No puedo estar más de acuerdo con esta frase de Poincaré, ese gran matemático y filósofo francés que, aunque nunca fue un político activo, nos ... dejó como legado una idea fundamental: dar a la educación el lugar prioritario que le corresponde. Porque es a través de la educación que todo ser humano puede desarrollarse plenamente, y es también mediante ella que las relaciones entre los individuos y los pueblos pueden orientarse hacia el entendimiento, la cooperación y el progreso.
Dentro del amplio campo de la educación, la Universidad representa el nivel académico y profesional más elevado. Por eso, tener -o no tener- universidad no solo es un símbolo de cultura, sino también de poder.
Así pues, la Universidad es la institución académica de enseñanza superior e investigación que otorga títulos del más alto nivel en las diversas disciplinas que tiene reconocidas. Se considera que las universidades occidentales surgieron a partir de las escuelas monásticas y catedralicias entre los siglos XII y XIII, siendo la primera universidad reconocida la de Bolonia, fundada en 1088.
En España, la primera universidad fue la de Salamanca, creada en 1218. Por su parte, la Universidad de La Laguna tiene sus antecedentes más remotos en un centro superior religioso fundado en 1701 (la Universidad de San Agustín), y fue mediante el Real Decreto de 21 de septiembre de 1927 cuando se consolidó oficialmente como el duodécimo distrito universitario de España.
Las doce universidades clásicas e históricas españolas fueron, además de Salamanca y La Laguna: Valladolid, Madrid, Barcelona, Sevilla, Granada, Valencia, Hernani (en el País Vasco), Santiago de Compostela, Murcia y Zaragoza. Del simple análisis de esta distribución histórica se desprende un dato llamativo: la ciudad con más habitantes de toda España que careció de universidad hasta 1979 fue Las Palmas de Gran Canaria.
Esta rendición de cuentas, correspondiente al periodo que denomino constituyente (1977-1982), la concluyo con un análisis cronológico sobre cómo se logró establecer una universidad para esta ciudad y para esta isla.
Divido en tres etapas los hitos más significativos que impulsaron la creación de nuestra universidad, sin menoscabo de esfuerzos previos (como el del Instituto Pérez Galdós, entre otros). Las tres fechas más relevantes en este proceso fueron:
- 30 de octubre de 1979: Aprobación en las Cortes Generales de la Ley 297/1979, que dio lugar a la creación de la Universidad Politécnica de Las Palmas de Gran Canaria.
- 7 de julio de 1982: Celebración de la gran manifestación '¡Universidad Ya!', expresión ciudadana del deseo y necesidad de una universidad completa en nuestro territorio.
- 4 de mayo de 1989: Aprobación de la Ley 5/1989 de Reorganización Universitaria de Canarias, una ley autonómica que fue publicada en el Boletín Oficial de Canarias el 8 de mayo de ese año.
Así, la Universidad Politécnica de 1979 constituyó el primer paso firme hacia el establecimiento de una universidad plenamente canaria, con identidad propia y al servicio de nuestra comunidad.
Si se me permite decirlo -aunque esta opinión no sea compartida por muchos-, aquel fue el paso inicial, y por ello el más importante y difícil, en el proceso hacia una universidad plena para Gran Canaria. En efecto, en los albores de la democracia -recordemos: primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977, aprobación por referéndum de la Constitución española el 6 de diciembre de 1978, preautonomía mediante Real Decreto-Ley del 7 de marzo de 1978...- uno de los temas más candentes del pleito insular era el universitario.
Desde Tenerife se luchaba por conservar La Laguna como la única universidad del archipiélago. Era comprensible desde su perspectiva como capital regional y de provincia única (situación que mantuvo hasta la división provincial de 1927). Así, un mayor número de universitarios se formaba en esa isla, resultando más cómodo para quienes residían allí cursar estudios superiores. Para los estudiantes de otras islas, en cambio, implicaba un coste mayor, ya que debían trasladarse y residir fuera del entorno familiar. Esta dificultad era aún más notable en un archipiélago que en la España peninsular. Esta situación propiciaba que un mayor número de profesionales con formación universitaria nacieran en Tenerife y, en consecuencia, ocuparan con mayor frecuencia cargos de responsabilidad política, social o cultural.
Habían fracasado los intentos de regionalizar la única universidad canaria. Incluso para acceder a estudios superiores, los estudiantes debían examinarse en La Laguna. En ese contexto, les aseguro que no fue nada fácil lograr, en 1979, la creación de la Universidad Politécnica de Las Palmas de Gran Canaria. La oposición fue intensa: incluso la UCD de Tenerife amenazó con romper el partido y con no apoyar el Estatuto de Autonomía, que por entonces aún se encontraba en fase de debate y estudio (no se aprobó hasta 1982).
¡Cuánto tuvimos que pelear los diputados de esta provincia y los senadores de Gran Canaria para conseguirlo! Aprovechamos el impulso de otras ciudades peninsulares -como Alicante, Cádiz y León- que también aspiraban a contar con sus propias universidades. Finalmente, todas ellas, incluida la Universidad Politécnica de Las Palmas de Gran Canaria, fueron creadas por la Ley de las Cortes del 30 de octubre de 1979.
Reivindico esa fecha como la verdadera creación inicial de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Me entristece comprobar que no se reconoce su importancia, y que suele pasar desapercibida. Es cierto que el apellido 'Politécnica' resultaba insatisfactorio para muchos, ya que en un primer momento impedía ofrecer titulaciones como Derecho, Filosofía o
Medicina, entre otras. Sin embargo, lograr aquella universidad costó un enorme esfuerzo colectivo, y merecería ser reconocida como se merece. No me parece justo que en 2019 se dijera que se celebraba el 30 aniversario de la creación de la ULPGC. En realidad, se conmemoraba el 30 aniversario de la Ley de Reordenación Universitaria de Canarias de 1989, que dio plenitud institucional a la universidad actual. Pero eso ocurrió diez años después de la creación de la Politécnica.
Como ya expresé en su momento, lo importante era contar con una universidad en Las Palmas. El apellido 'Politécnica', como sabíamos, desaparecería con el tiempo. Pero el origen, el esfuerzo y la relevancia de aquella primera etapa no deberían quedar en el olvido.
Un ejemplo muy significativo lo vivimos en 1982, cuando, en dura competencia con Vigo -que también aspiraba a lo mismo-, logramos que se crease la Facultad de Ciencias del Mar y se estableciera en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, única facultad de estas características en toda España. Todo ello, a pesar de la feroz oposición de La Laguna. Aún conservo copias de los escritos que envié como presidente de UCD en esta provincia en julio y agosto de ese año a los máximos dirigentes nacionales de la UCD y al Gobierno presidido entonces por Leopoldo Calvo-Sotelo. En ellos, los diputados y senadores de esta isla exigíamos con firmeza que la Facultad de Ciencias del Mar se creara de inmediato y se ubicara en nuestra universidad, a pesar de las durísimas resistencias tanto desde La Laguna como desde Vigo.
Manifestación del 7 de julio de 1982: '¡Universidad Ya!'. Para alcanzar el objetivo -aunque aún no se trataba de una universidad plena, que no llegaría hasta 1989- se produjo en Gran Canaria un movimiento social de una magnitud extraordinaria. Convocada por todos los sectores educativos, sociales y políticos de la isla, tuvo lugar ese día la manifestación más multitudinaria de la historia de Canarias. Más de 250.000 personas salieron a las calles de nuestra ciudad, sin que se produjera ningún incidente grave, clamando al unísono: '¡Universidad Ya!', consigna que, en realidad, exigía una universidad completa y con plena capacidad académica.
Ley de 4 de mayo de 1989, de Reordenación Universitaria de Canaria: Esta ley, fundamental y de difícil consecución, fue impulsada por el Gobierno de Canarias, presidido entonces por Lorenzo Olarte. Gracias a ella, se materializó definitivamente la antigua aspiración de Gran Canaria de contar con una universidad plena. Sus objetivos quedan claramente expresados en su preámbulo: «corregir los desequilibrios en la oferta universitaria… y mejorar la calidad educativa». Es decir, el propio Parlamento de Canarias reconocía oficialmente, con esas palabras, que existían desequilibrios en la oferta académica y que la calidad educativa podía ser mejorada.
La larga, ardua y persistente lucha por una universidad plena en Gran Canaria llegaba así a su fin. En este ejercicio de rendición de cuentas políticas, quiero manifestar mi profunda satisfacción personal por haber contribuido a lograrlo, especialmente a través de mi papel como Diputado en 1979, con el primero de los hitos: la -a veces olvidada- Universidad Politécnica.
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