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Odra Rodríguez Santana y Odra Rodríguez / Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 7 de marzo 2018, 08:35
Rosalía repite cada día el mismo ritual. Está perfectamente planificado hasta última hora de la noche para poder atender las necesidades de su madre y del resto de su familia. A las 06.45 horas, de cada uno de los 365 días del año, suena el despertador, se levanta y se viste con la mejor de sus sonrisas que no pierde ante ninguna de las adversidades que afronta desde hace 25 años.
Cumple con el horario estricto de un trabajo cualquiera pero, que en su caso, «no está valorado por nadie, que te aísla del mundo y a la larga te hace enfermar porque nadie te cuida ni te ayuda y ni tan siquiera, está remunerado». Rosalía Trujillo Hernández, de 53 años, es cuidadora de su madre, Eulogia Hernández Trujillo. de 77 años, que enfermó hace 25 años, de su marido, Juan Carlos Delgado Hernández, de 60 años, que sufrió un accidente laboral que lo dejó incapacitado, y de sí misma porque padece fibrosis pulmonar en ambos pulmones desde hace catorce años. Cuidaba también de su padre hasta que falleció hace ahora once meses de la misma enfermedad que ella padece. Su único trabajo que tan solo duró cinco años fue en una guardería.
«¿Ir a la huelga? Ni aunque quisiera podría. Es un lujo para mí. No puedo faltar ni un segundo a mi trabajo, que desempeño con todo el amor del mundo porque así lo quiero yo. No puedo hacer huelga. Tengo responsabilidades que van más allá de todo eso», matiza Rosalía, que se divide entre ser hija, esposa, madre de un hijo de 26 años y enfermera, ama de casa, cuidadora y acompañante las 24 hora del día.
Equipada con playeras, el uniforme de trabajo, sube y baja las escaleras de la casa familiar en el barrio de San Juan en la capital grancanaria para atender a su madre, en la primera planta, su marido e hijo, en la segunda. Eulogia padece muchas enfermedades que trata con 21 pastillas y varios parches de morfina e insulina, para combatir la diabetes tipo 2 –por lo que acude tres veces a la semana a dializarse– osteoporosis, asma, cardiopatía isquémica, distrofia muscular, raquialgia, osteoporosis...
Después de tomar el primer café del día y desayunar con su hijo, Rosalía dedica gran parte de las primeras horas del día a atender a Eulogia –desayuno, aseo, levantarla para que camine un poquito, darle sus medicamentos, parches y aerosoles– se dedica a limpiar la casa que debe estar como una patena para no agravar el asma que padece ya de por sí su madre. De la cocina y las comidas se encarga su marido Juan Carlos, «el cocinillas de la familia que se ha convertido en un dietista experto en diabéticos», explica la cuidadora. «Luego, subo a atender mi casa. Y bajo y subo y bajo y subo. Es una maratón diaria», dice esta mujer que pasa las noches pendiente de que suene el timbre que le instalaron a su madre cerca de la cama por si tiene una urgencia.
El trabajo de cuidadora es muy «duro desde todos los puntos de vista. Te aíslas de todo. A veces me agobia salir a la calle y ver gente porque paso las 24 horas en casa. A mi nadie me cuida. Tengo a mi cargo de una persona enferma y dependiente de mí para todo. No tengo tiempo para hobbies ni tengo amigas salvo las del grupo de whatsapp de la Asociación de Cuidadores de Gran Canaria. Es un trabajo que no está pago», sentencia esta cuidadora de 55 años.
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