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Según los hechos probados, el niño sufrió un traumatismo severo en la nariz y la boca, provocado por al menos dos caídas cuando contaba entre 1 año y 6 meses y 2 años, que se fue agravando con el tiempo y generó una necrosis, y una bronconeumonía crónica y finalmente aguda, que determinó su muerte.
El tribunal popular en su veredicto acordó por mayoría que los padres, pese a la desatención de los más elementales cuidados que tuvieron hacia su hijo, no pensaron que pudiera fallecer, ya que no querían matarlo, pues «no fueron conscientes de la gravedad de las heridas» que degeneraron en unas dificultades para la respiración del niño que acabó muriendo.
Así mismo, el jurado, también por mayoría, ha entendido como probado que el traumatismo que sufrió el menor no fue tratado y se le fue deteriorando el rostro hasta el punto de producirle una amplia y profunda apertura en la nariz, dividiéndola en dos partes y varios cortes en el labio, que le impedían realizar las funciones de deglución, respiratorias y masticatorias.
Proceso infeccioso
Como consecuencia de ello, añade el veredicto, el niño sufrió una patología pulmonar consistente en una bronconeumonía aguda y crónica por aspiración bilateral con edema agudo y hemorragia que derivó en un proceso infeccioso en los pulmones.
Al no recibir asistencia médica por la bronconeumonía, ello derivó en una descompensación aguda debido a una broncoaspiración de material gástrico, derivado de un vómito, y finalmente una insuficiencia respiratoria y la muerte, según ha concluido el tribunal popular.
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