Los análisis toxicológicos confirman que Ángel Ferrera murió de cáncer

El empresario Ángel Ferrera Martínez murió de metástasis cancerosa y los análisis toxicológicos realizados tras las autopsia así lo corroboran. Así lo adelanta el periódico digital Canariasahora.

Ferrera falleció el 15 de agosto e iba a ser incinerado el 16, como había ordenado en vida. Sin embargo, las hijas del empresario acudieron a los juzgados y lograron una orden judicial que ordenaba la autopsia.

Se extrajeron pruebas del cuerpo que se mandaron a analizar a Tenerife y todo ello derivó en que el cadáver se mantuviera en el Instituto de Medicina Legal de Gran Canaria. Las hijas sospechaban de un posible envenenamiento; todo ello en el marco de denuncias presentadas hace meses contra la viuda, María Tavío. La relación entre ellas se había quebrado, pese a los intentos del propio Ferrera de reconducir la situación.

Fue en la mañana de lunes 15 de agosto cuando las hijas acudieron a la Ciudad de la Justicia. Estaba de guardia el Juzgado de Instrucción número 7, que ordenó la paralización de la incineración.

Ese mismo día, quien llamase al tanatorio San Miguel, en la capital grancanaria, era informado de que la incineración estaba prevista para la mañana del martes, a las 11.30 horas, pero no habría velatorio. Así lo había ordenado el empresario en su testamento vital. Ferrera, según han señalado personas de su entorno más próximo, quería evitar precisamente que el velatorio fuera escenariode esas diferencias judiciales, que tenían un trasfondo económico.

En ese contexto, las hijas hicieron llegar al juzgado las sospechas de un posible envenenamiento del empresario, ya fuera con medicamentos o con otros productos. Eso es lo que llevó al juez a ordenar un análisis forense en profundidad y elloa pesar de que tanto un médico como el primer análisisde la autopsia concluyeron que Ferrera falleció víctima del cáncer que se le diagnóstico hace años.

Pese a ello, las hijas se aferraban incluso a testimonios de terceras personas que alegaban que la viuda se había personado en una farmacia preguntando por productos que no estaban prescritos para el paciente.

Fuentes consultadas por este periódico subrayaron desde un primer momento que la causa del fallecimiento era la metástasis, añadiendo que el empresario estaba desde hace meses en cuidados paliativos, con un seguimiento continuado por parte de personal médico y que era muy difícil un envenenamiento que pasara desapercibido al personal sanitario.

El cáncer de pulmón que se le detectó hace años al empresario se había frenado en un primer momento, pero finalmente se extendió, afectando al cerebro y a los huesos. Fue en ese momento cuando Ferrera, tras consultar con su equipo médico -era atendido en Oncología del hospital Insular-, optó por los cuidados paliativos, consciente de que su final estaba cerca.

Como persona meticulosa y ordenada que era, Ángel Ferrera dejó resuelto lo que quería que sucediera a su muerte. Usó para ello la certificación de última voluntad, lo que se conoce como testamento vital, un procedimiento reglado que prescribe al personal sanitario las pautas a seguir en vida y también aspectos tras el fallecimiento. Fue ahí donde ordenó que no hubiera velatorio y que sus restos mortales fuesen incinerados y llevados al panteón familiar de los Ferrera, en el cementerio de San Lázaro.

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