Necesita mejorar
Impertinencias miles, palabras malsonantes que forman parte de la jerga habitual. El tuteo ha logrado vencer a la palabra usted hasta minimizarla en un arcaísmo, a pesar de estar normalizada en nuestra forma de hablar. Que alguien acuda en camiseta y cholas a un acto solemne ya no sorprende a nadie. Y ceder el asiento en una guagua, sea a un hombre o a una mujer y tenga la edad o el condicionante que tenga, va camino de convertirse en una extravagancia. Un gesto de otro tiempo. A todo ello se suma esa selva en la que se han convertido las redes sociales, donde con el anonimato de un avatar o amparados en una mal usada liberta de expresión se vuelcan los improperios más hirientes. Incluso amenazas.
Hacer un análisis de las causas que ocasionaron esta inmundicia social es fácil, ya se han enumerado muchas veces antes hasta el cansancio y todas son demostrables. La corrupción se ha contagiado como mal endémico en todas las esferas sociales; el negativo valor salarial y de reputación que tienen los profesores y su cuestionada autoridad por padres permisivos; la promoción del cuñadismo que incentivó al gandul; la defenestración de la meritocracia y los malos referentes de la fama; la falta de recursos para mejorar la infraestructura educativa, la poca inversión en tecnología, en investigación y desarrollo... La lista es larga y todas son razones válidas para justificar el estruendoso fracaso de la educación en el país de Mariano, y, en concreto, en la Canarias de Fernando.
Pero hay un dato para la esperanza. Los estudiantes de Canarias fueron los alumnos de España que mejores notas sacaron, como promedio, en el examen de Lengua Castellana y Literatura en las pruebas de acceso a la universidad el año pasado, con un 7,86. También fueron los que mayor porcentaje de aprobados obtuvieron en esa asignatura, un 96,63% de ellos. Cifras que reivindican tanto a docentes como a una generación que ha navegado en la miseria y la desesperanza. Jóvenes canarios que superan todas esas dificultades y los estigmas convertidos en tópicos de aplanados, gozosos y poco ilustrados.
La mala educación es resultado de una educación mala. Resulta más barato tener a los jóvenes entretenidos en las redes sociales. Son más fáciles de manipular anestesiándolos con seudodeporte digital y macrobotellones.