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Tras la llegada masiva de pélets a la costa gallega por el vertido del buque 'Toconao', la ciudadanía y las autoridades locales han descubierto que la mayor parte de la costa española está plagada de estas pequeñas bolitas de plástico, desde el litoral de Baleares al del País Vasco y, por supuesto, el de Canarias.
Estas bolas de unos 5 milímetros de diámetro se detectaron en los primeros muestreos de microplásticos realizados en 2015 en las playas canarias por el grupo de investigación de Ecofisiología de los Organismos Marinos (Eomar) del Instituto Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
«Es triste que, a raíz de lo que ocurrió en las costas de Galicia, se haya puesto el foco en algo que aquí viene siendo un problema desde hace tiempo», comenta la investigadora de Eomar, Alicia Herrera, que, en la última década, ha participado en varias investigaciones centradas en el análisis de los microplásticos recogidos las playas canarias y los contaminantes químicos que contienen, su presencia en el interior de los peces y su posible transferencia a los organismos.
«Todas las especies estudiadas en la Macaronesia presentaron microplásticos en el contenido gastrointestinal», comenta Herrera sobre una de las conclusiones del Proyecto Implamac (Interreg MAC 2014-2020), cofinanciado con fondos Feder, en el que han participado unos 50 científicos de Madeira, Azores, Cabo Verde y Canarias, que investigaron el impacto de los microplásticos en las aguas y el ecosistema marino de los cuatro archipiélagos.
En Canarias, explica Herrera, las especies analizadas fueron la caballa, el salmonete, el pargo y el bonito listado. La mayor presencia de microplástico se detectó en el pez espada negro de Madeira, ya que la totalidad de los ejemplares analizados tenían estos materiales en sus estómagos; en el bonito listado de Canarias, en el que los microplásticos se detectaron en el 90% de los pescados estudiados y en el 85% de las 'garoupa' analizadas, un pez de fondo abundante en Cabo Verde.
La ingestión de estos plásticos afecta físicamente a los peces. «La peligrosidad depende de muchas cosas, pero los fragmentos y los pélets afectan su sistema digestivo. Si se los comen, los filos de los fragmentos pueden causar un daño en el intestino, una obstrucción o incluso una falsa sensación de saciedad que les quita el hambre y los puede matar. Todo depende de la forma que tengan los microplásticos», dice la investigadora.
En todo caso, el equipo Eomar de la ULPGC está centrado ahora en la afección que producen los contaminantes químicos que contienen los microplásticos; por un lado, los aditivos con los que se fabrican -retardantes de llama o filtros ultravioletas, entre otros-, y, por otro, los residuos de pesticidas o protectores solares que se les van pegando al exterior en su deriva por el océano.
En total, entre unos y otros, los científicos identificaron 80 contaminantes asociados a los microplásticos recogidos las playas canarias, en una de las cuales se llegó a contear 300 gramos de plástico por metro cuadrado.
«Nos llegan pélets que llevan mucho tiempo en el mar y no sabemos de dónde vienen ni qué tienen», indica la científica enfrascada desde hace años en despejar esta incógnita.
¿Pero se transfieren los contaminantes químicos a los peces?
«Hicimos experimentos alimentando a los peces con un 10% de microplásticos de playa durante 30, 60 y 90 días, y hemos visto daños en el intestino y cambios en la microbiota intestinal. También vimos que, al final de los 60 días alimentados con microplásticos de playa, había algunos contaminantes -retardantes de llama- que pasaron al hígado en bajas concentraciones».
Además, hicieron otro experimento agregando a los pélets contaminantes químicos en altas concentraciones, mucho más elevadas de las que se encuentran a día de hoy en el medio natural. «Hemos visto una transferencia de contaminantes al hígado y al tejido muscular», apunta Herrera. «Este experimento no se hizo en condiciones realistas, porque añadimos más contaminantes al alimento, pero nos da la pauta de lo que puede pasar en el futuro si seguimos contaminando nuestros mares con plásticos y contaminantes químicos», advierte.
El laboratorio B201 de la facultad de Ciencias del Mar reúne a buena parte de los miembros del grupo de investigación Eomar del Instituto Universitario Ecoaqua. Allí, unos 15 investigadores analizan el efecto de los microplásticos en el medio marino, principalmente, a través de dos proyectos; Implamac, financiado con fondos europeos y en el que trabaja medio centenar de científicos de las universidades de La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria y Cabo Verde y del Observatorio Oceánico de Madeira, y el proyecto Micropleach, que estudia el impacto de los aditivos lixiviados de los microplásticos en el plancton. Unos y otros analizan tejidos de peces y microorganismos en busca del rastro de los microplásticos. También los científicos salen del laboratorio para estudiar la llegada de estos residuos a las playas de Famara, en Lanzarote, Las Canteras, en Gran Canaria, Las Caletillas, en Fuerteventura, y Lambra, en La Graciosa. Tras muestrearlas, contabilizan, clasifican y analizan los microplásticos recogidos.
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