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La Naturaleza canaria es prudentemente sensata. Convulsiona sus entrañas sumergidas entre las dos islas capitalinas con el fin de reactivarse y romper anquilosamientos, pero lo hace en tierra de nadie, casi a la misma distancia de cada una. Se trata del Volcán de Enmedio, oculto dos kilómetros más abajo: nació para subsanar las aparentes insinuaciones -a veces puñeteras- de algunos periódicos canarios como, por ejemplo, eldia.es: «Terremoto de 4,2 entre Gran Canaria y Tenerife (2019-1-18)» o canarias7.es: «Un seísmo entre Tenerife y Gran Canaria» (8/8/2017).

¿Tales titulares pueden influir sobre el lector? Si tenemos en cuenta que ciertas formaciones insularistas fomentan el muy interesado recurso de la rivalidad provincial, es posible que se considere a cualquiera de las dos islas como única responsable para incordiar a la otra, ahora que los canariones visitan guachinches y los tinerfeños pernoctan en Las Canteras.

Tal como dejó escrito Miguel de Unamuno, las luchas entre los dioses romanos Vulcano (bajo cuya advocación está puesto el fuego) y Neptuno (controla las aguas) actúan como origen mitológico de los terremotos marinos. Pero como los dioses son inviolables y, por tanto, no sujetos a responsabilidades, prudentes investigadores analizan los hechos en la realidad social canaria.

Acaba de suceder: a las 6.36 horas del día 18 el Instituto Volcanológico de Canarias detecta un terremoto localizado a cinco kilómetros de profundidad y cuyos estremecimientos se manifestaron en distintos municipios, sobre todo Gáldar y La Laguna, antiguas capitales insulares (sumemos Agaete, atraque del ferry TFE → GC → TFE de la compañía Olsen).

La causa más probable del seísmo es la actividad tectónica relacionada con la falla existente entre ambas islas canarias. Y falla, desde la perspectiva geológica, es «Fractura de la corteza terrestre acompañada de deslizamiento de uno de los bordes». Así entienden tales desajustes quienes estudian los terremotos como sacudidas violentas del manto terrestre ocasionadas por fuerzas interiores. Desajustes que, directamente, afectan a la población y crean alarma.

Ahora bien: ¿y si se manejan otras razones fuera de la ciencia volcanológica? Hay un punto de partida, el lingüístico: la voz falla también significa «incumplimiento de una obligación». Y en Gáldar, precisamente, el Gobierno regional actual y los anteriores han incumplido deudas, adeudos y compromisos con el municipio cebollero: desde el milenio anterior la construcción del nuevo instituto Saulo Torón se retrasa siempre por algo aparentemente imposible para la capacidad de gestión gubernamental, a fin de cuentas dirigida por humanos.

Y ya se conoce aquel principio salmantino rememorado por los primeros galdenses matriculados en la Universidad castellana de ochocientos años recién cumplidos: «Quod natura non dat, Salmantica non praestat»(’Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo otorga’). Por tanto, es la propia naturaleza quien marca nuestras limitaciones. (De ahí mi absoluta disconformidad con mi condición natural: si no un Einstein, sí al menos podría haberme hecho un tipo despierto...)

Universidad salmantina, por otra parte, intelectualmente relacionada con Canarias. A fin de cuentas Miguel de Unamuno, tres veces rector de la misma, visitó Gran Canaria y Tenerife en distintas ocasiones, casi siempre por actividades y compromisos literarios. Estuvo, además, desterrado en Fuerteventura (»Ruina de volcán esta montaña / por la sed descarnada y tan desnuda / que la desolación contempla muda / de esta isla sufrida y ermitaña») tras su oposición a la dictadura del general Primo de Rivera.

Y como intelectual estudioso de todo lo nuevo dejó en varios artículos impresiones y comentarios sobre la formación de las islas: «Del mar surgió en un tiempo esta isla [Gran Canaria], como las otras islas Canarias [sic], en poderosa conmoción [...] Porque estas islas, por tanto tiempo envueltas en la bruma de la leyenda [...] fueron un alzamiento volcánico de las entrañas de la tierra, fue como si éstas levantaran su caldeado pecho a que se refrescase en el mar».

La presencia de terremotos («histéricas convulsiones» para Agustín Millares) no es, pues, nada sorprendente: forma parte del paisaje (también Lanzarote y Tenerife -siglo XVIII-, La Palma -1949; 1971-, El Hierro -2013-). Y a él se ha adaptado el paisanaje cuya subsistencia está, de una u otra manera, relacionada con la violenta naturaleza (agricultura...). Parece como si, a veces, el canario echara mano a sus tradiciones volcánica / tectónica y estremeciera la profundidad marina para ser portada de periódicos. Lo cual, así de repente, confirmaría el porqué Gáldar fue lugar manifiestamente destacado durante el terremoto del pasado 18.

Pero no solo Gáldar anda desestabilizada. Agaete vive con intensidad la más que probable ampliación del muelle comercial, atentatorio contra su integridad estética y, acaso, como preámbulo a la destrucción definitiva de zonas playeras y encantamientos costeros. Salvar Agaete denuncia la prepotencia del Gobierno canario, cerrado a la lógica de ciertos planteamientos: ¿puede presidencia demostrar la imperiosa necesidad de la ampliación? ¿La legítima lucha de intereses entre las dos navieras justifica millones de metros cúbicos de cemento que romperán aún más sensibilidades y naturalezas, cuando la racionalización en el uso del actual muelle puede conducir al sereno entendimiento de ambas compañías?

A lo largo de la misma línea costera, la misma mar sardinera y agaetense es también testigo mudo de abandonos, desdenes, andenes, fragilidades... Se trata de la segunda fase de la carretera La Aldea – Agaete, vital para romper con silencios de siglos y desprendimientos, impotencias, encerronas... a veces muertes. Pero también el Gobierno canario tiene fallas, incumple obligaciones...

De todo lo cual puede deducirse que este último terremoto no nació en el Volcán de Enmedio, sino desde Gran Canaria hacia Tenerife como sede atística, convulsión producida por impotencias ciudadanas frente a pasividades y dejaciones de un Gobierno asentado en Nivaria e indiferente a los problemas de Gáldar, Agaete, La Aldea... (¿De ahí el titular del CANARIAS7, martes pasado, «El terremoto del viernes, por tensiones entre Tenerife y Gran Canaria»?)

Consuela sospechar que solo podrían quedar siete años para que CoATIción permanezca como Gobierno: treintaiséis años en el poder es el ciclo marcado por los dioses, como en Andalucía. (Pero hay dioses coñones...)

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