Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este lunes 8 de diciembre de 2025

Un terremoto político

Lunes, 3 de diciembre 2018, 00:06

Persiste la crisis de los partidos tradicionales. La unidad de España impregna a buena parte del territorio y, de largo, en Andalucía la cuestión soberanista catalana ha incidido. La entrada de Vox con 12 escaños de una tacada no es una anécdota sino una realidad sobrevenida que seguramente se extienda, en el momento procesal oportuno, al resto del país salvo las regiones donde concurren formaciones nacionalistas. Pero en la España central (Madrid y las dos Castillas) la izquierda tiene un serio problema.

El PSOE ha perdido su feudo por excelencia. El único que tenía tras la merma social en tierras catalanas. No es una derrota de Susana Díaz sin más. Y el dilema para Pedro Sánchez es si convocar cuanto antes las elecciones generales o postergarlas todo lo que pueda. La segunda opción probablemente conlleva un desgaste todavía mayor. Con 84 diputados, y si se confirma que no hay Presupuestos Generales del Estado propios para 2019, la presión irá en aumento y la factura puede ser muy dolorosa para el centroizquierda. Claro que ya Díaz pierde como candidata con mando en plaza. Pero hay un dato fundamental: Podemos no recoge nada de la caída del PSOE. Dicho en plata, el menoscabo del PSOE no debe sujetarse a parámetros sobre giros al centro o a la izquierda tal como estuvieron presentes en el proceso de primarias. Aquí la enjundia del problema es otro, y es estructural.

Con Vox en el Parlamento andaluz el sistema de partidos en España se va pareciendo cada vez más a nuestro entorno europeo. La crisis que supone la consolidación de la ultraderecha (y que permite por la aritmética parlamentaria que al PSOE se le despoje del poder institucional que ostentaba desde los inicios de la autonomía) señala directamente a la arquitectura constitucional de 1978. Es decir, habrá quiebra cívica, confrontación social y críticas al modelo territorial. Una espiral perfecta para, a su vez, estimular a los independentistas catalanes. Vamos, el principio de acción-reacción que emplearon los anarquistas para intentar dinamitar el orden conocido. Porque Vox querrá modular la agenda política al PP y a Ciudadanos; no ha venido para ser la muleta política de los otros dos.

Dentro de las derechas habrá una seria competición por liderar la pujanza dentro del bloque. De esto dependerá las expectativas para alcanzar La Moncloa. Pugnarán para visualizar quién es más de derechas que el otro. Y aquí la formación de Albert Rivera queda tocada: ¿cómo mantener así su supuesto centrismo?, ¿cómo rescatar la figura de Adolfo Suárez mientras se aprueba leyes con la ultraderecha?, ¿cómo invocar el liberalismo de la Constitución de Cádiz de 1812 al tiempo que se pacta con unas siglas felicitadas por Marine Le Pen? No cuadra para Ciudadanos. Por ahora, solo les podrá las prisas por derrocar al PSOE. Eso les une.

Sigues a Rafael Álvarez Gil. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 Un terremoto político