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Juan Cano
Málaga
Martes, 26 de septiembre 2023, 17:12
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La denuncia data del 6 de septiembre. El padre Fran acudió a comisaría para contar que había sufrido un robo en su domicilio y señaló directamente a la chica con la que, al parecer, había mantenido una relación sentimental en Melilla. La misma que ha destapado las agresiones sexuales que han enviado al sacerdote a la cárcel.
En esas fechas, el padre Fran estaba ejerciendo como administrador parroquial -párroco sustituto o en funciones- en las localidades malagueñas de Yunquera y El Burgo, donde lo había destinado el Obispado tras apartarlo de Melilla el pasado enero, cuando la iglesia tuvo conocimiento del escándalo en ciernes.
Para entonces, el cura malagueño ya sabía que su pareja -o expareja a esas alturas- había acudido a la iglesia de Santa María Micaela para contar que mantenía una relación con el padre Fran. Tal y como ayer adelantó SUR, la encontraron llorando desconsolada, a los pies del Cautivo, días después de Navidad.
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Ya entonces, la joven manifestó que, además, había hallado algo del sacerdote que podría ser delictivo, según han explicado las fuentes consultadas, aunque al parecer no entró a detallar mucho más. En la iglesia le animaron a denunciar los hechos en comisaría.
Meses después, en agosto, la chica volvió a la parroquia e insistió en las mismas acusaciones. De nuevo, la remitieron a la policía y esta vez sí acudió a la Unidad de Familia y Atención a la Mujer (UFAM). Además de desvelar su relación con el padre Fran, aportó una copia que había realizado de unas imágenes que había encontrado en un disco duro en el domicilio del sacerdote.
Ese fue, precisamente, el motivo de que el cura investigado acudiera a comisaría a principios de septiembre. Conocedor de la situación, se presentó ante la Policía Nacional y, según las fuentes consultadas, denunció que la joven le había sustraído 3.000 euros y material informático en su domicilio.
Para los investigadores, esa denuncia es clave en el caso, ya que, de algún modo, supone reconocer que las imágenes aportadas por la denunciante pertenecerían al sacerdote. Al parecer, el padre Fran también habría admitido en esa declaración que había mantenido una relación con ella, pero alegó que él quería poner fin a la misma. Según las mismas fuentes, dio a entender que la joven había actuado por despecho contra él.
Para entonces, los investigadores ya estaban analizando las imágenes que la denunciante aportó, «centenares» de fotografías y vídeos repartidas en cuatro carpetas a las que, para identificarlas, les había asignado iniciales. Su exnovia -la de Melilla, porque al parecer tenía otra pareja en Málaga- contó a los policías que ella las abrió creyendo que se trataba de una película o una serie.
En esos archivos, se observaba a cuatro mujeres semidesnudas, dormidas o más bien, como sospechan los investigadores, narcotizadas con algún tipo de sedante, ya que en las imágenes parecen completamente inertes ante las prácticas sexuales «de todo tipo» que les realizaba un hombre. Aún no han podido acreditar qué sustancia pudo emplear.
Los agentes identificaron en los vídeos al padre Fran, pero les quedaba por poner nombres y apellidos a las víctimas de las agresiones sexuales. Utilizaron lo que se conoce como «investigación en fuentes abiertas», que no es otra cosa que peinar las redes sociales y seguir el rastro que cualquier usuario deja en internet.
Los policías de la UFAM intuían que las víctimas estaban en el entorno del sacerdote. Y no se equivocaban. Poco a poco fueron relacionando las iniciales de las carpetas y las imágenes que contenían con cuatro mujeres del círculo del padre Fran. Podría decirse que eran amigos. Había una quinta afectada a la que habría grabado, pero no habría abusado de ella, de ahí que al cura se le atribuyan cuatro delitos de agresión sexual y cinco delitos contra la intimidad.
Los investigadores localizaron a las mujeres y las citaron en comisaría para tomarles declaración. Todas coincidieron en algo: desconocían que habían sido agredidas sexualmente y que habían sido grabadas. Los agentes les advirtieron de la dureza de las imágenes. Tres de ellas rehusaron verlas. Las otras dos sí lo hicieron. Las cinco han denunciado.
Tras hablar con ellas, los investigadores pudieron reconstruir el modus operandi presuntamente utilizado por el padre Fran. Las agresiones sexuales habrían sido cometidas durante viajes de convivencia con la religión como nexo de unión y en un clima de confianza como telón de fondo. Habrían sucedido en viviendas e incluso, al parecer, en una casa parroquial. Para grabarlas, habría empleado su teléfono móvil.
El 11 de septiembre, cinco días después de que el padre Fran denunciara a su novia, la UFAM de la Policía Nacional lo detuvo cuando regresaba al piso de su madre en Vélez-Málaga.
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