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Sindicalismo de antaño

Del director ·

La prueba del algodón la hemos tenido en el conflicto de los interinos

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 4 de enero 2023, 23:00

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El fallecimiento de Nicolás Redondo, histórico líder del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), trae a la memoria otros tiempos. En lo político, en lo social y también en lo sindical. Tiempos en los que los sindicatos hicieron una labor importante en la clandestinidad frente a la dictadura, tiempos en los que ayudaron a hacer de la Transición y modelo pacífico exportable, y tiempos también en que tuvieron una influencia muy notable sobre la actividad legislativa y ejecutiva.

En el caso de UGT, era por definición el sindicato afín al PSOE y llegó un momento en que no estaba muy claro dónde empezaba uno y dónde terminaba otro. En especial ante una personalidad con la historia de Nicolás Redondo, que pudo ser el Felipe González de entonces y que acabó conviviendo con el dirigente socialista, al tiempo que haciéndole oposición a través de la convocatoria de huelgas generales.

Si preguntamos hoy a los españoles por su valoración de los sindicatos, en especial de las grandes centrales, sospecho que no será especialmente favorable. Influyen en ello muchos factores pero quizás no es menor el hecho de que los sindicatos sufrieron un desgaste de imagen muy relevante cuando algunos de sus dirigentes quisieron mantener el estatus de las organizaciones (y de algunos bolsillos) utilizando fondos públicos. Cuando no eran los cursos de formación eran otras vías de subvención, y todo ello para tapar los agujeros que surgían ante la pérdida de fondos por la afiliación directa. Porque ese fue y es el drama de los sindicatos:una parte importante de los trabajadores llegó a la conclusión de que no hacía falta estar sindicado, ya fuera porque ese dinero se destinaba a otros menesteres o ya fuera porque concluían que, cuando necesitaba una defensa sindical, no la encontraban a su gusto.

Todo ello contribuyó al nacimiento de otros sindicatos, que dejaron de ser transversales para convertirse en abanderados de colectivos muy concretos. La prueba del algodón la hemos tenido en Canarias en el último año con el conflicto de los interinos casi a perpetuidad en la Administración: articularon representaciones sindicales específicas -y en ocasiones peleadas entre sí-, porque entendieron que una parte de su problema radicaba en los postulados de las centrales históricas.

Así, entre las cosas a revisar en esta democracia imperfecta que tenemos, está el papel de los sindicatos. Siguen siendo necesarios pero tienen que leer los posos del café de sus errores para entender el destino que tienen delante.

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