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Los pictogramas de Sergio

Los pictogramas de Sergio

Sergio tiene 8 años y saca sobresalientes en tercero de Primaria. Mucho tiene que ver en eso su esfuerzo pero también el de sus padres y su terapeuta, que trabajan con él desde que tenía 3 años, cuando empezó a apoyarse en signos y pictogramas para comunicarse con el mundo, tras dar las primeras señales de autismo.

Belén Escudero (Efe) / Madrid

Miércoles, 15 de julio 2020, 04:07

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"Esa fue la primera parte", tal y como lo cuenta su madre Ana en el Día Mundial del Autismo.

Sergio nació en septiembre de 2010 y llevó el desarrollo normal de un niño hasta los 2 años, cuando en la guardería les comunicaron que no actuaba como el resto de los niños, que no interactuaba correctamente con ellos.

Era como si, de repente, le hubieran borrado las primeras palabras que había conseguido decir, como mamá. A ella le costó interiorizar que su hijo podía sufrir un Trastorno del Espectro Autista (TEA).

"Es más difícil ver una carencia desde el principio que un retroceso", argumenta. Pero a su pareja y a su suegra, experta en el tema porque el cuñado de Ana tiene autismo, no les paso desapercibido un síntoma de alerta temprana.

Sergio no miraba a los ojos, y los niños con este trastorno, según los especialistas, pierden de vista la importancia social que aportan las miradas de los demás.

Problemas vinculados

El diagnóstico llegó cuando tenía 4 años porque, como es habitual, es un proceso que se hace lento, pero la familia sabía mucho antes qué le pasaba gracias a un logopeda que les explicó que tenía disfasia, un problema del lenguaje en el cerebro que suele ir vinculado al autismo.

Este experto les puso en contacto con Alanda, una asociación que trabaja con los niños que presentan alteraciones en la comunicación, la interacción y el lenguaje, y cuyos profesionales se trasladan a los hogares y escuelas para elaborar un programa de intervención.

Vídeo.

María es la psicopedagoga de Alanda que ha ayudado a esta familia y a los profesores de Sergio a enseñarle cómo anticipar sus actividades diarias y los cambios del entorno.

Lo hicieron a partir del programa llamado Peana, que se basa en el uso de pictogramas (dibujos esquemáticos con fondo de color), fotos, canciones o sonidos para "favorecer la comprensión y la comunicación", según cuenta a Efe.

Pictogramas

Un pictograma ayuda al niño a seguir una rutina: tanto en casa como en el colegio, el niño tiene su horario en el que se indican las distintas actividades que va a realizar.

Pero también ayuda a fomentar la interacción: se pueden colocar fotografías de sus comidas y objetos favoritos en un lugar visible para aumentar su deseo por comunicarse.

Además de la familia y de María, también "se ha dejado la piel" una profesora de infantil del colegio concertado al que va Sergio, que forró la clase de pictogramas y creó dentro de ella un grupo en el que todos los niños se ayudaban unos a otros.

Así empezó a hablar Sergio. Su primera palabra fue "pompas", y con mucho trabajo consiguió aprender a decir otras, que se multiplicaron sin darse cuenta.

"De donde venimos a donde estamos es increíble", reconoce su madre, quien trabaja ahora en "otra fase", junto al resto de la familia y María.

Conversaciones

"Seguimos trabajando en el lenguaje pero a otro nivel", comenta la terapeuta: "ahora más en relación con los temas de conversación, del respeto al turno de palabra o de tolerar la frustración en relación a su desarrollo, y en algunos aspectos, como el orden".

Siguen trabajando, y siempre siguiendo en la vida unos horarios suizos, porque Sergio tiene que tener doce horas de sueño para que todo vaya bien.

La primera que lo sabe es su hermana Macarena, de 6 años. Es quien más lo conoce, además de sus amigos. Quien mejor lo lleva cuando está nervioso e inquieto. "Tiene -comenta orgullosa su madre- un sexto sentido con él".

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