Canarias pide respuestas sobre las microalgas
A principios de julio, las microalgas ya estaban al este de Tenerife, al oeste de La Palma, al suroeste de La Gomera y así hasta prácticamente alcanzar todo el archipiélago, salvo Lanzarote y Fuerteventura, donde su presencia ha sido menor y menos persistente en el tiempo.
La crisis de las microalgas no existiría si el presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, hubiese salido a a dar explicaciones y a tranquilizar a la población y a los touroperadores turísticos cuando se avistó un aforamiento masivo o bloom de microalgas en el canal entre Tenerife y La Gomera y en el Mar de Las Calmas, en El Hierro a mediados de junio.
Si entonces hubiese dicho aquello de que era un fenómeno natural que se daba cuando el agua del mar se calentaba y se enriquecía con los nutrientes que le proporcionaba la calima, y no hubiesen sido los técnicos de Salud Pública y Medio Ambiente los que salieron a la defensiva justificando la actuación del Gobierno, las redes sociales no estarían prácticamente sustituyendo con informaciones incorrectas o simples bulos al Gobierno como fuente oficial.
Pero a finales de junio, ni Clavijo ni nadie en el Gobierno se percató de que la situación era tan grave como para hacer una comparecencia pública, pese a los avisos de los técnicos alertando del avance de la marea roja. A principios de julio, las microalgas ya estaban al este de Tenerife, al oeste de La Palma, al suroeste de La Gomera y así hasta prácticamente alcanzar todo el archipiélago, salvo Lanzarote y Fuerteventura, donde su presencia ha sido menor y menos persistente en el tiempo.
De la gestión del Gobierno darán cuenta esta semana en el Parlamento los consejeros de Sanidad y Medio Ambiente, José Manuel Baltar, y Nieves Lady Barreto, respectivamente. Eso sí, lo hacen obligados por toda la oposición, salvo la Agrupación Socialista Gomera (ASG).
Muchos canarios probablemente esperaban que fuera el presidente quien se subiera a la tribuna parlamentaria después su ausencia durante toda la crisis. De momento queda en la memoria la primera vez que habló, dos meses después del primer avistamiento y con las cianobacterias también afloradas en las redes sociales, por las que rulaban teorías conspiratorias de todo tipo. Las más extendidas, las que las vinculaban con los vertidos de aguas residuales y las que apuntaban a un repunte en las islas de la hepatitis A desde su aparición.
Clavijo hablo por primera vez del asunto el 15 de agosto, día de Candelaria. Pidió «prudencia» ante las informaciones aparecidas hasta entonces porque el turismo podría verse seriamente perjudicado. Las redes sociales echaban chispas.
En Sanidad y Medio Ambiente reconocen off the récord que en el gabinete del presidente «se equivocaron» y que debió comparecer en julio cuando el afloramiento ya era evidente en varias islas.
En el entorno de Clavijo se escudaron en la crisis abierta por el vertido de combustible el 26 de junio en el puerto de La Luz y en que eventos como el que los técnicos referían en la zona de Teno-Rasca y en el Mar de Las Calmas apenas duraban unos días.
Pero ni siquiera cuando se vio que el fenómeno se prolongaba todo julio y continuaba en agosto hizo nada. Fueron los técnicos de Salud Pública y Medio Ambiente (en declaraciones y en dos ruedas de prensa) y el consejero de Sanidad, quienes dieron las explicaciones. Más tarde se sumó Nieves Lady Barreto. Y finalmente llegó la comparecencia pública de ambos, el 29 de agosto, y el anuncio de un informe científico independiente, encargado al Servicio de Tecnología Marina de la ULPGC, que dirige el catedrático Javier Arístegui, sobre los mecanismos que han originado y mantenido en el tiempo este bloom.
Para entonces, ya era tarde. Y pese a las explicaciones oficiales y su alusión a evidencias y literatura científica, los bulos corrían como la pólvora por las redes sociales, alimentados muchas veces por deslices de los científicos asesores del Gobierno, como cuando dijeron que en experimentos en ratones la microalgas provocaban tumores hepáticos para rectificar informes suyos que hablaban erróneamente de tumoraciones en humanos.
