Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Michel Socorro, su hijo y su hermana pequeña. Yamil Rodríguez y su novia. Fátima Navarro, Genoveva Suárez, Ana María Reyes Santana y su marido, Juan. María del Rosario Alonso y Antonio forman parte de ese 36,2% de la población canaria que se encuentra en riesgo de pobreza o padece una carencia material y social severa o baja intensidad en el empleo, un índice que se conoce como tasa Arope. 34.843 personas salieron de esa situación en 2022, pero otras 788.327 la siguen sufriendo. Son los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que señalan que la pobreza bajó en Canarias un 1,6%.
Para otros, las cosas «no han cambiado», y cada mes acuden a la asociación deportiva y cultural Guaxayra Aguax, en las Ramblas de Jinámar de la capital grancanaria, para recibir uno de los lotes que entrega el Banco de Alimentos de Las Palmas.
Michel, Yamil, Fátima, Genoveva, Ana María, Juan, María del Rosario y Antonio acuden a la ONG con sus bolsos de rafia o el carrito de la compra como cualquier persona que entra en un supermercado, pero ellos no eligen lo que se llevan, ni seleccionan las marcas, ni las cantidades según lo que necesiten. El «lote» viene preparado. Granos, latas, una botella de aceite, leche...
La asociación Guaxayra es una de las 132 entidades de reparto del Banco de Alimentos en Gran Canaria. En su caso atiende a 720 familias y todas ellas llegan con «el papel» de servicios sociales del Ayuntamiento. Pero también se acercan personas que no los han arreglado o que tienen una «urgencia» que la asociación se empeña en apagar. «Este mes han venido cuatro familias así. Muchas mujeres solas con niños. Ahora atendemos a un poco menos de personas que el año pasado», pero muy poco, explica el presidente de la ONG, Basilio Hernández.
Una de las unidades familiares que acude a Guaxayra es la de Michel Socorro. La joven de 25 años vive con su hijo y su hermana pequeña, menor de edad. Sin ingresos no tiene más remedio que acudir al reparto mensual. Pero ni con eso llega a fin de mes. Es lo que también le pasa a Yamil Rodríguez (25 años) y su novia. «No llegamos ni a la mitad de mes, para el resto nos buscamos la vida», es decir, hacen «chapuzas», confiesa. Yamil se queja de que tampoco encuentra trabajo y cuando lo hace es para cobrar «en negro». Asegura que lleva activo laboralmente desde los 14 años, pero cotizados solo consta algo más de uno. «Estoy formado. Te dicen que si te formas vas a conseguir trabajo, pero yo lo he hecho y al final te llaman subcontratas que reciben dinero del Gobierno y te ofrecen puestos sin cotizar», denuncia.
Noticias Relacionadas
Fátima Navarro (65 años) tiene una paga no contributiva, la pensión más extendida en Canarias junto al Fondo de Asistencia Social y el Subsidio de Garantía de Ingresos Mínimos. Estos son los únicos ingresos de más de 42.000 personas en las islas. Pero cuando se tiene familia «no llega», aunque se reciba un pago extraordinario de 250 euros como aprobó el Gobierno este mes de febrero.
«En casa somos cinco, yo, mi hija y tres nietos», dice Fátima. Su hija trabajó «en convenio» -en referencia a los programas de incentivos a la contratación de personas desempleadas- once meses. Ahora tiene «que esperar a que se le acaben las vacaciones para arreglar los papeles del paro». Aun así, ella lleva «cinco o seis años» acudiendo mensualmente al reparto de alimentos. «Las cosas no están mejor, sino peor que antes», se lamenta.
Genoveva Suárez
77 años
Genoveva Suárez tiene 77 años. Dice que no va por ella, que es por su hijo. Y coincide con Fátima: «Las cosas van a peor». O, como dice María del Rosario Alonso (62 años), que también recibe una pensión no contributiva, «siempre es lo mismo». Seis años lleva ella acudiendo a la asociación con su carrito como si fuera a la compra.
Ana María Reyes
60 años
Menos tiempo llevan Ana María Reyes Santana (60 años) y su marido, Juan. Este ha sido el tercer mes que se acercan a la asociación Guaxayra. A ella la «pararon» y su marido tampoco tiene trabajo. Cobran 400 euros, pero eso solo da «para hacer los pagos. El supermercado no lo piso», afirma. Salen adelante gracias a este reparto y a la ayuda de su hermana. Pero es difícil. «Todo ha subido». La única tranquilidad es que sus hijas «son independientes». Ana María se refiere a que subsisten por sí mismas, porque mutuamente no se pueden ayudar. «Me costó dar el paso, pero en El Calero, en Telde, me dijeron que la vergüenza la dejara en casa», por eso se atrevió a ir a recoger la comida del Banco de Alimentos.
A Antonio (51 años), le pasa lo mismo. Tuvo un accidente laboral y lo que cobra no le llega. Paga la hipoteca, pero no le da para comer y dice que no hay salidas laborales para él. Un vecino le dijo que fuera a la asociación, que arreglara los papeles con el ayuntamiento. Y «gracias» que está solo. «Con familia no sé lo que haría» comenta mientras se lleva las manos a la cabeza.
Basilio Hernández
Presidente de Guaxayra
Los gráficos de Excel reflejan las cifras, pero no las historias de vida. Tampoco que una caja de leche al mes «no da para nada en una familia de cuatro personas», dice Basilio Hernández. Pero es que «no tenemos más. Nos falta leche», demanda. «Algunos me dicen que mezclan un litro de leche y uno y medio de agua», reconoce el responsable de la ONG. «Es increíble que esto pase en nuestra tierra». Podría pensarse que es la adaptación del milagro del pan y los peces sin intervención de la deidad. O, como dice Yamil, buscarse la vida porque las administraciones no responden.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.