-La pobreza sigue teniendo rostro de mujer
-Cáritas ha podido constatar que la pobreza tiene rostro de mujer. Una mujer sola, con hijos a cargo que se encuentra en una situación de desempleo y con estudios primarios. Esto lleva a que Cáritas tenga una intervención de acompañamiento en las diferentes dimensiones de la vida de la persona. Tanto en materia de salud porque puede haber dejado un tratamiento médico, en materia educativa, de intentar solventar la brecha digital o en materia de empleo. Y trabajamos también el entorno. De ahí que también colaboremos con empresas en materia de empleo y de ahí se ha podido 58,5% de inserción laboral en Gran Canaria y Fuerteventura.
«Hay que buscar un equilibrio entre atender la emergencia, la asistencia, pero, paralelamente atacar las causas y promocionar la capacitación»
-Acaban de presentar la memoria de 2021. ¿Esperaban que aumentara la demanda de ayuda tras dejar atrás lo peor de la pandemia?
-En 2020 tuvimos un incremento del 83% por el impacto de la covid. Tras la vuelta a la normalidad y la mejora de la economía pensamos que íbamos a atender a menos personas. Pero no solo es que no se ha estabilizado, sino que ha aumentado un 17,32%. La vuelta a la normalidad y la recuperación de la economía no tiene impacto en los colectivos de mayor exclusión. Lo que constatamos es que las crisis, una detrás de otra, ahondan en la pobreza y hacen que se ensanche y si antes afectaba a una dimensión de la vida de la personas ahora es a más. La pobreza se cronifica, es estructural y la exclusión social es cada vez más grave.
-Una parte sobrevivía con la economía informal que parece que no se recupera.
-El trabajo informal ha vuelto de forma más precaria. Hay quien recupera el empleo pero por horas, no a jornada completa. Mucha gente después de los ERTE no ha vuelto a recuperar el empleo. Si antes limpiaba casas al disminuir también los ingresos de la gente pues no te llaman. Las personas que cubrimos nuestras necesidades básicas hemos tenido que hacer reajustes, recortes, aunque seguimos teniendo para cubrir las necesidades básicas. Los recortes de los que hablo son más sangrantes. Es dejar un tratamiento médico, no comprar los libros del colegio, no tener acceso a la formación, a la cultura.
-También hablan de las personas que trabajan y siguen en situación de pobreza. ¿Es más difícil que se acerquen a Cáritas?
-Durante la pandemia muchas familias no se esperaban caer en esa situación y venir a Cáritas. Y después no han vuelto, pero sí hay muchas familias que estaban en vulnerabilidad y cayeron en la exclusión social y se mantienen unidas a la institución.
-Con las cifras de pobreza de Canarias, ¿por qué cree que no hay un estallido social?
-¿Qué sucede? Que llegamos a normalizar la pobreza. Vivo sabiendo que tengo que restringir mis gastos controlando, hasta mitad de mes que pasen los recibos no saben realmente con cuanto cuentan para llegar a final de mes un mes. Y pasa un mes, dos, un año, una década viéndolo como una normalización de la situación y general habilidades para sobrellevar ese tipo de vida. Cuando hay una situación de exclusión pierdes redes de apoyo familiares, vecinales,... Te ves solo ante tu situación y contexto. Es difícil que las personas alcen la voz, se sienten inseguras, invisible, solas.... Su reclamación las recibimos las entidades, recibimos su frustración, su impotencia, su enfado ante lo que está pasando.
-El ingreso mínimo vital no llega a todas las personas que lo necesitan pese a que hay presupuesto. ¿Cree que las instituciones públicas hacen lo suficiente?
-Hay dos factores. Uno es que las prestaciones y el acceso al sistema tienen que ser desde canales accesibles. Pero si están afectados por la brecha digital hay que entender que los colectivos en mayor situación de vulnerabilidad no acceden. Y, por otro lado, los recursos para la exclusión social son para paliar las consecuencias, como el impacto de la crisis, pero hace que se vayan sumando familias y los recursos no son suficientes. Hay que paliar las consecuencias pero también las causas que la generan.
-Llevamos años hablando de la pobreza estructural en Canarias y nada cambia.
-Lo primero que busca una persona cuando viene a Cáritas es ayuda material para alimentación, el recibo de la luz, medicación... Hacemos eso, que es importante, pero también un acompañamiento, saber si tiene estudios primarios, acompañarlas en su formación académica, en la adquisición de habilidades. Nuestras políticas públicas abordan la debilidad, pero hay que trabajar también desde las fortalezas teniendo las diferentes dimensiones claras. Faltan alquileres sociales, el acceso al empleo está básicamente ligado a la formación, a adquirir habilidades. Si en el mercado hay 3.000 puestos de charcuteros forma a personas en esos ámbitos. Hay que ir a las causas , nosotros trabajamos desde las fortalezas, no paliando. La administración publica va más lenta, hay que buscar un equilibrio entre atender la emergencia, la asistencia, pero, paralelamente la promoción de la capacitación. Nuestra ventaja es la red territorial, eso es una luz en el camino. Saben que acercándose a su entorno local van a tener acogida y escucha. Eso nos permite un contacto directo y cercano. La estructura pública no tiene esa ventaja de la cercanía y el convivir con el otro que nos da el voluntariado de Cáritas. Nuestra intención con la memoria no es crear pesimismo o negatividad sino ser conscientes de que estamos pisando barro.
-El Banco de Alimentos hablaba del estallido de solidaridad durante la pandemia y como poco a poco se fue diluyendo. ¿Lo han notado ustedes?
-Actualmente con los mismos recursos llegamos a más personas, pero con menos ayuda específica por el coste de la vida. Nuestra gran fortaleza es un voluntariado creyente por una opción de fe y suele ser estable. Las empresas también han sufrido el impacto de la pandemia, pero también es verdad buscamos la creatividad con las empresas. Antes ayudaban económicamente o con productos y ahora tal vez pongan a disposición servicios. Es reorganizar la solidaridad.
-¿Qué le preocupa tercer sector?
-Nos preocupa el impacto de la reforma laboral, también nos lleva a cambiar sistema de organización un incremento económico. También el que no haya una cartera de servicios sociales. Nos preocupan los retrasos en las convocatorias de las subvenciones sin garantía de si va a recibir la financiación o no.
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