Una patada
Se da por asumido que entre las obligaciones de quienes está en la oposición política sobresalen las de fiscalizar al gobernante y, en la medida ... de lo posible, erosionarlo. De la misma forma que se da por asumido que quienes forman parte de la mayoría gobernante deben dejar constancia de su presencia, pero difícilmente eso encaja con hacer oposición frontal desde dentro.
En la primera de las posiciones se encuentran el Partido Popular y Vox, aliados hasta hace pocos días en comunidades autónomas y ayuntamientos. Y en el segundo aparece con gran relevancia Junts, cuyos siete votos fueron determinantes en la investidura de Pedro Sánchez y, por supuesto, en la aprobación de la más polémica de las pocas leyes que han salido adelante en este primer año de legislatura:la de amnistía.
Esta semana en el Congreso hemos asistido a algo que se sale del guion habitual. Han compartido voto y, por tanto, foto el Partido Popular, Junts y Vox, con el añadido de que lo han hecho en dos asuntos de calado:el rechazo a la proposición de ley para el reparto de menores migrantes no acompañados y la propuesta de senda de déficit y techo de gasto, antesala de los Presupuestos Generales del Estado.
En ambos casos, pero sobre todo en el primero, uno puede entender que los partidos prioricen el deseo de desgastar al Gobierno y en especial a Pedro Sánchez. Conseguirían con ello -o eso se supone- acorralarlo y forzarlo a una cuestión de confianza o directamente a disolver las Cortes y convocar elecciones. Pero lo que chirría es que buscando eso le den una patada a Canarias. Sí, una patada, y no digo donde porque no se trata de circunscribirlo en una parte del cuerpo: es un golpe a las islas, a sus instituciones, a su Parlamento -representante de la soberanía- y a sus ciudadanos. Y, por supuesto, es una patada bastante salvaje a los seres humanos que se suben a una barca arriesgando sus vidas en busca de una oportunidad, porque como personas que son, les asiste el derecho a querer vivir y, si es posible, algo mejor. A fin de cuentas -y no se nos debe olvidar- es lo que ha hecho la humanidad en todo el planeta desde que el ser humano existe como tal y es, para más inri, lo que hicieron durante décadas los españoles, incluso antes de llamarse españoles.
Está claro que el centralismo que achacamos a los despachos ministeriales también reina en las sedes de los partidos. Si el incendio humanitario que supone tener acogidos más del doble de menores que permite la capacidad se diera en la meseta, el cantar sería otro.
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