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A punto de cumplirse tres años del inicio de la erupción del Tajogaite, las coladas del volcán palmero continúan ardiendo, según las mediciones realizadas de forma continuada por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), institución científica encargada de calibrar los peligros geológicos en la zona de exclusión.
En el entorno del cono volcánico, actualmente, hay grietas que mantienen temperaturas de 673 grados centígrados, explica la investigadora del IGME Inés Galindo Jiménez. En todo caso, el proceso de enfriamiento es lento pero constante y hace seis meses, en este punto del cráter, la temperatura alcanzaba los 706 grados centígrados.
Las temperaturas extremas se localizan también ladera abajo, a casi tres kilómetros de las bocas que se abrieron por primera vez el 19 de septiembre de 2021 y que estuvieron lanzando lava hasta las 22.21 horas del 13 de diciembre de aquel año. Así, en el borde de la carretera que enlaza La Laguna con Las Norias, en un sondeo que conecta con un tubo volcánico y a solo un metro y medio de profundidad, actualmente se alcanzan los 441 grados centígrados. En este punto la temperatura ha bajado 30ºC en seis meses, indica Galindo.
El calor de las coladas depende de distintas variables como el espesor de la lava, la presencia de tubos lávicos que favorezcan las corrientes de aire o las lluvias.
En todo caso, la huella calórica del Tajogaite permanecerá durante mucho tiempo, como lo demuestra el hecho de que en zonas de coladas con menos de 10 metros de espesor y sin la influencia de tubos volcánicos la superficie se encuentra a 30ºC.
«En espesores de lava superiores, a un metro de profundidad, las temperaturas oscilan entre los 60 y los 100 grados centígrados», precisa Galindo.
«El IGME ha desarrollado el primer sistema de monitorización del enfriamiento de la lava a nivel mundial», comenta orgullosa la geóloga sobre un trabajo que se viene desarrollando casi desde el inicio de la erupción, liderado por su compañero Juan Carlos García.
De hecho, la institución dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), justo al final de la erupción, confeccionó un modelo de cómo se iban a enfriar las coladas durante los siguientes cinco años. «El modelo está funcionando bien en las lavas de menor espesor», afirma la científica. Y es que la complejidad del campo de lavas, con coladas superpuestas de diferentes días y tubos volcánicos, dificulta las generalizaciones.
El IGME, además de estudiar la morfología del lugar y los enclaves que entrañan un riesgo, ha localizado los espacios más valiosos del nuevo patrimonio geológico del Tajogaite de cara a su protección.
El instituto también diseñó la ruta turística para visitar el cráter y formó a los guías para explicar la excursión enmarcando el volcán en su contexto geológico. «Estamos trabajando para abrir otro sendero. El turismo es una vía para la recuperación de la isla», anuncia la geóloga.
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Carmen Delia Aranda
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