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Pues ya está. Incógnita despejada: Sánchez se queda.
Aficionado a jugar con las sorpresas, el presidente y secretario general del PSOE ha mantenido durante ... cinco días el suspense y lo ha llevado a un clímax asfixiante.
El país entero ha estado sometido estos días a un estrés emocional que no es de recibo. También el PSOE, pero ese partido lleva en el pecado la penitencia. Es culpa de dirigentes y militantes haber consentido que la organización se desarticulase para dar paso a una dependencia absoluta del secretario general, que ha puesto y ha hecho rodar cabezas sin contemplaciones y sin rebelión interna alguna.
Pero lo del país no tiene disculpa. Como le dicen a los superhéroes en las películas, cuando se tiene un superpoder, se asume una responsabilidad que también es mayor que la del resto de personas. ¿Significa eso asumir un alto coste personal y familiar? No necesariamente. Haberlo haylo, pero se puede minimizar cuando se tienen esos resortes del poder. Me explico: si hay bulos y medios que alimentan intencionadamente la desinformación para deteriorar la democracia, es en gran medida porque el partido que lleva un lustro en el poder no ha hecho nada para impedirlo. Se lo ha recordado estos días Podemos, que algo sabe de campañas a la contra, y que también sabe bastante de lo que es perseguir al opositor hasta la puerta de su casa y amargarle a la familia la convivencia.
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Sánchez ahora se reinventa pero su forma de gestión esta crisis personal marca un hito que no creo que deba repetirse. Las crisis personales son asumibles y nada hay que objetar, pero convertir un asunto personal en cuestión de Estado no parece que refuerce la democracia. Sobre todo cuando es una democracia parlamentaria, como es nuestro caso.
Acabo: analizando el fin de semana el espectáculo político-personal de estos cinco días de paréntesis agobiante, me venía a la mente la canción de Iván Ferreiro 'Turnedo'. Su pasaje final es una banda sonora ideal para este show: '¿Quién no tiene el valor para marcharse? / ¿Quién prefiere quedarse y aguantar?'
Pues ya sabemos la respuesta de Sánchez: se queda «con más fuerza que nunca».
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