Las heridas sangrantes del PSC
La brecha interna del Partido Socialista Canario se avecina dramática y amenaza con echar por tierra las buenas expectativas electorales que le auguran las encuestas. Ángel Víctor Torres gobierna un partido fracturado en dos, los que están con él y los que están contra él. Fractura que se ha hecho mucho más profunda en las dos islas con más relevancia, Tenerife y Gran Canaria. Un partido con sectores que vive la seria tentación de escindirse siguiendo los pasos de Casimiro Curbelo, y, ahora, de Lanzarote; un partido que vivirá un cruento enfrentamiento, a dos o a tres bandas, en las próximas primarias para la candidatura a la presidencia del Gobierno.
Nadie esconde las rivalidades. En Tenerife, el sector oficial, el ganador de las primarias, está enfrentado al sector oficial de Torres. En Gran Canaria el desaire a la única figura emergente que tienen, Augusto Hidalgo, está teniendo consecuencias irreversibles en detrimento del propio Torres. No son gratuitas las lisonjas del secretario de organización del PSOE, José Luis Ávalos, al alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en su reciente visita a las islas, dando a entender que a Ferraz no le ha gustado nada la operación contra Hidalgo. División en Lanzarote, donde un grupo de ochenta significados militantes han creado un nuevo partido asesorados por el descubridor del insularismo socialista, el inefable Casimiro Curbelo, una tentación que piensan seriamente, hablan y pergeñan, algunos mandatarios del partido en Tenerife. En La Gomera del PSC-PSOE no queda nada y en Fuerteventura Blas Acosta comienza a sentir con fuerza la oposición interna, amparada en los métodos, poco ortodoxos, de conducirse del líder majorero. Sobrevive La Palma y de aquella manera.
La prueba del algodón llegará en las próximas semanas con las primarias para la presidencia del gobierno, en las que, sí Ferraz no lo remedia, podría darse un auténtico choque de trenes entre sectores. Ángel Víctor Torres, que cree tener derecho propio en este asunto por ser secretario general, no se baja de su idea de presentarse, mientras que la dura oposición que se ha buscado en pocos meses, ven esta confrontación como la oportunidad de debilitarlo y reorganizar el poder interno. Las primarias las deciden dos islas, Tenerife y Gran Canaria. En la primera se busca un candidato sólido para enfrentarlo a Torres, sin cargas y con el apoyo expreso e incontestable de Pedro Sánchez. Todos los ojos se vuelven hacia Héctor Gómez, que se resiste, entre otras razones porque truncaría su carrera política a nivel nacional, en la que, en posición de gobernar en un pacto de izquierdas, tiene todas las papeletas para ser ministro de exteriores. La otra candidata sólida y con hechuras de lidereza, Patricia Hernández, aglutina a los suyos, que no son pocos, a los que dejó tirados Juan Fernando López Aguilar, y a los descontentos con Torres. Su único pecado, al parecer imperdonable, haber apostado por Susana Díaz.
En Gran Canaria, el otro bastión de la militancia socialista, la división quedó patente en las últimas primarias, entre los detractores de Torres, aglutinados en torno a la figura de Augusto Hidalgo, y sus colaboradores, liderados por un agotado y cuestionado Chano Franquis. El secretario general de los socialistas grancanarios se debate entre el apoyo a Torres, al que le unen ya pocas cosas además de la sospechas mutuas de traiciones inconfesables o reconciliarse con Pedro Sánchez y apoyar al candidato que designe, que no será Ángel Víctor. La opción Patricia Hernández, la ha contemplado y la ha desechado, siempre en función de lo que haga Ferraz y de su futuro en el partido.
Mucha gente sensata en el partido aboga porque sea Madrid quien ponga paz sentando a todas las partes y facciones, y eligiendo a un candidato de consenso, pero no es así como se han solucionado, históricamente, las disputas en este partido, pero el caos interno, la división, el enfrentamiento y los riesgos de escisión quizás requieren medidas extraordinarias.