Vino para renovar tanto y se fue con tanto por hacer
A los 48 años de edad falleció el pasado jueves en la capital grancanaria Ángelica Castellano Suárez, directora de El Museo Canario. Fue la suya una muerte fulminante, de esas que llegan sin aviso alguno. Y fue por eso, quizás, mayor el impacto. Pero habría dado igual si se hubiese producido de otra forma: la tristeza y el vacío son los mismos. Quienes más lo sienten son sus familiares y seres queridos y vaya por delante las condolencias en nombre de CANARIAS7 a todos y en especial a su pareja, el escritor y colaborador de esta casa Santiago Gil.
Angélica Castellano, Chiqui para todos, era de esa gente que se hacía querer con extrema facilidad. Como también respetar. Contagiaba, sobre todo, ganas de cambiar cosas. Y son muchas las que, por desgracia, no pudo rematar por su temprano adiós.
Sobresalió en el Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico, el think tank que promovió el empresario Ángel Ferrera y que contó con ella para contribuir a ordenar las ideas de unos cuantos popes del mundo empresarial y académico y, sobre todo, a facilitar la divulgación del pensamiento que salía de ese foro.
Con ese bagaje llegó a la dirección de El Museo Canario. No fueron pocos los que preguntaron en 2016, cuando la sociedad científico-cultural hizo pública su incorporación, qué pintaba Angélica Castellano entre aquellas vetustas paredes. Ella lo encaró con la sonrisa de siempre y tirando de hechos para deshacer prejuicios. Así, de su mano y de un grupo de trabajadores entusiastas de El Museo, empezó a convencer a todos de que la institución debía oxigenarse. Empezando por abrir sus puertas a la sociedad para que esta se acordase de por qué merece todos los respetos la institución. Fue así como empezaron colaboraciones en forma de artículos en los periódicos y fue así como el catálogo de actividades de El Museo Canario se fue ampliando. En un artículo publicado en 2018 en este periódico, Angélica Castellano escribió: «Nadie sabe tanto como para permitirse el lujo de no dedicar tiempo a leer o a escuchar a los demás. Se trata de sumar inteligencias. Me gusta la práctica de consultoría inversa, aportar todo lo que podamos al resto pero a la vez aprender mucho de ellos. La efectividad comunicativa requiere tener muy en cuenta la consigna del escritor español Baltasar Gracián (1601-1658), expresada en su Oráculo manual y arte de prudencia (...): ‘Lo que no se ve es como si no fuere’». Y terminaba así: «Con la misma fuerza que el doctor Chil y Naranjo y el resto de sus fundadores crearon esta sociedad, intentaremos seguir siendo una institución con un latido especial, aunque a veces respiremos de forma agitada y otras de forma pausada».
El jueves, por desgracia, fueron sus latidos los que se pararon. Nos queda, pese a esos 48 años que se antojan escasos, muy escasos, la vitalidad, la lección de profesionalidad y las sonrisas que regaló en vida.
Descanse en paz.
Angélica Castellano Suárez