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Las series que más nos han decepcionado en 2019

Las series que más nos han decepcionado en 2019

'Batwoman', 'Black Mirror', 'The End of the F***ing World', 'Alta Mar', 'Dilema' y 'La casa de las flores' son lo peor del año

Redacción

Lunes, 23 de diciembre 2019

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Son las mayores decepciones de 2019, aunque evidentemente no las únicas. Si tienes algo de amor propio, deberías hacernos caso y pasar de estas series. Y de propina hemos reseñado una serie documental que no nos acabó de gustar.

Borja Crespo

Batwoman

La actriz y cantante Ruby Rose ('Orange is the new black', 'Megalodón), de sobrado carisma, encarna a la superheroína de DC Comics en uno de los fiascos del año. La estética hortera, con un llamativo pelucón pegado a la máscara de murciélago, no ayuda a engancharse a un producto extremadamente artificial que no consigue ni siquiera la etiqueta de «placer culpable». El resultado final carece de la gracia de otros productos televisivos de la cadena The CW, basados también en personajes de historietas populares. Se toma demasiado en serio, las escenas de acción no brillan y hay un supuesto feminismo de manual de fondo poco audaz. Como doble programa cutre del año se puede añadir a las aventuras de la Mujer Murciélago la serie 'The I-Land', una copia descarada de 'Lost', en clave de serie Z, con diálogos de vergüenza ajena y una dirección de actores grotesca.

Mikel Labastida

Black Mirror

Después de conseguir volver a poner en el punto de mira y en el centro de las conversaciones de todo el mundo con su película interactiva 'Black Mirror' presentó una quinta temporada de tres capítulos descafeinada, sin capacidad de sorpresa y repetitiva. Aquello de adelantarse a los acontecimientos, de impactar al espectador y de dar giros de tuerca sublimes se quedó en el recuerdo de episodios anteriores pero no se dejó ver en estos. Ni la presencia de Miley Cyrus resultó estimulante ante unos argumentos trasnochados y simplones.

Iker Cortés

The End of the f***ing World

Íbamos con expectativas altas hacia la segunda temporada de 'The End of the F***cking World', incluso a sabiendas de que la novela gráfica de Charles S. Forsman en la que se basa la primera temporada terminaba justamente donde lo hacía esa primera tanda de episodios. Pero picamos de nuevo e, imagino, seguiremos picando. Esta segunda aventura comienza de manera encomiable, introduciendo a un nuevo y carismático personaje, pero a partir del tercer o cuarto capítulo se desinfla torpemente. Las tramas se estiran infinitamente, algo inaudito teniendo en cuenta que cada capítulo dura media hora, y es fácil acabar perdiendo la paciencia.

Nuria Nuño

Alta mar

Tras 'Las chicas del cable', la primera serie original de Netflix producida en España, el gigante del 'streaming' volvió a confiar en Bambú para que alumbrara una nueva y ambiciosa ficción. La productora gallega tiró de la fórmula que ya le había funcionado con 'Velvet' y con las telefonistas para concebir 'Alta Mar', una historia ambientada en los años 40 en un transatlántico de lujo; al más puro estilo Titanic... o eso pretendían. Pero, al igual que ocurriera con el legendario buque, el Bárbara de Braganza hace aguas. Este 'thriller' dramático ha resultado decepcionante merced a una mediocre trama de asesinato y misterio -llena de tópicos- que no termina de enganchar pese a su atractivo envoltorio; y a un reparto irregular, que tiende en ocasiones a la sobreactuación. En definitiva, no está a la altura de lo que prometía.

Eduardo R. Paneque

Dilema

En su día ya dijimos que de tan mala, malísima, corría el 'riesgo' de convertirse en obra de culto con el paso de los años. ¡Al tiempo que no forme parte de ciclos como el gijonés 'Peor... imposible'! Toda en sí misma es un despropósito. Eso sí, en su dosis justa. Diez episodios y ya, para no cansar. Decían en la campaña promocional que es un thriller social neo-noir. Difícilmente sus guionistas pensaran en algo tan sofisticado. Para entendernos, es mamarrachismo en estado puro con una Renée Zellweger incapaz de defender un papel loco. Tampoco es que se esfuerce, a ella le han pagado por estar ahí y dar caché al título, lo de poner muecas para Hollywood. La ficción intenta responder a la pregunta: ¿Qué estarías dispuesto a hacer por lo que quieres? Y usted: ¿se atreve a darle una oportunidad?

Asier Manrique

La casa de las flores

La primera temporada de 'La casa de las flores' llegó y arrasó por donde pasó. La serie, convertida en fenómeno viral, hizo que todos quisiéramos hablr como Paulina de la Mora y deseáramos trasladarnos a ese delirante mundo creado por Manolo Caro. ¿Qué ha pasado con la segunda temporada? Nada de nada. Lo peor que le puede pasar a una serie de este tipo es provocar la más absoluta indiferencia. Sus tramas han acusado un desgaste excesivo, los clichés se han repetido sin cesar y han faltan momentazos memorables. Los nuevos personajes no han sumado demasiado, y los viejos ya no sorprenden. «Jamás duró una flor dos primaveras», como diría la gran Rocío Jurado.

Oskar Belategui

Alta mar

Con 'Alta mar' ocurre lo mismo que con 'Gran Reserva', 'Velvet' y 'Las chicas del cable': todo parece teatrillo filmado, un folletín en el que las peripecias se suceden de manera mecánica, porque sí. En realidad no hay personajes, sino clichés. La pátina fotográfica y el diseño de producción consiguen que todo parezca nuevo y reluciente en el transatlántico 'Bárbara de Braganza', hasta los camarotes de tercera clase. Un 'Cluedo' y un culebrón 'deluxe' por el mismo precio, con rostros guapos y secundarios de lujo reservado al espectador menos exigente posible.

El caso Alcásser, un documental fallido

NURIA ALONSO

No era fácil afrontar un tema como el que conmocionó a España en 1992. Pero Netflix se armó de valor y produjo la miniserie documental 'El caso Alcásser' con el gancho de que desvelaría algunas claves de la investigación de los asesinatos de Miriam, Toñi y Desiré. Pero las expectativas se quedaron ahí. El trabajo de investigación audiovisual que firmaban Elías León y Bambú Producciones al alimón tenía una factura técnica excelente y una narrativa ágil, muy absorbente. Pero fallaba en el desenlace, en la resolución. Amén de no ofrecer ninguna novedad relevante que despejara alguna de las múltiples incógnitas que aquel caso despertó en la sociedad española, la miniserie se limitó a cerrar el asunto con unas conclusiones vacías y sin resolución aparente.

A eso hay que añadir que las intervenciones del padre de Miriam, Fernando García, que en su día fue alzado a los altares y a continuación desterrado como un ídolo caído, sólo aportaba un testimonio vengativo centrado en teorías conspirativas sin base sobre pruebas reales; tan solo meras conjeturas sin consistencia probatoria.

La miniserie de cinco capítulos se ocupó, eso sí, de reforzar el aire de misterio por el truculento caso y también de lástima hacia las víctimas y sus familias. Pero lo que merece mayor reproche es la ola de amarillismo que el documental de Netflix resucitó con la innecesaria emisión de fragmentos televisivos que ahondaban en la faceta más vergonzosa de la sociedad española. Es una pena que se volviera a reponer lo más oscuro del periodismo (si se puede llamar así) patrio casi treinta años más tarde.

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