos y algunos altercados previos en Tánger, actuó sin ayuda en los ataques de la tarde del miércoles en Algeciras que acabaron con la vida de Diego Valencia, sacristán de la iglesia de La Palma, y dejaron malherido a Antonio Rodríguez, párroco de la capilla de San Isidro.

Es decir, que Kanjaa sería un 'actor solitario', en el argot policial; o un 'lobo solitario', en el periodístico. Por el momento, los agentes tampoco han encontrado indicio alguno de que Kanjaa, nacido hace 25 años en una localidad cercana a Tánger, haya tenido contacto con grupos o personas extremistas a través de internet y, mucho menos, que haya recibido directrices externas.

En el 'piso patera' que el sospechoso ocupaba en la calle Ruiz Ragle, en el centro histórico de Algeciras y muy cerca de las iglesias donde atacó, la Policía Nacional encontró la funda del machete de 45 centímetros de hoja, pero no más armas ni documentación en papel de importancia.

Todo ello a expensas de que el estudio forense más profundo de los 'pendrives' y su móvil revele qué páginas visitó y qué documentos o vídeos pudo visionar. Ese análisis se demorará todavía unos días. Por eso la Policía solicitó este jueves al juez del caso, al magistrado de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea, prorrogar la detención de 72 a 120 horas, por lo que el detenido no pasará a disposición judicial hasta el lunes. En ese tiempo los forenses quieren realizarle también un análisis psiquiatrico profundo para determinar su grado de trastorno.

Los dos compañeros de la infravivienda de Yassine Kanjaa, que ya han sido interrogados, han revelado que la radicalización del detenido se produjo hace solo dos meses. De un día para otro dejó el alcohol, el hachís y el tabaco y comenzó a rezar continuamente y a reprender a los musulmanes de su entorno por su supuesta falta de ortodoxia. Incluso -apuntan fuentes de la investigación- protagonizó en las últimas semanas un altercado en la mezquita por sus modos violentos.

Sin embargo, este cambio pasó inadvertido para los servicios policiales. Kanjaa, como tantos otros 'sin papeles' que viven en infraviviendas del centro de Algeciras, estaba bajo el radar de la Policía por sus trapicheos, pero nunca por yihadismo. Interior negó taxativamente este jueves que se encontrara bajo vigilancia por su extremismo. Tampoco tenía antecedentes por delitos comunes ni ningún servicio policial de los llamados países 'aliados' en la lucha contra el terrorismo islámico, incluido Marruecos, había alertado de su posible radicalidad, por lo que no había motivo para que fuera monitorizado por los servicios de Información.

Eso sí, el supuesto yihadista sí que estaba fichado. El 16 de junio de 2022, la Policía le identificó por primera en las calles de la localidad gaditana en la que atentó. Se le abrió un expediente de expulsión, según consta en su ficha policial, pero no se ejecutó la deportación. Es más, los documentos recogen que ni siquiera llegó a pisar un centro de internamiento de extranjeros (CIE), paso previo a la expulsión.

No era la primera vez que el supuesto terrorista intentaba entrar en Europa. En agosto de 2019 fue deportado a su país desde Gibraltar por entrar ilegalmente en una moto acuática junto a otros dos adultos y un menor.

A la espera de recibir más informes, el juez no tiene dudas por el momento de que se trata de un ataque de motivación integristas, más allá de los posibles desequilibrios del detenido. En el auto de registro del domicilio, al que ha tenido acceso este periódico, el instructor califica los hecho como un delito de asesinato y otro de lesiones con instrumento peligroso con fines terroristas encuadrados en el artículo 573 del Código Penal, «al poder estar relacionada la acción de Yassine Kanjaa con el salafismo yihadista, siendo la intención de alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, lo que habría podido motivar la actuación criminal». Gadea insiste en que se «aprecia» una «voluntad terrorista en la acción del detenido».

Lo que sí que tienen claro los investigadores es que los ataques no respondieron a una actuación organizada. De hecho, Kanjaa, en su primera visita a la iglesia de San Isidro, donde acabaría hiriendo al padre Rodríguez, no llevó el machete y se dedicó a abroncar a los feligreses por no convertirse al Islam. Solo después volvió a su piso para coger el arma blanca y emprender el recorrido criminal que concluyó en la Plaza Alta de Algeciras. «Sujetó la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando «Allah» (Alá) le asestó una última estocada mortal» al sacristán, recoge el auto.