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Efe / Madrid
Miércoles, 5 de junio 2019, 18:34
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Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo científico de la universidad canadiense British Columbia, cuyos datos se refieren al estadounidense medio y en el que han analizado la cantidad de microplásticos encontrados en una serie de alimentos.
Los expertos revisaron 26 estudios previos que analizaban las cantidades de partículas de microplásticos en más de 3.600 muestras de pescados, mariscos, azúcares añadidos, sal, alcohol, agua, tanto en botella como del grifo, y aire.
Luego evaluaron qué cantidad aproximada de esos productos consumen hombres, mujeres y niños, para lo que se basaron en la ingesta dietética recomendada en la Guía Alimentaria para Americanos 2015-2020.
A partir de ese análisis, la ingesta estimada de microplásticos es de entre 39.000 y 52.000 partículas al año, dependiendo de la edad y el sexo.
Estos niveles aumentan a entre 74.000 y 121.000 partículas anuales si se considera además la inhalación a través del aire, indica el informe.
Aquellos que beben solo agua embotellada pueden llegar a ingerir 90.000 partículas adicionales al año en comparación con las 4.000 de los que la consumen sólo del grifo.
Puesto que los investigadores consideraron solo el 15% de la ingesta calórica total de los estadounidenses, probablemente los valores estén subestimados, agrega el informe.
Además, el equipo destacó que son necesarias nuevas investigaciones para conocer los efectos que puede tener sobre la salud la ingestión de microplásticos.
Desde que la producción masiva de plásticos comenzó en la década de los cuarenta, estos versátiles polímeros se han expandido con rapidez por todo el mundo y aunque, en muchos sentidos, nos hayan hecho la vida más fáci,l su eliminación es un problema cada vez mayor.
Los micróplásticos son pequeños trozos, a veces microscópicos, de plástico que surgen de las más variadas fuentes debido a su degradación en el medio ambiente de productos más grandes o por el desprendimiento de partículas de los envases de alimentos y agua.
Las personas pueden ingerir estos materiales sin ser conscientes de ellos cuando comen o respiran aire.
Los efectos en la salud por la ingestión de estas partículas son aún desconocidos, señala el informe, pero algunos pedazos son los suficientemente pequeños como para entrar en los tejidos humanos donde pueden desencadenar respuestas inmunes o liberar sustancias tóxicas.
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