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Eidan durante la terapia con su madre, Judith Arias y el terapeuta Rubén Gómez. En primer plano, Elías Godoy, padre de Cloe, detrás, junto al terapeuta. JUAN CARLOS ALONSO

Entre el cole y la terapia: el camino de la inclusión en Canarias

Autismo. Eidan y Cloe son dos de los 3.005 niños y niñas con un TEA escolarizados en Canarias, pero ninguno acude a un aula ordinaria. La plataforma por una atención temprana demanda recursos para una verdadera «educación inclusiva»

Luisa del Rosario

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 27 de marzo 2022, 00:00

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Este curso en Canarias 23.068 menores escolarizados tienen necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE). De ellos 3.005 presentan un Trastorno del Espectro Autista (TEA). Su escolarización puede ser de dos modalidades, un centro ordinario, donde se puede acudir a un aula general o al aula enclave –unidades de escolarización en centros educativos ordinarios, en las que se proporciona respuesta educativa al alumnado que requiere de adaptaciones– o un centro especial. Los datos de la Consejería no se muestran desagregados así que no se especifica cuántos alumnos con TEA hay en cada modalidad de escolarización.

Eidan, que el viernes cumplió 10 años, va a un aula enclave. Tiene TEA y no se lo detectaron de forma precoz. «Fue bastante tarde», reconoce su madre, Judith Arias. «Antes no se conocía», lamenta.

La atención temprana es básica para que los niños y niñas con TEA mejoren su calidad de vida. En julio el Gobierno canario abrió una unidad en Fuerteventura y en diciembre otra en La Palma, pero aún «estamos esperando por la segunda en Gran Canaria y en Tenerife. La promesa era que estarían a finales de año», explica Miguel Llorca, portavoz de la Plataforma Atención Temprana Canarias.

Eso significa que la lista de espera por este recurso sigue «igual», es decir, engrosada por más de 9.000 menores. «Se está atendiendo al 1% de la población que lo necesita», adevierte. Además, han pedido equipos específicos de TEA porque el existente «no da abasto para la detección, valoración y hacer los dictámenes de escolarización». Se necesita personal que «apoye a los equipos de zona. Ese equipo específico podría valorar a los niños de 0 a 3 años antes de que lleguen a la escuela ordinaria», añade.

Esa falta de recursos humanos hace que en la práctica la educación inclusiva lo tenga cuesta arriba. Así, explica que solo las aulas enclave garantiza que los niños y niñas con TEA cuenten con el apoyo necesario. «Pero nosotros nos negamos de entrada a que se escolaricen en un aula enclave. Debe haber un periodo de adaptación a la escuela y, en función de las competencias, se decide y si tiene dificultades se le brinda apoyo. La educación inclusiva es dar los recursos necesarios», abunda.

Eidan necesita terapia por su dispraxia, un trastorno psicomotriz que dificulta la movilización y coordinación de los músculos, y acude desde hace cuatro años una vez a la semana a la Asociación de Familias de Personas con Autismo de Las Palmas (Apnalp). «Le encanta venir», dice su madre. Eidan perdió el habla, precisamente por la dispraxia, «pero se hace entender muy bien», afirma el terapeuta, Rubén Gómez. «Es bastante autónomo, hace muchas cosas solo, como la vestimenta», comenta su madre.

Rubén se debe ganar la confianza de los niños y niñas que acuden a la terapia. «Todo lo que es trabajar con personas exige mucha implicación», afirma. «Hay niños con autismo que no te dan abrazos o besos, pero también los hay muy cariñosos, tienen perfiles sensoriales diferentes. A uno le puedo hacer cosquillas pero si otro tiene hipersensibilidad no puedes. A Eidan, por ejemplo, antes tirarse con el patinete le daba miedo, hemos trabajado mucho eso y mira ahora», explica tras verlo lanzándose tumbado sobre un monopatín por una rampa.

El aprendizaje con juegos es parte de la terapia y también de la escolarización. A Eidan le encanta el colegio aunque no le gustan «los cuadernillos Rubio», así que «hay que enfocarlo de otra manera».

El pequeño escucha el click de la cámara y se queda mirando. «Le apasionan todos los aparatos electrónicos», dice su madre. Rubén vuelve a llamar su atención, hay que meterse en una especie de hamaca de tela colgada del techo y salir si ayuda. Entrar es fácil, salir requiere esfuerzo muscular. Justo lo que necesita trabajar Eidan. Lo intenta y no le sale a la primera, pero con un poco de insistencia de Rubén lo consigue.

Eidan tiene una hermana pequeña, de 6 años «a la que cuida y protege», señala Judith, que piensa en ella cuando se le pregunta por el futuro de su hijo. Eidan podrá estar en el sistema educativo hasta los 21 años, como Cloe, que ahora tiene 9 años. Ella va a un centro especial. Sobre los 9 o 10 meses su madre notaba «que algo no iba bien», explica su padre, Elías Godoy. «Empezó diciendo mamá, y papá, y dio un retroceso. Al año y medio ya sabía que tenía TEA y le prestaron atención temprana, pero su autismo es severo.

Juan Carlos Alonso

Cloe también «se hace entender» aunque no habla. Y va aprendiendo cosas como elegir su ropa «que hace seis o siete meses no hacía». También qué comer y «ya sabemos su comida favorita, que está entre hamburguesas y calamares fritos» dice Elías.

El futuro

Cloe tiene un hermano pequeño, Leonardo, al que hasta hace un año «no lo veía». Ahora sí, pero tienen «peleas de hermanos». Cloe es «muy rígida» en ciertas cosas. Coloca las colchonetas de la sala de terapia por colores. Todas las lilas juntas. No le gusta que le toquen sus cosas ni que se las cambie de sitio. «Cloe está en Infantil, el próximo año irá a Primaria», dice su padre. En el centro trabaja la autonomía, el aseo,... va muy bien», pero reconoce que «es abrumador pensar en el futuro porque no puedes imaginarte a una niña como Cloe independiente»

En la actualidad, apunta el terapeuta, cada vez están viniendo niños más pequeñitos. La atención temprana es «fundamental» para estos niños. «Si se empieza a tratar tan pronto se para el transcurso del trastorno y pueden optar a ir a la escuela» decía a este periódico esta semana la psicóloga y profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Sol Fortea.

De hecho, los centros canarios están experimentando un aumento de su alumnado con TEA. Este año hay un 20,15% más que el curso anterior y un 39,24% superior al curso 2019-20 gracias a precisamente a la detección y la atención temprana.

Pero «estos niños crecen. El problema es que a partir de los 21 años ya no hay recursos para ellos. Hay un montón de familias que demandan centros de día como el nuestro, porque la alternativa es que se queden en casa», lamenta la coordinadora de servicios de Apnalp, María Afonso.

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