'La Casa de las Flores' se marchita
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La segunda temporada del culebrón abusa de los chistes fáciles perdiendo espontaneidadSecciones
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La segunda temporada del culebrón abusa de los chistes fáciles perdiendo espontaneidadEduardo Paneque
Lunes, 4 de noviembre 2019
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La habitual crisis de las segundas temporadas, esas de las que pocos escapan, también ha acabado alcanzando a 'La Casa de las Flores'. Lo irreverente convertido en previsible e incluso en decepcionante. Era una serie que estuvo de moda no hace tanto, era 'cool' haberla visto y más aún presumir de que te había gustado. Con solo un puñado de capítulos, su excéntrico sentido del humor le permitió llegar a ese estatus superior reservado para unas pocas ficciones. Lo hizo por sorpresa y por ello, es posible, que más dura haya sido su caída. Ni el lenguaje ni la particular ironía que la hicieron casi única se han convertido en su principal talón de aquiles con la nueva tanda de capítulos.
No se puede decir que haya querido estirar el chicle porque la trama pedía más. Todos queríamos profundizar en los avatares de la familia, pero les pudo la presión de tener que hacerlo. Y falló. Lo mordaz se convirtió en el chiste fácil y los caricaturescos personajes se convirtieron en ridículos. La segunda temporada se pierde en tramas melífluas que no conducen a ninguna parte sin tener un mapa nítido que lleve al espectador de la mano hasta la eclosión final. Porque sí, el final sí remonta (nota para los que hayan desistido antes) y, de nuevo, ¡albricias!, deja en vilo pidiendo un poquito más confiando en que ver luz al final del túnel. Pero, hasta llegar a ese momento, ¿cuántas veces han torcido nuestra mueca en un gesto de sonrisa? O, trasladado a lenguaje milénico, ¿cuántas escenas son carne de GIF? ¡Ahí está la prueba del algodón de los tiempos que corren!
'La Casa de las Flores' fue hace no tanto transguesora y divertida a partes iguales, bien es cierto que no apta para todos los públicos. Se había marcado un objetivo complicado: mofarse de los culebrones de toda la vida con la vista puesta, para los que tenemos más edad, sobre la mítica 'Los ricos también lloran'. Aquí todo más hiperbólico, exagerado y metafóricamente en un permanente 'zasca' a las fuentes originales de las que bebebía.
Ellos eran la familia De la Mora, con personajes compensados y con el contrapunto entre unos y otros. De cara a esta segunda temporada, Paulina de la Mora (Cecilia Suárez) es la encargada de llevar el peso de la trama ante la ausencia de la matriarca Virginia de la Mora (Verónica Castro anunció que no solo debaja la serie sino la televisión). A priori, esto no sería un hándicap puesto que la magistral recreación de Paulina prontó se convirtió en el favorito del público. Y de 'meme'. Ella no falla en los nuevos episodios pero es insuficiente para mantener todo el chiringuito en pie. Porque todo lo bueno cansa y Paulina también. Como también lo hace su pareja, María José (Paco León). En la presente le dan más cancha a otros personajes que no terminan de arrancar, quizá porque les dan arcos argumentales que de absurdo rozan el ridículo. No llevan a nada y aburren al espectador.
La segunda temporada es 'más gay' y 'más trans' que la anterior con situaciones que bien podrían haberse basado en la filmografía de Pedro Almódovar. Mucha buena música, lo mejor de la serie, y con eso ya se dice mucho. ¿Entretiene? Sí. ¿Es suficiente? No. Quizá todo fuera cuestión de expectativas.
La segunda temporada completa de 'La Casa de las Flores' está disponible desde el 18 de octubre en Netflix.
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